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Karina Milei usa el Banco Nación para auspiciar shows privados y negocios familiares

Spider-Man sinfónico, entradas a 140 mil pesos y vínculos turbios detrás del telón: el Estado al servicio del “Clan Milei”

Mientras el ajuste golpea a millones de argentinos y la motosierra de Javier Milei recorta jubilaciones, salarios y presupuesto universitario, su hermana Karina Milei, la autodenominada «Jefa», avanza a paso firme en la construcción de su propio imperio. Ahora, un nuevo escándalo envuelve a la secretaria general de la Presidencia: el Banco Nación, una entidad pública, auspicia un show privado vinculado directamente a su entorno más íntimo, con entradas que superan los 140 mil pesos.

El espectáculo en cuestión es el «Spider-Man Sinfónico», que se realizará el 27 de mayo en el ex Centro Cultural Kirchner (CCK), hoy bajo la férrea órbita del karinismo. La productora organizadora del evento, Foggia Group, perteneció hasta 2023 a Mara Gorini, actual secretaria personal de Karina Milei, y a Carlos Dionisio, ambos figuras de extrema confianza en el círculo libertario.

Foggia Group no es nueva en el circuito libertario: también se encargó del alquiler del Luna Park para la presentación del primer libro de Milei, financiado con aportes privados opacos que jamás fueron debidamente justificados.

El Estado como negocio propio

El mecanismo de apropiación del Estado que implementa el mileísmo alcanza nuevos niveles de obscenidad: el Banco Nación, presidido de facto por Karina a través de su delegado Darío Wasserman —esposo de Pilar Ramírez, la mano derecha de Karina en la Ciudad—, no solo auspicia el show privado, sino que además ofrece descuentos y financiamiento en seis cuotas para pagar las entradas.

En un país devastado por la inflación, donde el salario mínimo vital y móvil apenas supera los 200 mil pesos, los tickets para ver a Spider-Man oscilan entre los 57 mil y los 142 mil pesos, service charge incluido. Un lujo exclusivo para pocos, financiado por un banco público que debería estar asistiendo a pymes, cooperativas y trabajadores, no patrocinando los caprichos artísticos de los Milei.

Desde el gobierno intentaron justificar la operación señalando que el alquiler del CCK se rige por los valores del Tribunal de Tasación Nacional. Sin embargo, el control absoluto que ejerce Karina sobre el ex centro cultural convierte esa formalidad en un simple maquillaje legal: en la práctica, el CCK actúa como una extensión privada del clan libertario.

Una matriz de poder y negocios cruzados: El caso Rapanui

Este escándalo no es un hecho aislado, sino parte de un entramado sistemático: días atrás se conoció que el gobierno de Javier Milei le otorgó 3000 millones de pesos en créditos subsidiados al dueño de Rapanui, la chocolatería libertaria favorita de la Casa Rosada. Diego Fenoglio, CEO de la firma, fue un ferviente defensor de Milei durante la campaña presidencial y ahora recoge sus frutos.

La matriz es siempre la misma: beneficios estatales a amigos, socios o colaboradores, mientras en el discurso público se pontifica sobre el «libre mercado», el «mérito» y la «eficiencia privada». La realidad muestra algo muy distinto: una casta libertaria construyendo su propio feudo a costa del Estado y de los argentinos.

Spider-Man y los superhéroes de cartón

El cinismo no tiene límites: mientras desde los atriles libertarios se condena la «cultura de la dádiva» y se demoniza cualquier gasto público destinado al arte, la ciencia o la educación, se financian espectáculos elitistas y negocios de entretenimiento con recursos estatales. Todo queda en familia.

Lo que debería ser un evento cultural abierto y accesible para la ciudadanía, se transforma en un show cerrado, elitista y costoso, organizado para enriquecer aún más a los allegados de la familia Milei.

Spider-Man, el héroe de los débiles y de los justos en el relato original, es usado aquí como mascota simbólica de un saqueo institucionalizado. En el universo libertario de los Milei, el «gran poder» no trae «gran responsabilidad», sino grandes negocios para pocos.

El espectáculo ya comenzó. Y la entrada, esta vez, la pagamos todos.