Indio Solari, desde su hogar hasta la sala Jorge Luis Borges
La presentación de la autobiografía del Indio Solari, en la Feria del Libro, se vivió como la previa de un recital. Una larga fila de personas con remeras de Patricio Rey esperaban para ingresar a la sala Jorge Luis Borges, donde se iba a proyectar una entrevista al músico realizada por Marcelo Figueras, el periodista y escritor que llevó al papel el texto de Recuerdos que mienten un poco (Sudamericana, 2019). “Soy redondo hasta que me muera, ¡Vamos Los Redo’!”, cantaban ricoteros de todas las edades minutos antes de la proyección. De fondo, sonaban gemas redondas como “Yo caníbal”, “Susanita” o “To beef or not to beef”, de su etapa solista. Y apenas Juan Boido, director editorial de Penguin Random House, se hizo presente junto a Figueras y pronunció un “Hola”, los más entusiastas se largaron con aquel cántico que recuerda a Walter Bulacio y al Che Guevara. Boido sonrió, agradeció a los asistentes y a los hacedores del libro, dijo que se trataba de un “libro extraordinario e histórico” y sin mucho más presentó la entrevista grabada.
Durante casi una hora, Solari, en la intimidad de su hogar, fue respondiendo a varias preguntas disparadas por Figueras en torno a sus aventuras de adolescente en La Plata –“de chico era más dañino que pícaro”, confesó el músico–, su temprano interés por la cultura rock, sus variadas inquietudes artísticas (el cine, el dibujo, la literatura), su relación con la polìtica en tiempos de dictadura, sus filosofía ética y su mirada sobre la actualidad política y social del país. Una serie de tópicos, claro, que están más desarrollados a largo de las 600 páginas del libro. Sin embargo, Solari anunció en el video algunas cosas que no se cuentan en la biografía. La más importante es que no se presentará más en vivo, debido a que la enfermedad que padece (Parkinson) se lo impide.
“¿Habrá otra misa?”, preguntó Figueras. “Yo he aprendido a decir que no sé. El resto del cuerpo está como un pibe de 28 años, el gran problema es que no genero dopamina. Y eso, cada tres horas, me provoca una hora y media en la que estoy muy mal. No puedo viajar”, respondó Solari. Y siguió: “Si yo pudiera tener una meseta, ¿qué más quiero hacer en la vida que tocar en vivo? Yo me he sentido más cómodo arriba del escenario que en cualquier otro lugar; porque es donde todo el mundo está a favor tuyo. Pero evidentemente en este momento no puedo (tocar en vivo) y tampoco tengo para adelante mucha vida. Vamos a pensar que no lo voy a hacer, salvo que la medicina lograra mantenerme en un estado para poder hacerlo”. Sin embargo, está planeando realizar un concierto en su estudio con su banda para transmitir vía streaming, pero aún es un proyecto. “Quiero hacer un show en directo con los músicos en el estudio para que lo vea la gente”, enfatizó y contó que está haciendo un nuevo libro con Figueras, pero no dio detalles sobre el formato ni el contenido.
“El libro me llevó a revivir muchas cosas. Soy un hombre de la psicodelía, es decir, no me gusta ni el pasado ni el futuro. El pasado porque ya no tenemos la posibilidad de hacer nada con él. Y el futuro es una aventura de la imaginación”, dijo Solari sobre el proceso de creación del libro. Y luego recordó su infancia idílica con el peronismo, cuando su padre transitaba un buen pasar económico, y el “cambio rotundo” que sucedió cuando llegó la “revolución fusiladora” de 1955. “Mi padre tenía un puesto ministerial, le dieron una patada en el culo y lo hicieron jubilar. Una Navidad recibí un mecano y al año siguiente un calzoncillo”, graficó. “La curiosidad fue algo determinante para mí. Me transformaba en un tipo que me iba a buscar una puta novedad que me entusiasmaba para vivir. Fui un escéptico muy temprano y eso hacía que siempre estuviera en la búsqueda de algún estímulo que justificara mi vida. Aún hoy lo sigo siendo pero tengo un hambre que el cuerpo no me permite saciar”, dijo.
Y la charla con el periodista también tuvo algunos momentos dedicados a la actualidad política. “Vivimos copiando, quizá porque seguimos siendo colonia, ¿no?, por más que no queramos reconocerlo. Si está el FMI gobernando el país, no me queda más remedio que pensar que no tenemos decisión propia. La lectura de la última relación económica con el Fondo ya no dice ‘aconsejamos’, sino que dice ‘tienen que hacer esto’. Bueno, a partir de ahí, tenés que aceptar eso, no hay otra manera de verlo”, sostuvo el músico. “La gente carga temores que no son inventados, son temores por cosas que han sucedido y que no tienen ni siquiera las armas para comprenderlos. A un tipo que se la pasa doce horas laburando no le podés pedir que lea a Foucault. Y eso hace que tipos que tienen una técnica muy pobre obliguen a la sociedad, sin que se dé cuenta, a tener una actitud sumisa. Y eso hace que seamos sojuzgados permanentemente por intereses que no son nuestros. Lo que tienen que lograr los políticos es que la gente viva bien”.
Y Figueras preguntó puntualmente sobre el gobierno actual y por qué se eligieron gobiernos de derecha en la región. “Durán Barba es un tonto. Hizo campañas artificiosas, nosotros no nos comeríamos ni en pedo todo eso. Pero en alguna gente es útil. Igual no creo que vuelva a pasar, aunque tengo mis dudas. He visto cosas muy dramáticas en Argentina. ¿De qué manera vive esta gente que parece ignorar todo lo que pasó? Ya no sabemos a quién pertenece la Patagonia, por ejemplo. A nosotros nos incomoda este gobierno, pero mucha gente sabe por qué. Y solo empieza a haber un odio con el gobierno por las medidas económicas que está tomando, pero no previeron que eso fuera a pasar.Por más que el maestro de todos los ministros de economía son los mismos que Cavalo o ‘El Orejudo’. Es lo que nos toca vivir, yo ya he vivido el horror en los años setenta. Detrás de los militares siempre están los empresarios y terratenientes”.
El libro fue construido a partir de conversaciones entre el escritor y el músico durante cuatro años y el texto está presentado como si se tratara de una entrevista: las intervenciones y preguntas de Figueras (contextuales, en muchos casos), de hecho, aparecen en el libro. “No es un libro difícil de leer, hablamos de cosas significativas, pero con un lenguaje ameno”, definió Solari.