Escándalo por prótesis mamarias defectuosas: 400 víctimas
La Justicia de Francia determinó la pena para TÜV Rheinland, la certificadora que aprobó las prótesis de Poly Implant Prothèse (PIP) que dejó 400.000 víctimas en todo el mundo por utilizar gel de silicona no aprobado para uso médico.
Luego de un largo proceso judicial, un tribunal francés determinó que el certificador de prótesis mamarias defectuosas Poly Implant Prothèse (PIP) tendrá que indemnizar a 605 mujeres por un total de más de 10 millones de euros. Entre 2001 y 2010 hubo alrededor de 400.000 víctimas de estas prótesis que no estaban aprobadas para uso médico, muchas de ellas en América Latina, donde se presentaron denuncias en países como Argentina, Brasil y Venezuela.
En 2018, 1.319 mujeres, en su mayoría británicas, denunciaron a la empresa en una sala del tribunal civil de Nanterre, en las afueras de París. Finalmente, los magistrados resolvieron «condenar a la sociedad alemana TÜV Rheinland a indemnizar a 605 de ellas por los perjuicios que sufrieron», dijo la presidencia del tribunal.
En mayo, la Corte de Casación de Francia confirmó la responsabilidad de TÜV, proveedor a escala mundial de servicios técnicos, de seguridad y certificación, en el escándalo y abrió la vía a la indemnización de ciertas víctimas.
El tribunal de Nanterre subrayó que «la incoherencia, desde 2002, entre la cantidad de gel encargado (por PIP) y el número de prótesis producidas había constituido una anomalía evidente en el proceso de fabricación» y que TÜV debería haberlo detectado.
Escándalo: prótesis mamarias defectuosas dejaron 400.000 víctimas en todo el mundo
El caso estalló en 2010 cuando el regulador francés detectó una tasa anormal de ruptura de las prótesis fabricadas por Poly Implant Prothèse (PIP) con un gel de silicona no homologado para uso médico y empleado normalmente en equipos electrónicos.
En total, casi un millón de estas prótesis fueron implantadas entre 2001 y 2010. El número de víctimas en el mundo se estima en 400.000, muchas de ellas en América Latina, donde se presentaron denuncias en países como Argentina, Brasil y Venezuela.
En 2019, el fundador de PIP, Jean-Claude Mas, murió y así terminaron los procedimientos contra la empresa francesa. Sin embargo, el certificador alemán, que no detectó las fallas, tuvo que afrontar las denuncias.
La abogada de la empresa, Christelle Coslin, rechazó que la responsabilidad del certificador alemán se remonte a 2002 y dijo a la AFP que aconsejará a su cliente recurrir la decisión judicial.
El testimonio de una argentina afectada por las siliconas PIP
Bárbara de Amonarraiz, una de las mujeres argentinas que forma parte de la demanda colectiva internacional por la colocación de implantes mamarios PIP defectuosos, recordó en una nota de octubre del año pasado el pánico que sintió cuando se enteró que estaban rellenos con un producto adulterado y dijo que pensó que se moría: «Estallé en llanto y me desesperé porque sentía que tenía en mi cuerpo una bomba de tiempo».
La mujer que hoy tiene 63 años tuvo que hacerse un recambio mamario en 2007 y por consejo de su cirujano plástico decidió colocarse «unos (implantes) nuevos, mejores, franceses» que, según confiesa, le «arruinaron la vida» ya que tuvo que someterse luego a varias cirugías y procedimientos médicos ambulatorios para drenar seromas y padeció trastornos psicológicos por sentir que «podía morir en cualquier momento».
Amonarraiz contó su reacción al escuchar por la radio lo que había sucedido con los implantes PIP y la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de removerlos. «Llamé al médico para explicarle la situación y pedirle el número de serie. Me contestó que no atendía más y que había cerrado la clínica», recordó y ahí comenzó un derrotero de idas y vueltas de consultas médicas que la llevó a un nuevo cirujano: Alberto Ferriols, quien realizó el recambio de prótesis.
«Empecé a ver en televisión a distintas personas afectadas y di con Débora Roilette, una abogada francesa que vivió mucho tiempo en Argentina y que se puso al hombro la demanda, nos ayudó un montón», contó, y aseguró que la ayudó a cambiar su forma de pensar estar en contacto con otras mujeres que vivieron situaciones similares.
«Hoy pienso que lo más importante es la salud, ya no la belleza y lo único que recomiendo a quienes se hicieron intervenciones es que no tengan vergüenza, hay muchas mujeres que tienen algo en el cuerpo que las puede matar y necesitan saberlo, pero también tienen que reclamar lo que les corresponde, es su derecho», había enfatizado. enfatizó.
Fuente: Ámbito