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INFLACIÓN Y DESOCUPACIÓN BAJO LA LUPA

Los problemas del país se agudizan, la inflación no da respiro al pueblo, el FMI exige devaluación y aumento de las tasas de interés, los monopolios se jactan de los aumentos de precios mientras descargan la crisis sobre los trabajadores y el gobierno nacional mira impotente como si fuera un mero espectador.

Por Alberto I. Agüero-Federico P. Suero

La inflación y la Timba

La inflación del mes de mayo fue del 5,1%, llegando a superar el 60% interanual y un 29,5 acumulada en los primeros 5 meses del año. Es la inflación más alta que se registra para el mes de mayo desde el año 1991, un mes que suele registrar baja inflación, lo que implica que el fenómeno inflacionario se ha convertido en un grave problema que el gobierno no logra controlar.

Entre los artículos que mayores aumentos sufrieron se encuentran Salud y Transporte, que se ubican con un crecimiento cercano al 6%, los que se encuentran en los niveles más bajos como Educación y Comunicación presentan incrementos por arriba del 3%. Esto indica que no hay una estacionalidad de la inflación- hecho que sucede en determinada época del año cuando un determinado artículo sube su precio impactando en el porcentaje general- o que por algún fenómeno fuera de cálculo, como puede ser la guerra, los precios aumentan. Lo que marcan estos índices es que tenemos una inflación generalizada y se está transformando en un fenómeno estructural. Y exige para su solución medidas estructurales.

El aumento del costo de vida empuja a millones de familias a la pobreza y a la indigencia, por lo que una familia tipo está necesitando cerca de $100.000 pesos para no ser pobre y 50 mil para no ser indigente, como lo informo el INDEC el día martes 21 de junio.

En medio de este gran drama aparece la imposición del Fondo Monetario y de los acreedores privados, tanto internos como externos, que presionan al gobierno con la suba de las tasas de interés, para, de esta manera, obtener mayores ganancias. Esa presión se traslada al aumento de la cotización del dólar, haciendo temblar las reservas monetarias del país. Hecho que ha llevado al Banco Central subir las tasas de interés en peso por encima del 60% nominal anual para acompasar el ritmo inflacionario. Esta presión de los acreedores y financistas la hacen en el marco de que el gobierno nacional debe renovar deuda el día 28 de junio por 600 mil millones de pesos y cuya condición para alcanzar acuerdo es justamente la de aumentar las tasas para que los especuladores sigan generando cuantiosas ganancias, lo hacen actuando en “piquete” huelguista.

Esto es una de las consecuencias que los argentinos debemos padecer, porque el gobierno y el Estado nacional nos han atado de píe y manos para enfrentar la usura internacional al haber firmado el acuerdo con el FMI, ya que una de sus exigencias es, justamente, la de generar tasas de interés “reales positivas”-por encima del índice de inflación- que acompañen el proceso inflacionario. Haciendo que los especuladores financieros abulten sus ganancias.

Esto es un golpe directo a la producción, ya que dificulta la posibilidad de los empresarios nacionales de tomar créditos blandos para invertir, a la vez que desalienta la inversión productiva direccionándola hacia la timba financiera que generó Macri a través de las Lebacs y las Lelics, y que Alberto Fernández, a pesar de haber dicho durante la campaña que “entre los bancos y los jubilados prefería a los jubilados”, solo ha hecho crecer aún más este problema.

Debates sobre el rumbo

Todo este coctel de: inflación, deuda, altas tasas de interés, pobreza, precarización laboral y bajos salarios, han generado la reacción de la clase obrera con jornadas de lucha con movilización en distintas provincias. Hecho que fue muy palpable en los paros con inmensas movilizaciones que protagonizaron los trabajadores docentes y estatales en San Juan y otras provincias. También ante la negativa del Ministro de Desarrollo Social Juan Zabaleta de abrir el programa potenciar trabajo, organizaciones sociales nucleadas en la “unidad piquetera” han llevado adelante masivas jornadas de lucha con acampes, cortes de calles y hasta una nutrida marcha federal para denunciar el ajuste y la pobreza.

Este es el fondo de las discusiones que subyacen en el Frente de Todos, como se sale de esta situación en la que el pueblo sigue pagando la crisis de la estafa macrista. Mientras los sectores de los monopolios y la oligarquía presionan al gobierno con mayores exigencias económicas y financieras haciendo que le sea cada vez más difícil gobernar, Alberto Fernández apelando a la “falta de correlación de fuerzas” los deja hacer sus negocios tranquilamente, sin tomar medidas ni convocar a la movilización popular para ponerles un freno.

Expresan impotencia las palabras del presidente que frente al aumento de los precios internos de la harina y el aceite explicó que mandaría ya mismo un proyecto de ley al Congreso para aplicar retenciones, pero que no tiene los votos por lo tanto no lo hace.

En realidad, si el gobierno apoyara la movilización popular con medidas direccionadas a favorecer las exigencias del pueblo cambiaría drásticamente la correlación. Medidas que evidentemente deben estar orientadas hacia la producción y el trabajo, garantizar la soberanía sobre nuestras riquezas nacionales y renunciando al Acuerdo ajustador y entreguista que firmó con el Fondo Monetario Nacional.

Si se quiere avanzar en una dirección popular e impulsar leyes que beneficien al pueblo debería poner el mismo ímpetu que puso cuando mando junto con Guzmán el acuerdo con el FMI al congreso, que a pesar de que tampoco tenía los votos, los salió a buscar. Lamentablemente puso fuerzas en una ley que no fue para beneficiar al pueblo, sino que fue para perjudicarnos.

En medio de este debate, hay sectores que identifican que el problema del país está en los dólares que se fugan, está en los monopolios y en la oligarquía que se sienten dueños del país. Estos sectores del frente rechazaron el acuerdo con el FMI, se plantean tomar medidas, enfrentar y dejar de tener una actitud pasiva que hasta el momento no ha dado buenos resultados.

Estamos de acuerdo con estos planteos, porque el compromiso inicial del Frente de Todos en el 2019 estuvo sustentado en cinco puntos que son erradicar el desempleo, controlar la inflación, resolver el problema de la deuda sin que implique ajuste hacia el pueblo, terminar con la pobreza y reactivar la economía. Aunque debemos decir que a tres años de iniciado el gobierno de Fernández por convicciones de clase no las ha cumplido.

Pero a su vez al no tener tampoco un proyecto popular superador que ponga el centro en la industrialización del país de la mano del estado con sus empresas desarrollando las áreas claves y los recursos estratégicos, terminan poniendo el blanco en las organizaciones populares que se movilizan para enfrentar el ajuste en ciernes.

Es equivocado enfocar el problema de los programas sociales en su administración y no en porque se han generado los mismos. Primero son el fracaso del sistema capitalista para generar empleo para todos, por más capitalismo “en serio” que se pregone, este no va a ser la solución a la desocupación, sino que es en realidad como lo analizo Marx en 1867, y la historia demuestra su vigencia, es la causa. A lo que hay que agregar que argentina es un país dependiente donde las principales palancas de la economía están en manos de las oligarquías y el imperialismo que son los principales blancos a derrotar como Dreyfus, Cargil, La Anonima, Coofco. Y segundo porque no han sido producto de la bondad de ningún gobierno, sino que estos programas de empleo han sido una conquista de la resistencia de los trabajadores desocupados y sus organizaciones para poder sobrevivir durante los gobiernos de Dhualde, el Kirchnerismo, el Macrismo y ahora también con Alberto Fernández, en el marco de luchar por trabajo digno que se va a dar de la mano de otro modelo económico que ponga centro como dijimos en la industria y la presencia del estado.

Reducir el problema de la desocupación a quien administra los planes no hace más que confundir y dividir al campo popular. Hablar de la presencia del Estado en la administración de los planes esconde que en realidad lo que se quiere hacer es que esos trabajadores que cumplen una función en una cooperativa o unidad productiva pasen a barrer veredas en los municipios o en los estados provinciales sin solucionar el problema de la precarización laboral y del desempleo. No aparece en estos planteos la idea de la presencia del estado con sus fábricas para generar empleo formal con derechos.

La movilización popular y sus organizaciones no deben ser el blanco para salir de la crisis, pero sí el blanco debe ser la derecha, la oligarquía y el FMI. Hay que romper el acuerdo con el Fondo reagrupando a la mayor cantidad de fuerzas posibles para avanzar en esa dirección.

El tablero latinoamericano

En este sentido vemos con entusiasmo una región que le está diciendo a las derechas y al liberalismo que no van más, como ha reafirmado el pueblo colombiano este fin de semana con la victoria de Gustavo Petro y Francia Márquez. Es un escenario importante para América latina donde se le ha puesto un freno al imperialismo yanqui y al grupo de Lima, en el marco de las grandes movilizaciones que se han producido en estos últimos años donde los pueblos derrotaron a los gobiernos de derecha en Argentina, México, Bolivia, Perú, Chile, Colombia, Honduras, etc.

Los gobiernos que han surgido de esta impronta popular deben escuchar esa base que se movilizo, puso el cuerpo y enfrento. No hay que traicionar el contrato electoral, ni argumentar que no se puede.

La movilización popular es la clave para salir adelante en nuestro país para enfrentar a los que descargan esta crisis sobre las espaldas del pueblo, mientras reagrupamos para cambiar el rumbo del gobierno cambiando la correlación dentro del Frente donde crezcan las fuerzas populares que permitan avanzar en un camino de liberación y no de sumisión.