El Lobo finalista de la Copa Argentina
La agradable noche marplatense (16 grados) y un estadio mundialista repleto, con mayoría de hinchas riverplatenses pero una gran concurrencia de platenses, invitaba a una fiesta desacostumbrada por estas horas cuando de River especialmente se trata.
Pero no pareció pesarle de entrada al «millonario» esa sobrecarga emocional de la frustrada segunda final de Copa Libertadores y la consecuente incertidumbre sobre si finalmente se jugará y donde sucederá eso (es muy probable que sea en la lejana capital de Qatar, Doha).
Lo que sí, para tratar de abrir a su rival el técnico Marcelo Gallardo diagramó un ataque que empezaba en su defensa, y especialmente en Javier Pinola, que durante el primer período se cansó de lanzarle zurdazos cruzados a Ignacio Fernández o las eventuales proyecciones de Gonzalo Montiel por derecha.
Y cuando esto no ocurría, la alternativa era utilizar el andarivel izquierdo para que Gonzalo Martínez intentara desnivelar con su habilidad a Ezequiel Bonifacio.
Todo esto, al cabo de esos 45 minutos iniciales terminó dándole buenos resultados al conjunto de Núñez, ya que apenas antes de cumplirse la media hora de juego ya Bonifacio estaba amonestado por una infracción al «Pity» y éste había convertido, de tiro libre, el primer tanto de su equipo con un remate a media altura que contó con la complicidad del arquero Alexis Martín Arias.Pero no pasaron más de cuatro minutos que ya Gimnasia llegó al empate tras un centro del paraguayo ex Lanús Víctor Ayala, que lo lanzó casi sin tener recorrido en su pie derecho, pero un fallido en este caso del arquero de River, Franco Armani, le permitió a Lorenzo Faravelli contar con arco y pelota a disposición para señalar la igualdad.
Pero cuando parecía que la fortuna le empezaba a acariciar la espalda al «tripero» nuevamente Bonifacio lo cruzó fuerte a Martínez y terminó llevándose la segunda amarilla y consecuente tarjeta roja. Los poco más de cinco minutos que quedaban por delante fueron a puro padecimiento para Gimnasia, que terminó sacando un córner tras otro hasta el pitazo final de Facundo Tello.
Y lo que se preveía, que mucho no iba a aguantar el conjunto dirigido por Pedro Troglio en la segunda parte, se corroboró apenas jugados dos minutos, cuando Lucas Pratto hizo gala de su potencia física tras una jugada que arrancó con polémica por presunta infracción a Horacio Tijanovich no cobrada y terminó con el ‘Oso’ definiendo de manera relativamente parecida al primer gol convertido en el partido de ida de la final de la Libertadores frente a Boca, definiendo desde ángulo muy abierto.
Todo estaba a pedir de boca para River, ganando y con un hombre de más, pero un desatino de Pinola iba a poner otra vez en partido a Gimmnasia cuando a los 4 minutos, casi como emulando lo acontecido anteriormente con Bonifacio, dejó a su equipo con uno menos por aplicarle un codazo a Maximiliano Coronel en un tiro de esquina lanzado por Ayala. Era también penal porque la pelota estaba en juego, pero Tello no lo cobró.
Pero no iba a pasar demasiado tiempo para que otra vez la historia se pareciera bastante, a la inversa, para beneficio esta vez de los gimnasistas, ya que nuevamente Ayala lanzó desde la derecha un centro con su precisión habitual y Santiago Silva entró limpio a cabecear al gol ante una nueva floja respuesta de Armani. Solamente 10 minutos habían transcurrido desde la expulsión de Pinola. Fue su décimo gol a River a lo largo de su carrera.
La poco más de media hora que quedaba por delante volvió todo a fojas cero, porque diez contra diez nuevamente River tomó la iniciativa y Gimnasia, como había más espacios, trató de hacer todavía más ancha que larga la cancha, con el objetivo principal de que Martínez no contara con lugares por los que transitar con comodidad.
Y de hecho el «Pity» iba a jugar los últimos minutos jugando por derecha en vez de por izquierda como había arrancado, pero aún así no había demasiados resquicios por donde el ex Huracán pudiera filtrarse, lo que en la desesperación por ganar en los 90 minutos regulares llevó a River a tratar de encontrar soluciones en el juego aéreo, algo que decididamente no es su fuerte.
Y de hecho, entre un Gimnasia que le apuntaba decididamente a la definición desde los 12 pasos y un River tan dueño de la pelota como impotente a la hora de quebrar a la férrea defensa rival, todo quedó para definirse desde donde los «millonarios» menos querían.
Y por eso fue de Gimnasia no más, que se consagró finalista al convertir cinco penales contra cuatro de los riverplatenses, y jugará la final ante Rosario Central buscando un lugar en la fase de grupos de la Copa Libertadores del año próximo y su segundo título de la era profesional. Para el primer objetivo, el «millonario» ahora está obligado a ganarle la Superfinal a Boca. Si no, jugará la Sudamericana en 2019.