Inflación y deuda, un coctel malo para el pueblo
La inflación no da tregua
La inflación en nuestro país es uno de los grandes males que afecta al pueblo, golpeando fundamentalmente el bolsillo de los trabajadores, los jubilados, cuentapropistas, desocupados, a las pequeñas y medianas empresas, etc.
El año 2021 cerró con una inflación de 50,9%, casi 22 puntos por encima de lo que había proyectado el Ministerio de Economía en el presupuesto, que fijó inicialmente una meta de inflación del 29% para ese período. La inflación del mes de diciembre fue de 3,8 según estimó el INDEC, para el Índice de Precios al Consumidor y marcó una preocupante aceleración del aumento de los precios, sobre todo en el rubro alimentos y bebidas que fue del 4,4%, es decir que los alimentos estuvieron por encima de la media general de la inflación.
Esa inflación de 50,9% en el 2021, es 14,8 puntos superior al 36,1% que se produjo en 2020, cuando la economía cayó cerca de 10% producto de la recesión que provocó la pandemia de coronavirus. Esta alza inflacionaria que no parece detenerse ni con las medidas de precios cuidados, ni con los cupos a las exportaciones de carnes, ha dejado a los salarios de los trabajadores en un franco retroceso, que provoca día a día la pérdida del poder adquisitivo y la depreciación del salario. Si bien en algunos casos los trabajadores que están sindicalizados pudieron empatarle a la inflación, e incluso estar un puntito por encima, se debe fundamentalmente a la capacidad del sindicato de negociar mejor de acuerdo a la correlación de fuerzas y se da en sectores donde las ganancias de las patronales han sido exuberantes, como en el caso de los bancos, las exportadoras de aceites, el transporte, etc.
Mientras que un sector del movimiento obrero mantiene de alguna manera su nivel salarial, otro, que puede estimarse en más del 70% de la fuerza laboral de nuestro país, sufre con la precarización laboral y la falta de derechos, que no le posibilitan entrar en los convenios colectivos de trabajo y por lo tanto ser parte de las discusiones paritarias para poder pelearle a la inflación.
Punto aparte es el análisis de la media salarial de nuestro país que se ubica cerca de los 44.809 pesos por mes (lo que ingresan todos los miembros de una familia al hogar), mientras que el ingreso promedio per cápita (o salario promedio) es de 29000 pesos mensuales, según datos oficiales del INDEC. Esos son los ingresos promedio con los que sobrevive un trabajador en nuestro país, mientras que, producto de la inflación, actualmente se necesitan ingresos por encima de los 76.146 pesos mensuales para no caer bajo la línea de pobreza. Ni que hablar un programa Potenciar Trabajo cuyo salario es de 16.000 pesos mensuales.
Ahora bien, más arriba analizamos que uno de los rubros donde el alza de precios fue mayor es justamente en la línea de alimentos. ¿Cómo se explica que un país que se caracteriza por producir alimentos, qué no tiene que importarlos, ya que nuestro suelo es rico para producir todos los comestibles que necesitamos para vivir una vida plena y saludable, tenga como uno de sus principales problemas el acceso a la canasta alimentaria? Una parte de la población debe asistir a comedores y merenderos y otra parte del pueblo trabajador necesita destinar el 70% de su salario para poder comer.
Cuál es la respuesta a este interrogante
La respuesta a este interrogante la podemos encontrar si analizamos a fondo quienes son realmente los que hacen posible la producción de los alimentos en nuestro país, que son los trabajadores argentinos, y cuáles son los intereses monopólicos que se los apropian y comercializan. Por otra parte, debemos apreciar cuál es el vínculo que une al Estado argentino a esta situación y cuál es su papel en la gestación y comercialización de los alimentos. No es lo mismo, desde ya, la relación que tuvo el macrismo con estos monopolios que fue de subordinación, a la que tiene actualmente el gobierno de Alberto Fernández que es más bien de conciliación: apoyarse en el Concejo Agroindustrial Argentino para enfrentar a la Mesa de Enlace, todos son terratenientes y corporaciones exportadoras.
El mercado de granos, cereales, de carnes etc. es manejado en nuestro país por una serie de monopolios extranjeros, entre los que se encuentran cerealeras como Cargill, Cofco, Glencore, etc. o frigoríficos como JBS, Marfing, Swift entre otros. Estos monopolios procesan alimentos junto con los terratenientes locales, dueños de la tierra y son los que definen su precio en nuestro país. El cual lo fijan pensando en el mercado externo, “abastecer al mundo”, es decir exportar lo producido a distintos rincones del planeta como China, Israel, Estados Unidos, Rusia, Alemania, etc., pensando únicamente en las ganancias.
Al estar monopolizado el sector alimentos y, al ser el principal bien exportable que tiene nuestro país por el volumen de los producido, hace que el precio este directamente ligado a los precios que se forman en el mercado internacional, como puede ser la bolsa de Chicago y que por distintas condiciones que sucedan en el mundo la demanda de ese bien sea mayor y su precio, por consiguiente, suba.
Según el índice de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el precio de los alimentos se disparó casi un 33% en septiembre de 2021; el alza del petróleo, el clima y el Covid habrían tenido impacto en este aumento. Este aumento en el precio de los alimentos a nivel mundial impacta directamente en los precios de los alimentos que consumimos los argentinos, pero esto sucede porque quienes producen no lo hacen pensando en abastecer el mercado interno y que nuestro país pueda desarrollarse, sino en generar ganancias aprovechando las oportunidades que se les presentan. Por supuesto que en relación a la fijación de precios de cualquier producto lo que debería primar es tener en cuenta cuáles son los costos para poder producirlos y en base a eso fijar el precio de venta nacional. Pero si en Argentina es más beneficioso producir soja, maíz, ganado, etc. debido a las condiciones climáticas, la calidad de la tierra y otros factores que producirlos en Alemania, por qué los argentinos tenemos que pagar un litro de aceite al mismo precio que lo pagaría un ciudadano alemán, israelí, estadounidense, etc., sino cobramos tampoco los mismos salarios.
Al no controlar el Estado lo que producimos, al no intervenir con empresas estatales en la producción y comercialización de alimentos, es decir si no hay un precio diferenciado para el mercado interno para que los argentinos que hoy no tenemos la posibilidad de acceder en su totalidad a esos bienes, que en nuestro país se producen en abundancia estamos ante una gran incoherencia.
A su vez esto trae como consecuencia otro gran problema que es el control del comercio exterior y de las divisas (dólares) que nuestro país necesita para desarrollar otras áreas fundamentales para nuestro crecimiento como nación como lo es la industria.
Inflación y deuda externa
El principal ingreso de dólares a nuestro país está garantizado por las exportaciones de soja, trigo, carne y otras materias primas como las derivadas de la minería y algunos bienes industriales, es decir dependemos de la caridad de los terratenientes, la oligarquía y las empresas extranjeras a la hora de que esos dólares se liquiden en el país vía retenciones. E incluso estos sectores se resisten a pagar las retenciones, que son un impuesto que cobra el Estado Nacional a las ganancias diferencial. Estos dólares son necesarios ahora para que la industria pueda importar los bienes que nuestro país no puede fabricar y así continuar funcionando, creciendo y generando empleo, pero la historia demuestra que la subordinación de la industria frente a la oligarquía local se hace cada vez mayor porque ningún proyecto político se ha animado hasta ahora a romper con esas dos grandes trabas que representan en nuestro país el imperialismo y el latifundio.
Hoy a su vez tenemos un gran problema que es el crédito que tomó el gobierno de Mauricio Macri con el FMI de 57 mil millones de dólares. El crecimiento que han tenido algunos sectores de la economía, según la consultora internacional Scentia hay un 23% más de inversiones que en el último año de gobierno de Macri, hace que la necesidad de dólares sea cada vez mayor. Esto nos pone en grandes apuros porque las reservas del Banco Central decrecen y se van licuando por el pago de vencimiento de deuda y giros de ganancias de las empresas monopólicas y terratenientes al exterior. En dos años le hemos pagado al FMI cerca de 6 mil millones de dólares- un hecho insólito porque a los estafadores no se les paga-, se ha reducido el déficit fiscal del 6% al 3%, lo que representa un brutal ajuste, y aun no hay acuerdo con el FMI que “tranquilice” la economía y evite el default. A fin de mes nuestro país debe afrontar un vencimiento de cerca de 1100 millones de dólares lo que dejaría a las reservas del BCRA al borde del colapso.
Toda la estrategia del gobierno de Alberto Fernández y del ministro de economía Martin Guzmán, estuvo centrada en lograr un acuerdo con el FMI que nos “devuelva al mundo” y que nos traiga inversiones extranjeras, que no fluyen a nuestro país desde enero del 2018 y que tampoco tiene la posibilidad de endeudarse o tomar créditos. Como dijo la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner recientemente en una carta: “En el año 2021 Argentina pagó -entre capital e intereses- 5.160 millones de dólares al FMI por los vencimientos de ese año correspondientes al préstamo Stand By que el organismo le otorgara a Mauricio Macri en el año 2018. Ese monto representa, nada más ni nada menos que el 1,1% del PBI… ¡Pero en dólares!” “En ese mismo año 2021, Argentina pagó 420.000 millones de pesos (al cambio oficial 4500 millones de dólares) que fueron destinados estrictamente a las medidas tendientes a mitigar los efectos de la pandemia. Allí están incluidas las Vacunas COVID ($124.000 M), REPRO II ($90.000 M), Asistencia al turismo – Previaje ($31.000 M) y reducción de contribuciones patronales a empleadores de REPRO II y Sector Salud ($51.000 M), además de la Ampliación de Políticas Sociales. Ese monto representa el 0,9% del PBI… ¡Pero en pesos!” reconoce de hecho la vicepresidenta que lo que se le ha pagado al Fondo es mucho más de lo que se ha gastado en medidas tan necesarias para el pueblo como las vacunas contra el Covid.
Esta determinación del gobierno nacional de arreglar con el Fondo “a como dé lugar” y descartar propuestas de otros sectores del Frente de Todos como la del gobernador Alberto Rodríguez Saa y del PTP-PCR de declarar odiosa la deuda, investigarla y no pagar esta estafa va llevando al gobierno nacional a una encerrona que puede ser muy complicada.
Por otro lado, el gobierno de Biden necesita condicionar a Argentina y subordinarla en el marco de la disputa que mantiene con el imperialismo chino y ruso en América Latina. Con esto busca poner un límite a gobiernos que están por fuera de la órbita yanqui como los de Bolivia, Venezuela, Chile, Perú, Cuba, etc. Es por eso que a pesar de que Guzmán hizo bien “los deberes” el FMI aun no cierra el acuerdo, porque el EEUU trabaja de la mano de las derechas locales y por supuesto prepara su retorno para el 2023 por eso va a empujar desestabilizar al gobierno nacional y su principal herramienta es el FMI.
Patear el tablero
Es necesario patear el tablero, las fuerzas populares del Frente de Todos deben movilizarse para rechazar el acuerdo y para declarar odiosa la deuda, hay elementos de sustento jurídico para hacerlo, y exigirle al gobierno nacional que cumpla con los objetivos para los que el Frente fue creado, que tiene que ver principalmente con recomponer salarios, terminar con la inflación, recuperar el empleo y ponerle fin al liberalismo en nuestro país. En este sentido el PTP-PCR-San Juan (ver comunicado del PCR), adhiere a la auto convocatoria por la Suspensión del Pago e Investigación de la Deuda que realizan cientos de organizaciones populares y personalidades reconocidas de la sociedad argentina, como Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz; Nora Cortiñas, “Madres de plaza de Mayo – LF”; entre cientos de otras.
Necesitamos que el Estado intervenga en la producción y comercialización de alimentos, eso es fundamental, es la única garantía de que nuestro pueblo pueda comer y, por otro lado es la forma de garantizar que los dólares que ingresen a nuestro país no se fuguen, sino que se usen para generar industria y generar trabajo esos son los pilares que necesitamos para que nuestro país pueda desarrollarse, los Comunistas Revolucionarios debemos hacer una gran agitación sobre estas propuestas y clarificar al conjunto de los trabajadores y el pueblo sobre el gran mal que representa en este momento para la argentina el acuerdo con el FMI y movilizarnos para que no se destine un solo dólar más para pagar una estafa sino que se destine para la industrialización sostenida e independiente de nuestro país con intervención estatal y la generación de empleo.
Alberto I. Agüero – P. Federico Suero