Lo siento, no hay encuestas disponibles en este momento.

EL REFUGIO: INDUSTRIA PILAR DE LA ECONOMÍA JACHALLERA

Hubo alguna vez en la historia de las escuetas industrias jachalleras que se pueden historiar, un ramo de la producción, esto es, la calera, que hizo historia de la grande por lo que vale la pena rescatarla en el recuerdo sobre todo en  tiempos de preocupantes signos de desempleo masivo. Esa importancia mostrada es multicausal, esto es, hay motivaciones justificadas de tipo económica, social, laboral y de diversificación productiva.

Más allá de nombres de propiedad comerciales, legales y contables, hubo una planta de industrialización de cales, que paso a la historia común con el nombre de “El Refugio”, y decimos que paso a la historia, porque de solo pronunciar esta palabra en el Jáchal de antaño y aun hoy, el pueblo ya sabe qué significado posee ese significante lingüístico. Hay un afecto profundo vinculado a dicho vocablo y que solo es posible colegirlo a partir de la existencia de un fenómeno más profundo que aflora desde el corazón del rico patrimonio de la lengua natural, la lengua popular de la “ínsula”, tal como decía el ilustre Don Carlos Herrera Varas.

Dicho con más precisión, diríamos que existe respecto de ese particular y mentado “nomen” una especie de “afectio societatis”, que recae sobre la medula y el continente que ese sintagma verbal, a raíz de que revela de modo fuerte y no menor, cosas agradables albergadas en el imaginario histórico-comunitario.

Y está justificada esa trascendencia y ese afecto social hacia aquella industria genuina nacida de leyes de la década de 1940, que promovieron la radicación de fábricas en el interior de la Provincia, para explotar la minería no metalífera, cuyos yacimientos son aun todavía importantes en todo San Juan.

Los datos de aquella época suenen impresionantes al enumerarlos, y nos asombran en esta época actual que disponiendo de más conocimiento y posibilidades totales, se observa, sin embrago, que se provee de menos soluciones de empleo genuino con todo lo que ello significa, en términos de menguado bienestar de las familias de cualquier comunidad, en este caso, de la comunidad dilecta del departamento de la “ínsula”.

Veamos datos sobre el particular: Llego a consumir el 50 % de energía eléctrica del total facturado en todo el universo de usuarios locales. Le dio vida total desde lo productivo y comercial a la emblemática estación del ex ferrocarril General Belgrano. En un marco de industrias nacionales interrelacionadas en su matriz proveedora y formando cadenas de valor de alto voltaje, surge el siguiente dato: abasteció el 42 % de las calizas y dolomitas necesarios para la resultante de fundentes siderúrgicos demandados por portentosa y famosa  Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA). Salían de Jáchal más de 5.000 toneladas de cales vivas y también hidratadas sumados a otros subproductos originados en la producción matriz, que iban a tener destino de proveeduría de muchas empresas de diverso ramo en el ámbito nacional, como papeleras, curtiembres, azucareras (ingenios del norte del argentino) etc.

Y todo este enclave fabril durante décadas permitió como ninguna otra junto a la ex Clancay (albergaba alrededor de 300 trabajadores directos y otros cientos indirectos) en la industrialización de tomates y otros frutos locales de gran gama y calidad, obtener un producto bruto departamental y un ingreso per cápita sumamente preciado para la masa total de la económica local.

La estadística revelada por diversas fuentes bibliográficas, revela que más de 250 familias , es decir, mil personas estaban ligadas a la empresa calera, a lo que hay que sumarle, las numerosas familias que se vinculaban por proporcionar servicios en otras empresas  que en forma indirecta prestaban la complementaria y absolutamente necesaria proveeduría, como fleteros, electricistas,  plomeros, colectivos, mecánicos, guardias, y la gran red de comercios que vivían básicamente del ingreso monetaria que permitía la fábrica.

Como se señaló en estudios precisos sobre este tema, todo ello se logró con enormes dificultades de diversa índole, como por ejemplo, el estar situada fuera del área de servicios troncales como es la Ciudad  de San Juan.

Sin embrago supero los problemas de logística y de costos, seguramente, compensado por el hecho de que el ferrocarril como trasporte de cargas,  por constituir un desarrollador clave ello coadyuva a generar un gran  alivio a la matriz del insumo-producto empresario.

Hay que señalar que desde el punto de vista de la diversificación productiva, esta empresa, representó una innovación, pues, fue una alternativa válida a la ganadería y la agricultura, permitiendo la movilidad de trabajadores a esa rama de producción del  área fabril. Con todo lo que ello significa en términos de adquisición de nuevas destrezas, técnicas y formas de procedimiento de trabajo.

Y no se puede dejar de señalar que el tan negativo fenómeno de la emigración de zonas del interior de San Juan, en el caso de la “ínsula”, ese fenómeno fue controlado en buena medida por la retención laboral y productiva, mediante la ofrecimiento de trabajo local, a través de la fábrica recordada.

La nostalgia de escribir esta nota, nos recuerda las palabras de don Buenaventura Luna que decía «Ya no es el mismo mi Valle nublarse sus cielos vi…»

Dr. Mario A. Luna, Ex Pte del Concejo Deliberante

Fabián Nuñez ex Asesor del Concejo Deliberante de Jáchal.