Sin espacio para el equipaje
Esta vez el vuelo arribó a destino pero el equipaje tuvo que quedarse en el aeropuerto de partida para ser trasladado luego por tierra. En un nuevo papelón en su corta de vida de diez días de operaciones, la aerolínea low cost (de bajo costo) Flybondi partió este sábado desde Bariloche a Córdoba, pero los pasajeros se enteraron minutos antes de aterrizar en destino que su equipaje despachado no había sido subido al avión y que sería transportado en camión. El 26 de enero, en el vuelo inaugural desde Córdoba, el avión debió volver a base a los pocos minutos de despegar por problemas en un motor. La empresa justificó este nuevo escándalo por las condiciones climáticas, debido a que la alta temperatura la obligó a dejar
2000 kilos de equipaje en Bariloche porque sobrepasaba la capacidad de carga que se puede transportar en las bodegas. Al cierre de esta edición algunos pasajeros no habían recibido sus pertenencias. Desde los gremios aseguran que el motivo del desdoblamiento de la carga tuvo su explicación en cuestiones técnicas estructurales, principalmente la relación entre un motor de poco empuje y una cabina cuya configuración de pasajeros se encuentra al tope permitido. Esto, ante condiciones adversas de altura y calor como las que coincidieron en el aeropuerto de Bariloche, obligó a la compañía a dejar el equipaje del vuelo FO 5445 como parte del lastre que le impedía un despegue seguro desde la terminal Teniente Luis Candelaria.La alegría de haber conseguido los tickets más baratos se esfumó para los pasajeros minutos antes de arribar al aeropuerto de Córdoba, momento en que el comandante de abordo les comunicó que por problemas de sobrepeso el equipaje había quedado en Bariloche. Las protestas por las redes sociales fueron inmediatas. Muchos se quejaron de que no se les haya informado antes de despegar para poder sacar algunas pertenencias, dinero, llaves, documentos o medicamentos despachados y llevarlos en cabina, sobre todo teniendo en cuenta que la partida se retrasó una hora.
“En todos los vuelos, Flybondi.com prioriza la seguridad de sus pasajeros ante cualquier otra circunstancia. El sábado las altas temperaturas registradas en Bariloche redujeron la capacidad de carga de equipaje permitido que se puede transportar en las bodegas. Por este motivo, y para garantizar la seguridad del vuelo, nuestro equipo de operaciones decidió no embarcar el equipaje previsto para despachar”, fue el escueto comunicado que difundió la empresa propiedad de Richard Gluzman, ex socio del vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, en el fondo Pegasus. El sábado la temperatura rondaba los 30 grados en el aeropuerto barilochense, el cual se encuentra ubicado a una altura de 2776 pies sobre el nivel del mar. Esas condiciones, típicas durante vacaciones de verano, requieren un mayor desempeño de los motores de la unidad para despegar sin problemas, pero dada la configuración de asientos y la baja potencia de los impulsores del único avión de Flybondi, fue penalizado, lo que significa estar impedido de despegar porque no estaba en condiciones de relación peso e impulso de los motores.
Según explicaron a este diario desde la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), el problema no fue una falla técnica ni algo que no vaya a repetirse. La configuración de Flybondi para su único Boeing 737-800 es desventajosa en términos de potencia de motor y tamaño de avión. “Con el avión a full de pasajeros está muy al límite de estar penalizado siempre por la carga. No es el mismo peso de despegue en Buenos Aires que en Bariloche o Córdoba, debido a la altura. Por eso, a mayor temperatura y altura empiezan a jugar las penalizaciones”, señalaron. El presidente de APLA denunció que “el avión no tiene la certificación RVSM, que requiere una mayor precisión en el instrumental de la aeronave, con más controles; por lo que tiene que volar debajo de niveles óptimos de altitud por lo que consume más combustible y al comercializar a full el avión tiene que dejar valijas abajo”.
En los últimos años, con el incremento del tráfico aéreo se implementó un plan de vuelo con menos diferencias de altitud y tiempos. “Por ejemplo, antes había diez minutos entre un avión y otro que volaran en la misma ruta y en el mismo sentido. Ahora hay cinco minutos de distancia. Antes había 2000 y hasta 3000 pies de diferencia entre un avión y otro, ahora hay 1000”, explicó Biró. Esto derivó en mayores controles, chequeos y entrenamiento de los pilotos, tras lo cual se otorga una licencia que se llama RVSM, Reviews Vertical Separation Minimal, que es una habilitación para volar más alto, por encima de los 29.000 pies. “Pero el avión traído por Flybondi no tiene RVSM y por lo tanto tiene que volar por debajo de esa altura. Eso hace que consuma más combustible”, explicó el gremialista y piloto. Acá es donde entra en juego la configuración de asientos y motor del avión de Flybondi.
La unidad que la empresa bautizó como Nelson, en honor al perro de Gluzman, cuenta con casi 190 asientos, configuración que en la jerga aerocomercial se denomina “gallinero”. Con esta estructura, no queda demasiado margen para cargar el equipaje de los pasajeros. Por ejemplo, los 737-800 de Aerolíneas Argentinas cuentan con 130 asientos y motores un 50 por ciento más potentes. “En estos casos lo que se hace es vender menos asientos, por caso, unos 150 tickets, y eso evitaba tener que dejar equipaje. No sólo hay problemas técnicos sino también ineptitud en el manejo de la aerolínea”, agregó Biró. La empresa tiene previsto volar a Iguazú, Mendoza, Bariloche y Buenos Aires, mientras que tiene vendido para la segunda semana de febrero vuelos desde el aeropuerto de El Palomar, pero habrá que esperar cómo se dirime la batalla judicial para habilitar los vuelos comerciales.