LA AMBICIÓN DESMEDIDA DE EMPRESARIOS DE LA INDUSTRIA DEL VESTIDO, PUSO EN RIESGO LA SALUD DE LOS TRABAJADORES.
Los trabajadores de la industria del vestido no están pasando. Son muchas los problemas que los afligen: atraso en los pagos de alquileres de viviendas, falta de mercadería, falta de artículos de limpieza, trabajadores con hijos con capacidades especiales y con enfermedades crónicas, a los que les resulta cada vez más difícil sostener esta situación, madres solteras que no saben cómo hacer para poner el plato de comida en su mesa y otros casos que serían largo de enumerar. Todos estos problemas son ocasionados por recibir sueldos bajos y atrasados y, no son problemas nuevos, pero se agravan con la situación del COVID 19, que los pone en una situación mucho más difícil y vulnerable, debido a la emergencia sanitaria y económica que atraviesa nuestro país y nuestra provincia.
La Industria del vestido, ha sido el rubro más golpeados por los cuatro años del gobierno de Macri, debido a la apertura indiscriminada de las importaciones, que impacto de manera negativa en dicha actividad, generando cierres de fábricas y sobre todo despidos que dejaron desamparadas a miles de familias en todo el gran San Juan y el país.
Para colmo, esta semana sucedió un hecho que gráfica la situación que viven, desde hace muchos años los obreros del vestido, y en las manos de qué tipo de empresarios están a merced.
El día martes 14 de abril el señor Vallejo Mini Sergio de la conocida empresa ZONDA S.A., fue detenido por violar el aislamiento social obligatorio que decreto el gobierno nacional, debido a que su empresa se encontraba trabajando sin contar con las autorizaciones debidas, poniendo en riesgo de contagio a unos 120 trabajadores. Los trabajadores se encontraban desempeñando su tarea con mínimas condiciones de seguridad e higiene en dos turnos, uno de 7 de la mañana a 14 hs y el otro de 14 a 22 hs, presionándoles sacar un pedido de camperas para empresas ligadas al gobierno que estaban obligadas a brindar servicios.
Otro hecho gravísimo sucedió con en la empresa de Zoberman, que tampoco tenía autorización para trabajar y sin embargo, estaba haciendo cumplir diferentes tareas en un local céntrico bajo llave y en condiciones deplorables a más de 21 trabajadores, si bien estos trabajadores pertenecían al rubro de comercio, la metodología esclavizante de Zoberman es la misma para todos los trabajadores. La actitud del empresario que, no sorprende a nadie con estas prácticas, fue darse a la fuga.
Hay más empresas que están obligando a que sus empleados se presenten a trabajar con permisos aparentemente no validos o utilizando los permisos para disfrazar el trabajo en las fábricas, haciendo que un grupo muy reducido de trabajadores hagan trabajos relacionados con los permisos entregados y el resto de los trabajadores confeccionando cualquier prenda distinta a la permitida.
Todas estas empresas comparten algo en común, y es algo a lo que nos tienen acostumbrados, reciben beneficios económicos en toda época y gobierno alegando problemas económicos, pero a la hora de que estos subsidios y ayudas que les otorga el estado se vuelque a mejorar las condiciones en las que sus trabajadores desempeñan su tarea diaria, les dan la espalda y explotan cada vez más.
Entendemos que el sindicato (SOIV) y la CGT, deberían estar presente en el sufrimiento diario de los trabajadores y ponerse a la cabeza de la denuncia sobre estas injusticias. Sin embargo no lo hacen, los trabajadores los sienten ausentes y ajenos a sus problemas.
La Agrupación de Trabajadores de la Industria del Vestido no se ha quedado de brazos cruzados ante esta situación, han gestionado mercadería junto a organizaciones amigas para asistir a compañeros que lo necesitaban, fabricaron barbijos para donar a comedores y merenderos, están presentes virtualmente en los talleres de costuras y en las líneas de producción, denuncian y hacen público los atropellos que viven los trabajadores, los visitan de la misma manera y tratan de darles una mano desde la igualdad de ser todos trabajadores. Todo esto lo hacen sin ningún ‘aparato’, solo con la organización democrática de los trabajadores, por eso es tiempo de que el SOIV y su conducción se pongan a la altura de esta situación y cambien su actitud pasiva.
Desde nuestro lugar de trabajo llamamos a la unión y organización de los trabajadores de la industria del vestido, se merecen un sueldo digno y condiciones de trabajo seguras, así como también garantías para cumplir con el aislamiento social y obligatorio que a veces no pueden cumplir por razones económicas.