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DEL AULA FÍSICA AL AULA VIRTUAL, NOTA REALIZADA POR EL PROFESOR MARIO ALBERTO VIDELA.

Desde Comenius, el aula se fue estructurando sobre la base del método frontal, esto es, una disposición orientada hacia el frente, con un punto de atención a la figura del adulto-experto, que ocupa el lugar del saber y en una tecnología visual centralizada como la pizarra, con una relación radial entre el docente y los alumnos (Uno a todos). Tiempo después, el dispositivo pedagógico definido como “instrucción simultánea”, tanto en la enseñanza elemental como la universitaria, terminaron moldeando lo que hoy conocemos como “aula”: un grupo de estudiantes que básicamente aprenden cosas similares al mismo tiempo y que prestan atención a un docente que tiene un programa central que estructura la docencia.
Desde la década de los noventa, Internet se utiliza con fines educativos y, durante esos años han surgido una serie de modelos destacados de educación basada en ella. Quizás el más difundido esté constituido por las diversas formas de lo que se ha dado en llamar e-learning 1 , y que abarca desde cursos online hasta aulas e incluso universidades virtuales. Muchos de los primeros ejemplos de e-learning consistían básicamente en suministrar contenidos de manera unidireccional y, por lo tanto, eran una réplica de las formas epistolares tradicionales de la educación a distancia. Estos programas (que aún existen) suelen depender de sistemas de gestión de contenidos online, aunque con el apoyo de algún tipo de interacción en forma de correos electrónicos, tablones de anuncios virtuales y otros sistemas de comunicaciones. Junto a estas formas de transmisión de contenidos se da un desarrollo constante de las llamadas aulas virtuales, por lo común representaciones espaciales de aulas o salas de conferencias que pueden ser habitadas por alumnos y profesores. A menudo estos espacios virtuales han sido diseñados para alojar formas sincrónicas de instrucción y comunicación en vivo, en las que el estudiante puede escuchar clases, ver vídeos y presentaciones visuales y también interactuar con otros alumnos mediante texto y voz. Existen otras modalidades asincrónicas de aula virtual en forma de espacios digitales que permiten acceder a recursos tales como Grabaciones de audio y transcripciones de textos de clases, lecturas complementarias, e-cursos de la web 2.0 y foros de discusión.
Actualmente, en este contexto de pandemia, no hemos visto obligados los docentes a reorientar nuestra propia práctica, la misma se realizaba dentro de un espacio físico, con o sin soporte tecnológico, dirigida a estudiantes de entornos económicos, sociocultural familiar distintos. Algunos, con mayores dificultades para asistir regularmente, por cuestiones de trabajos informales, otros, por quedarse a cuidar a sus hermanos mientras sus padres trabajan informalmente haciendo changas, o en alguna finca, otros porque no tenían para el colectivo, o lo que es peor, tenían que optar entre pagar el colectivo o comer un sándwich, porque su mamá (quien vive sola porque su marido está en el penal) se fue a trabajar, y no pudo dejar preparada la comida en la noche anterior.
Otros llegan temprano a la escuela, porque se sienten contenido de la violencia familiar, tienen a alguien fuera de la familia con quien puede compartir desilusiones, sueños, alegrías etc. Algunos se quedan luego de tener educación física porque no quieren volver a sus casas, o no tienen dinero para regresar a la escuela luego a tener clases, y así, puedo seguir describiendo un montón de situaciones. Situaciones o experiencias de vidas reales, palpable, con rostros enrojecido de vergüenza, con manos entumecidas por el frío, con cuerpos desmayándose de hambre, situaciones como ya dije, reales, visible y solucionable con la solidaridad de la comunidad educativa.
Estos estudiantes tenían un lugar físico a donde asistir públicamente, sin restricciones, excepto, aquellas que imponen algunos directivos al no permitir ingresar a estudiantes repitentes con mala conducta, o que ingresan por orden meritocratico. Generando, por un lado, escuelas de repitente con malas conductas, y por el otro, escuela que solo aceptan alumnos de la primaria con promedio 8 ocho y buena conducta, produciéndose circuitos diferenciados en la educación pública, otra situación para analizar. Pero, más allá de esta particularidad, los estudiantes en líneas generales tenían un espacio físico compartido, con un horario común, en donde podían interactuar con otros estudiantes, y diversos actores de la institución, del aula, donde el conocimiento se socializa
y lo van re-significando los estudiantes con la guía permanente del docente.
La situación sociocultural familiar descripta anteriormente no ha cambiado, se ha profundizado con el aumento de pobreza. Argentina llegó a 16,1 millones de pobres, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) el miércoles 1/04/2020. El dato, corresponde al segundo semestre del 2019 para el conjunto de 31 aglomerados urbanos, donde viven 28,5 millones de habitantes. El Indec informó que la tasa de pobreza fue del 35,5% en la última parte del año pasado, frente al 32% del mismo período del 2018.
Por lo tanto, los problemas en educación persisten y se profundizan, no solo por la falta de recursos económicos y tecnológicos en el hogar, o el hacinamiento familiar en los sectores más vulnerables, en donde no se cuenta ni siquiera con un espacio físico adecuado para realizar las tareas escolares. Sino también, porque los vínculos con otras personas desaparecieron o mutaron a lo virtual, ya no está el compañero de banco o de curso al que puedo mirar y saber si le pasa algo, o le pasó algo en su casa, intercambiar ideas, resolver dudas sobre un contenido específico, o ser cómplice de algún sobrenombre de un docente o actor de la comunidad educativa, es decir desapareció el espacio físico fuera del núcleo familiar que nos permite socializar no solo conocimiento.
Ha cambiado bruscamente el escenario, hemos pasado drásticamente a una educación virtual donde posee como soporte la informática asociada a la telecomunicación y donde los vínculos cambiaron. Frente este nuevo escenario los docentes aplicaron diversas estrategias de comunicación con los alumnos algunas impulsadas de forma personal vía Whats-App, y otras impuestas por el ministerio como guías de contenidos, que se podrán visualizar por medios de plataforma virtuales gratuitas, se entregarán materiales impreso para aquellos lugares que no tienen conectividad, y se complementara con videos de docente que se ofrezcan voluntariamente para salir por YouTube o algún medio televisivo. Medidas acertadas para depositar contenido, y lograr un acercamiento al conocimiento de manera unidireccional, siendo una posible excepción la utilización del Whats-
App ya que la utilización del mismo, permite una comunicación más fluida entre alumnos y docente siempre que estén dadas las condiciones o se acuerde un horario de encuentro.
Esta situación planteada, me lleva a pensar y replantearme sobre las prácticas docentes o residencias, íntimamente relacionadas con el futuro campo laboral del docente. Prácticas que se realizan en aula física con o sin aportes de tecnología. ¿Es posible realizar prácticas o residencias de manera virtual? Por supuesto que no, si lo hiciéramos estaríamos desconociendo el contexto político económico, social y cultural que atraviesa el aula, los vínculos que se generan, el aprendizaje que significa ponerte en el rol de docente frente a 40 estudiantes, etc. ¿se puede hablar de aulas invertidas? Creo que se puede aprovechar para realizar las prácticas docentes de un nivel
terciario o universitario, sin desconocer la situación económica de los estudiantes. ¿Pero esto funcionaría en el nivel secundario? Hoy en día, no solo dependerá de las posibilidades que tenga cada estudiante de tener los recursos tecnológicos disponibles en su hogar, dependerá de la situación socioeconómica de cada familia y, sobre todo, del rol que cumpla el estado dirigido por el gobierno de turno para cambiar dicha situación familiar, a corto, mediano y largo plazo.
Las medidas aplicadas por el gobierno frente a la pandemia, situación actual, son medidas de emergencias adecuadas para seguir garantizando un acercamiento al conocimiento durante la pandemia. Pero creo que se debería volver a implementar un programa como conectar igualdad, esto significaría una inversión de 4.800.000.000 de pesos (aproximadamente) a un cálculo de 20.000 pesos por notebook, si tendríamos que asistir a los 240.000 estudiantes de todo el sistema educativo provincial, número de estudiantes declarado por el sr Ministro de Educación. Ahora bien, no sé si se puede implementar de forma inmediata, en forma gradual, cuanto
significa esta inversión del PBI provincial, pero sería muy importante la implementación de una medida así, para garantizar de cierta manera la igualdad tecnológica. Creo que, de forma inmediata, se debería implementar una fuerte capacitación de recursos tecnológicos dirigida a los docentes por instituciones, a través de cursos virtuales gratuitos aprovechando este aislamiento obligatorio producto de la pandemia.

FUENTE
Nota del prof . Mario Videla