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CUESTIÓN DE ESTADO. EL OPERATIVO PARA CUIDAR A ALBERTO FERNÁNDEZ DEL CORONAVIRUS

Alberto Fernández se moría de ganas de conocer a Pat Metheny, uno de los guitarristas de jazz más reconocidos de la historia. Tenía previsto recibirlo el martes pasado, en la Casa Rosada. Pero debió suspender la audiencia, porque el músico estadounidense había estado en Oakland, una de las zonas de California más afectadas por el coronavirus.
Ubicado en el centro de la toma de decisiones para enfrentar la epidemia, Fernández redobló su dedicación horaria en los últimos días y el contacto con los funcionarios afectados al abordaje de la crisis. Pero, para reducir riesgos, modificó alguna de sus rutinas de trabajo: canceló las actividades con público, adoptó medidas de seguridad en las reuniones de gestión y, a partir de mañana, planea trabajar menos en la Casa Rosada, y más en la residencia de Olivos.

Un detalle significativo: el Presidente ya no saluda con beso, abrazo ni apretón de manos, como acostumbraba. A regañadientes, terminó de incorporar ayer ese cambio, después del encuentro que encabezó en la residencia de Olivos, con funcionarios y expertos.

«Me cuido como todo el mundo», dice el Presidente, cuando lo consultan por su salud, y remarca que se siente muy bien. A su alrededor, de todos modos, se tomaron una serie de medidas para garantizar el bienestar de Fernández y de su grupo de colaboradores más cercanos. Cuidar la salud del Presidente es una cuestión de estado, en especial en este contexto, reconocen en la Casa Rosada.
Próximo a cumplir 61 años, Fernández integra el grupo, de mayores de 60 años, al que el Gobierno recomienda aislamiento voluntario. Pero no es parte de la población de riesgo de adultos mayores, de más de 65 años. Tampoco padece una enfermedad respiratoria crónica, factor que incrementa el riesgo de vida de los contagiados, pese a que tuvo dos episodios pulmonares, en 2008 y en 2019.

Hace 12 años, semanas después de abandonar la Jefatura de Gabinete, sufrió una embolia pulmonar, que los médicos atribuyen a factores genéticos, dado que su madre padeció trombofilia. En junio del año pasado, justo antes del inicio de la campaña presidencial, estuvo internado durante tres días en el Sanatorio Otamendi por una inflamación de la pleura, la membrana que recubre los pulmones.

Con el fin de reducir riesgos, Fernández recibirá hoy a primera hora la vacuna antigripal, en un operativo de vacunación temprana que incluirá también a su mujer, Fabiola Yáñez, y a los funcionarios con los que tiene trato diario, como el secretario de Comunicación Pública, Juan Pablo Biondi , y el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello .

Las medidas son coordinadas por el director de la Unidad Médica Presidencial, Federico Saavedra, y la vicedirectora, Valeria Tagliapietra. Médico personal de Fernández hace más de diez años, Saavedra es el jefe de Clínica Médica del Sanatorio Otamendi, donde también trabaja Tagliapietra.
A las personas que trabajan cerca del Presidente se les toma la temperatura a diario. En todos los ingresos a la Casa Rosada y la residencia de Olivos hay agentes provistos con termómetros laser tipo pistola. A los que marcan más de 37,3 se les impide el ingreso, sin excepciones. Por esos mismos controles pasan los edecanes presidenciales, los pilotos del helicóptero y el jefe de seguridad de Fernández, Diego Sandrini. Es una suerte de cordón de seguridad sanitaria.

En las últimas horas se dispuso además que en los consultorios médicos de la Casa Rosada y la residencia de Olivos no se atienda a pacientes con fiebre. Si se detecta un caso, se lo deriva de inmediato a un centro de salud. Por ahora, de todos modos, no fue necesario derivar a nadie por el momento, detallan.

Saavedra y Tagliapietra encabezaron el viernes pasado un encuentro con el personal de Ceremonial de la residencia de Olivos y de la Casa Rosada. Les indicaron que en todas las reuniones debe haber una distancia de alrededor de un metro entre los participantes y doble ventilación de aire.

No aplican un protocolo especial, aclaran en la Casa Rosada, sino que adaptan las medidas de índole general dispuestas por el Ministerio de Salud, en línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Desde hace unos días todas las audiencias pasan por el filtro de la Unidad Médica Presidencial. Pat Metheny no fue el único tachado de la lista. El Presidente llamó por teléfono a su amigo el productor musical Gustavo Santaolalla, que había participado en México de los recitales homenaje a Soda Stereo, para recomendarle que suspendiera una visita que tenía programada a la Argentina. «Te vas a tener que quedar en tu casa», le advirtió.

El premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, que asesora al Gobierno en la renegociación de la deuda externa, también debió suspender un viaje a la Argentina, previsto para esta semana. Hace varios días que, para el Presidente, la deuda es menos importante que el avance del coronavirus.

FUENTE

DIARIO LA NACIÓN