“Pensar que en 1986 éramos mil mujeres y ahora tal vez seamos casi doscientas mil”
Magui Bellotti va a llegar al Encuentro Nacional de Mujeres un día antes, como para acomodarse y estar lista para la acción. Será un fin de semana agitado y ella, que va por los 71, lo sabe. Pero esta abogada feminista es una militante con experiencia: participó en 30 de los 33 encuentros que hubo en el país y estuvo en la comisión organizadora del primero, en 1986. «Eramos mil mujeres. Y pensar que ahora tal vez seamos casi doscientas mil, por momentos no puedo creer que hayamos logrado todo esto».
Cuenta Magui que entre las mujeres que participaron de la Conferencia de Nairobi en el 85 y el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe confluyeron en la organización del Primer Encuentro Nacional de Mujeres: «Aún desde las posiciones más radicalizadas hasta las más conciliadoras se acordó que había que tener un gesto inaugural con las mujeres, una instancia nueva».
La lucha entonces era la ampliación de los derechos civiles de las mujeres: «Estábamos con la patria potestad compartida y la igualdad ante la ley de los hijos matrimoniales y extramatrimoniales… parece la prehistoria, pero era así. En el 85 todavía se llamaba patria potestad, los hijos como propiedad… y todavía no había divorcio».
El contexto era de una democracia creciente, en la que las mujeres se volvían fundamentales en la defensa de los derechos humanos.
Magui había nacido en Córdoba, pero en el convulsionado 76 ya vivía en Buenos Aires y había leído «Para la liberación del segundo sexo», una compilación de ensayos feministas seleccionados y prologados por Otilia Vainstok. Una tarde, en la estación de Morón, esperando el tren, una amiga le presentó a varias militantes feministas. Magui se apasionó. Pasó a ser parte de ATEM (Asociación de Trabajo y Estudio dela Mujer). «Yo soy lesbiana, y hoy es más fácil, pero antes fue muy difícil. Yo sentí que dentro del movimiento feminista todo era más simple», cuenta.
Aquel Primer Encuentro Nacional de Mujeres fue en el Centro Cultural San Martín de la Ciudad de Buenos Aires, los días 24 y 25 de mayo de 1986. Fueron mil mujeres de todo el país, aunque la mayoría eran porteñas de sectores medios. Había trabajadoras, gremialistas, feministas, de diversos partidos políticos.
Los talleres fueron sobre sexualidad, derechos humanos, trabajo, medios de comunicación, mujeres indígenas. «En el taller de sexualidad hablamos del derecho de las mujeres sobre sus cuerpos, del derecho al aborto. Votamos el reclamo», cuenta Magui a Clarín. Fue tan enriquecedor el encuentro que decidieron que harían otro al año siguiente.
El segundo encuentro fue en Córdoba. «Recuerdo que entre todos los temas que hablamos estuvo la prostitución, y el lesbianismo…». Los encuentros no pararon más. Siguieron Mendoza, Rosario, Termas de Río Hondo, Mar del Plata, Neuquén, Tucumán, Corrientes, Jujuy. Todo el país. Cada año más talleres, más mujeres, más temáticas, más diversidad. Al Encuentro de 2016 en Rosario asistieron 70 mil mujeres.
-El Encuentro Nacional de Mujeres es único en el mundo ¿Por qué?
-Todavía no hay una interpretación clara. Yo creo que el éxito está en que es autogestivo, autofinanciado, diverso en ideas. Siempre, y cada vez más, hay intentos de dividir el encuentro con ideas partidarias o diferencias dentro de los feminismos, pero el encuentro no se rompe. Y todas y cada una de las mujeres salen de los encuentros con otra perspectiva, con mayor conciencia, con un gran entusiasmo para cambiar las cosas y con un grupo de compañeras cada vez mayor.
– ¿Cuáles crees que son los temas que no pueden faltar en las discusiones de este encuentro?
-El aborto, la violencia, las mujeres de los pueblos originarios, el trabajo en todas sus dimensiones como la división sexual del trabajo, la sobre tarea, la inequidad de salarios, la brecha, la desigualdad en las tareas de cuidado, la precarización, la discusión abolicionismo/trabajo sexual.
Magui Bellotti estará en los tres talleres específicos que habrá sobre abolicionismo, también habrá una asamblea y una Plaza Abolicionista en homenaje a Johana Ramallo, la joven de 23 años que estuvo desaparecida casi dos años hasta que meses atrás encontraron sus restos. Su familia siempre apuntó a una red de trata.
-Abolicionismo/Reglamentarismo es un tema que genera grandes diferencias en el feminismo…
-Para mí es muy difícil pensarse feminista y no ser abolicionista. La prostitución es parte fundamental del sometimiento de las mujeres. Se trata de un sistema prostituyente que está formado por una cadena de personas entre las que están los que imprimen los cartelitos, los taxistas que llevan y traen, los empleados de los hoteles…. Considerar que la prostitución es un trabajo es favorecer a que haya cada vez más personas en esta situación y favorece la trata. Decir que es un trabajo es un discurso cínico, la mercantilización de los cuerpos nunca puede ser vista como un valor ni como algo glamoroso que da poder. Es todo lo contrario. En la prostitución hay violencia y coacción. Además, se sabe que el 90 por ciento de las personas que están en esta situación son pobres y gran parte también han sido abusadas en la infancia. La prostitución no tiene nada de empoderante.
(Fuente: Clarín)