La UE no acepta el plan Johnson, pero negociará
La respuesta de Bruselas al plan Johnson se mueve en graduación ascendente entre los puntos problemáticos que detecta Juncker, un Tusk nada convencido y el no rotundo del Parlamento Europeo. Un abanico de reacciones que indica que las propuestas de última hora del primer ministro británico no seducen a la Unión Europea que, sin embargo, no quiere cerrar la puerta a la negociación, sea porque cree realmente que hay margen para pactar o bien, porque no quiere darle a Johnson el argumento de que es Bruselas quién rompe la baraja.
Ayer, el negociador comunitario Michel Barnier informó a los embajadores de los 27 de su visión de la situación. Hay progresos, con una propuesta concreta sobre la mesa, pero se está lejos de los objetivos fijados. “Hay puntos problemáticos en la propuesta del Reino Unido y queda trabajo por hacer. Pero este trabajo debe ser realizado por el Reino Unido y no a la inversa”, declaró la portavoz de la Comisión Europea, Natasha Bertaud, pasando la pelota y la responsabilidad al campo británico.
El Europarlamento es el más duro, y rechaza que la propuesta de Londres sirva de base para un acuerdo
Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, escribió en Twitter que “seguimos abiertos, pero aún no convencidos”. Mensaje que mandó después de hablar por teléfono con Boris Johnson. Quién más contundente se mostró fue la comisión especial del Brexit en el Parlamento Europeo, que concluyó que estas propuestas, en su formato actual no representan “la base para un acuerdo al que el Parlamento Europeo pueda dar su aprobación”.
Es cierto que Johnson se ha movido, que ha cambiado el plan inicial pactado entre los 27 y su predecesora Theresa May, que fue rechazado por tres veces en el parlamento británico, y se ha pasado de una unión aduanera con todo el Reino Unido a un alineamiento regulatorio limitado a Irlanda del Norte.
Pero, visto desde Bruselas, queda lejos de las líneas rojas marcadas. Por un lado, una exigencia de los 27 es que todos los planes sean operativos desde el primer día, no que queden sometidos a negociaciones durante el período de transición. Por otro, preocupa que los planes de Boris Johnson suponen la reinstalación de fronteras en la isla, de una forma u de otra, aunque no sea en el límite exacto entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Y además, el derecho de veto que se concede a Irlanda del Norte, cuya Asamblea deberá decidir si da su aprobación a estos arreglos aduaneros al final del período de transición, a finales del 2020, y renovarlos cada 4 años. Que el backstop en cualquiera de las formas que se acabe adoptando pueda ser levantado unilateralmente ha sido hasta el momento anatema para los 27, que consideran que si se le condiciona temporalmente o pueda levantarse por la decisión de una de las partes, pierde las garantías que está destinado a aportar.
“La buena noticia es que el Reino Unido por fin ha puesto algo sobre la mesa que tiene solidez, que es un planteamiento jurídico, no sólo declarativo”, indicaron fuentes diplomáticas, que consideran que es una base para la discusión, aunque sigan habiendo problemas.
Las mismas fuentes subrayaron el escaso margen de tiempo que queda para negociar. En la práctica, sólo trece días hasta el Consejo Europeo del 17 de este mes, y además, allí cualquier acuerdo tendría que llegar precocinado. Los jefes de gobierno no pueden dedicarse a resolver los detalles técnicos y en esta negociación “la voluntad política está muy bien pero es importante que técnicamente pisemos en terreno firme”, apuntan fuentes europeas.
(Fuente: LaVanguardia)