Cómo fueron las últimas horas de la orangutana Sandra en el país
Está claro que este expediente que tramitó en su juzgado no fue uno más para Elena Liberatori. La jueza en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires reconoce que ama los animales y la naturaleza y que logró entablar un vínculo especial con Sandra, la orangutana de 33 años que habitaba desde 1994 en el ex zoo porteño (había nacido en Alemania) y que tras ser reconocida por Liberatori, en 2014, como «persona no humana», «sujeto de derechos» y «ser sintiente», logró ser trasladada a Estados Unidos donde vivirá en mejores condiciones.
Cada vez que la jueza la iba a visitar al ahora Ecoparque, los cuidadores le organizaban alguna actividad especial como cuando le pusieron varias lamparitas y, a partir del color que Sandra elegía, le ponían nueces, uvas o bananas, reveló Liberatori.
La magistrada contó que fue uno de sus colaboradores del juzgado, a quien identificó como Gastón, el que entabló una relación más cercana con la primate. «Él, durante estos tres años y medio, iba cada quince días para cumplir con un régimen de visitas para supervisar el trato que recibía Sandra».
Elena Liberatori, la jueza que declaró «persona no humana» a Sandra.
«Ayer sucedieron cosas increíbles, de estas que nos tienen que hacer reflexionar sobre temas profundos en cuanto a humanos y los animales», dijo en una entrevista con Radio Con Vos.
«A ella la venían entrenando desde hace un tiempo para entrarla a la caja transportadora en la que se hizo el traslado. Ayer hizo algo increíble: eligió una manta y entró a esa caja. Yo digo que armó la valija».
Según contó Libertori, ya mientras esperaba en el sector de cargas del Aeropuerto Internacional de Ezeiza para subir al avión que la llevó a Dallas, uno le hablaba y ella parpadeaba, parecía que entendía». En ese diálogo, la jueza la animó y le dijo «bueno, mi amor, le estamos pidiendo a San Roque que te proteja, vas a un lugar lindo, y ella escuchaba, tenía la tranquilidad que ninguno de nosotros tenía».
La magistrada reconoció que «ayer fue un difícil, pero a la vez una situación muy simbólica». Dijo que ayer, en ese mismo vuelo, además de la orangutana viajaban cuatro lobitos, que fueron cazados en la Isla de Lobos, en Uruguay, rumbo a un acuario en Arabia Saudita, y nadie los alimentó en ningún momento, mientras a Sandra le dábamos de comer y beber, además de nuestras protecciones y las tutelas.
«Sandra llegó en perfectas condiciones a Dallas, ya está comiendo uvas y tomando agua de coco», confirmó el ministro de Ambiente y Espacio público porteño.
Ahora, tras una parada intermedia, llegará al santuario Center for Great Apes, un refugio de 40 hectáreas en Florida en el que residen otros 21 simios rescatados de circos y la industria del entretenimiento.
Entre la documentación que acompañó su traslado, fue un «mándamus», una especie de declaración que hizo Liberatori en la que se recuerda que, «en ningún lugar, bajo ningún punto de vista, y por parte de ninguna persona puede llegar a ser tratada como una cosa».
«El caso de Sandra tuvo una repercusión mundial, que acá se conoce recién ahora. Hay un equipo de documentalistas de Corea del Sur registrando todo desde el inicio y en la universidad de Lyon, Francia, en la materia de psiquiatría veterinaria estudian este caso», graficó la magistrada.