Reflexiones sobre la historia
En el siglo XVII, comienza un proceso de expansión de los arucanos (llamados así por los españoles) y su cultura, hacia el este de la cordillera de los Andes y el dominio sobre pueblos originarios que vivían en esas zonas. En esta época, en nuestro actual territorio, no extía, ni siquiera el Virreinato de Río de La Plata creado en siglo XVIII (1776). Todavía estábamos bajo el mando del Virreinato del Perú. En este momento histórico no existía ni Chile ni Argentina, por lo tanto, hablar de mapuches chilenos o argentinos, habla de un gran desconocimiento de la historia o de que nunca le prestaron atención a la profe de historia.
Recién con la “Campaña del desierto” de J.A. Roca, se incorporan grandes extensiones de tierras a los dominios del Estado, sur de Buenos Aires, La Pampa, norte de Río Negro y Neuquén. Esta campaña no era otra cosa más que la guerra, la puesta en marcha de un plan sistemático para matar pobladores originarios, introducir un proceso de autorización para que no solo pierdan sus tierras sino también su identidad.
Los que cuentan la “historia oficial” quieren que caigamos en un reduccionismo de la historia, que nos pongamos del lado de los mapuches (que según ellos son chilenos) o de parte de los tehelches (considerados argentinos) como si eso justificara que empresarios como Benetton, Lewis y otros no solo sean dueños de numerosas hectáreas en nuestra Patagonia, sino también, de rutas provinciales, lagos (patrimonio natural de los argentinos), de playas patagónicas, etc. Todo esto es posible porque el gobierno nacional los ampara y porque tienen la protección de las fuerzas que deberían protegernos a los argentinos de las amenazas externas. También hay que recordar que se ha permitido en territorio patagónico la instalación de basas militares de los Estados Unidos.
Además de mandarlos a estudiar Historia con una mirada crítica, los llamo a la reflexión. En el mundo hay dos historias, la historia las clases dominantes y la historia de los pueblos.