En Cuyo trabaja uno de cada 10 niños con edad promedio de 11 años
En Cuyo 1 de cada 10 chicos menores de 15 años trabaja y en proporción, lo hacen más quienes viven en zonas rurales, aunque por la densidad de población es en la urbanidad donde hay más afectados. Además, se estima que en promedio comienzan a trabajar para el mercado a los 11 años.
En la región de Cuyo el 15,7% de los niños que viven en el ámbito rural realiza algún tipo de tarea laboral y suman 20.271. En la zona urbana, es la mitad de esa proporción: son el 6,6% lo que implica 31.274 chicos.
Si se considera la zona urbana, Cuyo tienen un indicador levemente más elevado que la Patagonia y que el centro del país, pero está por debajo del resto.
Los datos surgen de la Encuesta de actividades de niños, niñas y adolescentes 2018 (EANNA) en su segunda edición. Este trabajo -a diferencia del primero, que se realizó en 2004 y en la que sólo tomó algunas provincias- logró abarcar todo el país, segmentado en 6 regiones.
Hay que tener en cuenta que de acuerdo a la legislación nacional el trabajo de los menores de 16 años está prohibido mientras que en mayores de esa edad y hasta los 18, es aceptable aunque sólo bajo ciertas condiciones.
Juan Zavala está a cargo de la Dirección General de Estudios Macroeconómicos y Estadísticas Laborales de Nación, área que realizó el informe. Comentó a Los Andes que aprecian una evolución. “Hay más toma de conciencia, de no validar ciertas situaciones que antes se validaban, hay un cambio cultural para revertir las visiones y eso acota las posibilidades de que esto suceda”, destacó.
De todas formas, reconoció que hay situaciones complejas como son el contexto económico o ciertas cuestiones culturales en lo rural.
Dijo que en el caso de los adolescentes influye mucho la apremiante situación económica y que no necesariamente están fuera de la ley.
Motivos
En el trabajo se destaca que los principales motivos que los impulsan al mercado laboral están relacionados con la ayuda familiar y la necesidad de ganar dinero para sus gastos y los de su hogar.
La relación laboral que prevalece entre los más chicos es la ayuda familiar a padres u otras personas de su entorno cercano. Sin embargo, a medida que crecen, se extienden las relaciones salariales de tipo precario y los acuerdos cuentapropistas informales, principalmente entre los que trabajan en el medio rural. Por ende, la mayoría carece de algún tipo de beneficio social como vacaciones pagadas, obra social, días pagos por enfermedad y otros.
“Entre las niñas, niños y adolescentes, se evidencian condiciones de trabajo desfavorables: alrededor de uno de cada tres se los sostiene que le cansa la actividad que realiza; cerca de uno de cada tres señala que siente exceso de frío o calor al efectuar su trabajo; y uno de cada cuatro niñas y niños urbanos desarrolla su actividad en la calle o en algún medio de transporte”, advierte el documento del Indec.
Por otra parte, especifica: “La presencia de trabajo nocturno se intensifica en el medio urbano, principalmente entre las mujeres (16,6% de las de 5 a 15 años y 19,2% de las de 16 y 17 años en la zona de Cuyo declaran trabajar por las noches), a causa, fundamentalmente, de los trabajos de cuidados que ellas realizan”.
Gustavo Vitale, referente de Pueblos Originarios en Agricultura Familiar advirtió sobre la diferencia que existe en el ámbito rural. Por un lado, en el marco de ese tipo de agricultura los niños van a trabajar con sus familias como un modo de transferir conocimientos entre generaciones, muy ligado también a la cuestión cultural. “No hacen las mismas tareas que los adultos, sólo ayudan en las tareas más livianas, menores, no es que la infancia trabaje, sino que es una tarea de enseñanza”, explicó.
Por otro, dijo que en el marco de contratos por parte de empresas sí puede darse la explotación de los menores, favorecido esto porque muchos trabajadores son migrantes y llevan a sus hijos a su jornada laboral.
Actividades
En las zonas urbanas de Cuyo, los niños trabajan en promedio unas 10 horas semanales mientras que en la zona rural dedican 8 horas y media.
Ya desde esa primera etapa de la vida comienza a notarse la división de roles determinados socialmente que asigna lo doméstico y las tareas de cuidado mayormente a las mujeres.
“La participación en actividades productivas es diferencial por género: mientras que los varones se encuentran más vinculados con el desarrollo de actividades mercantiles y de autoconsumo, las niñas y adolescentes participan en mayor medida de las actividades domésticas intensivas, reflejando patrones culturales de división sexual del trabajo que tienden a replegarlas en dicho ámbito y que se constatan en todas las regiones del país”, destaca el informe. Por otra parte, las actividades mercantiles más difundidas entre los niños y adolescentes urbanos están relacionadas con el trabajo en negocios, talleres u oficinas por dinero.
En el ámbito urbano la actividad que más realizan es la doméstica de manera intensa, la cual abarca a 3,5% del total, pero impacta en mayor medida en las mujeres (59%). Muchos preparan y reparten comida, hacen trámites, juntan cartón y otros elementos para vender, limpian casas o cuidan a personas dependientes.
Una parte importante de los adolescentes varones que viven en zonas urbanas se dedica a la construcción y reparación de viviendas (29,5%). En las zonas rurales, más de la mitad de los niños y niñas que trabajan se dedican al cultivo o cosecha de productos para vender (14,2%), el cuidado u ordeñe de animales (14,4%), la ayuda en la construcción o reparación de otras viviendas (11,9%) y la ayuda en negocios u oficinas (11,9%).
En primera persona: kiosquero y aprendiz de carpintero
Emiliano tiene 16 y este año dejó la escuela. La suma de malas notas y las ganas de tener su propio dinero lo llevaron a cambiar el aula por un kiosco que, con un dinero que le prestó su padre, armó en la casa de su abuela.
“A la secundaria medio que entré con el pie izquierdo y repetí 1° año. Ahora estaba en 3° pero se me hace difícil y no me gusta estudiar”, cuenta Emiliano, que vive en Junín y desde hace un mes atiende un kiosco en un barrio. “La casa es de mi abuela y como hay una habitación vacía que da a la vereda me la ofreció para armar el kiosco”.
El muchacho atiende de horario corrido y de a ratos recibe a sus amigos que lo acompañan. El dinero del kiosco lo usa para comprar mercadería, para sus propios gastos y también, colabora en la casa de sus papás.
“No veo que esté mal trabajar a esta edad. Mi idea es ser camionero, como mi viejo, pero por ahora no tengo edad. Él preferiría que esté en la escuela y tuvimos muchas peleas por esto, pero ya se rindió y entendió que prefiero trabajar”.
Por su parte Rubén está en el 3° de una escuela de San Martín. Tiene 15 años, cursa de mañana en una escuela de la ciudad y por las tardes trabaja en la carpintería de su tío, que le enseña el oficio desde hace más de un año.
“No estoy de acuerdo con que a mi edad no se pueda trabajar”, dice el muchacho y asegura no descuidar la escuela: “No soy el de las mejores notas, pero tampoco me va mal”, dice y agrega que “por las tardes yo prefiero trabajar y tener mi plata”.
“Un cambio de conciencia”
Desde la Subsecretaría de Trabajo de Mendoza dieron también su posición. La que habló fue Ángeles Angulo, coordinadora de la Comisión Provincial para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente. La funcionaria consideró que hay “un cambio de conciencia” que permite estar más alerta contra el trabajo infantil. En cuanto a las motivaciones que empujan a los niños al trabajo, Angulo consideró que hay múltiples. “En el ámbito rural es, sobre todo, cultural, por una costumbre heredada de que todos trabajan desde chicos”, puso como ejemplo.
La funcionaria recordó que “el trabajo en niños está prohibido hasta los 15 años” y que “a partir de los 16 pueden trabajar con autorización de sus padres”.
Prohibición del trabajo infantil
La ley 26.390 advierte sobre la Prohibición del trabajo infantil y protección del trabajo adolescente. Se entiende por Trabajo Infantil a la Actividad económica o estrategia de supervivencia, remunerada o no, realizada por niños y niñas que no tienen la edad mínima de admisión al empleo o trabajo, o que no cumplieron los 18 años si se trata de trabajo peligroso.
Sancionada en 2008, esta ley prohíbe el trabajo infantil y establece modalidades de protección del trabajo adolescente. Fija la edad mínima de admisión al empleo en los 16 años prohibiendo el trabajo de las personas menores de esa edad en todas sus formas, exista o no relación de empleo contractual, y sea el empleo remunerado o no.
La ley prescribe también un máximo de 3 horas para la jornada laboral y 15 horas semanales, en el caso de los mayores de 14 años y menores de 16 que realicen tareas en empresas de la familia y siempre que no se trate de tareas penosas, peligrosas y/o insalubres, y que cumplan con la asistencia a la escuela. Y prohíbe el trabajo de menores de 18 años en jornadas nocturnas.
(Fuente: Los Andes)