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Los “Cayetanos” ya condiciona al próximo gobierno

Para muchos medios, la movilización de este miércoles 28 de agosto organizada por los grupos piqueteros conocidos como “Los Cayetanos” fue una respuesta directa al 24A. Tal perspectiva no sólo es errada, porque desconoce que la medida fue anunciada antes de que se confirmara la dimensión que tomó el apoyo callejero al Gobierno; además, omite un dato clave: la intención de los movimientos sociales de comenzar a marcar la agenda de la próxima administración que, descuentan, será de signo peronista.


El triunvirato que conformaron en 2015 la Corriente Clasista y Combativa (CCC), la Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y Barrios de Pie es un instrumento de presión callejera y de gestión de proyectos que creció como un paraguas protector ante la crisis en la era Cambiemos. La unidad entre sectores antikirchneristas (Barrios y CCC) con una agrupación del armado kirchnerista como el Movimiento Evita fue favorecida por obispos cercanos a Francisco y se consolidó luego como la interlocutora privilegiada en temas sociales de la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. También logró sumar aliados tácticos piqueteros, como el Frente Popular Dario Santillán y el Frente de Organizaciones en Lucha, y otros sindicales, tal el caso del sector que lidera Juan Carlos Schmid y ATE Nacional.


El vínculo entre «Los Cayetanos» y el Gobierno amarillo fue moderado por la intervención de la Iglesia, que ofició de facilitadora del diálogo a través de figuras como el obispo Fernando Maletti. El espíritu que infundieron los represtentantes pastorales del papa Francisco a los “cayetanos” puede ser resumida en una consigna que llevó a los líderes piqueteros el obispo Jorge Lugones, titular de la Pastoral Social: “Firmeza y mansedumbre”. Firmeza en los reclamos, mansedumbre en las protestas. Algo que explica por qué nunca terminan con incidentes como ocurre cuando marchan otros sectores más duros, como el Polo Obrero.


Marchas, negociaciones y proyectos comunes marcaron una relación tirante en un período en el que la importancia de las tres organizaciones creció gracias a numerosas concesiones. La más importante de ellas fue la Ley de Emergencia Social, que formalizó el rol de la “economía popular” e inyectó fondos. Hasta Cristina Kirchner reconoció en la presentación de su libro el crecimiento de la red de contención estatal que nutre las bases de estas organizaciones.


Cuatro años más tarde, estos grupos están plenamente integrados en las listas del Frente de Todos, pero buscarán encontrar un equilibrio entre el rol de opositores/negociadores de la era Cambiemos y la participación plena en la gestión que tuvieron con el gobierno de Cristina Fernández. Hoy salieron a la calle con un ojo puesto en las concesiones que pueden obtener del Gobierno -que ya prometió un ajuste en los planes y la ampliación del número de beneficiarios- y otro, tal vez el más atento, en el próximo período político.


Por lo pronto, la primera demanda será extender la Emergencia Social, que vence a fin de año. También se reclamará que los representantes de la “economía popular” sean plenamente integradas en la discusión sobre el salario mínimo. A su vez, todos los dirigentes confirman que depusieron cualquier intención de gestión directa de la política social.


Cuando Juan Grabois (integrante, pero no líder de la CTEP) se acercó a Cristina Kirchner, desde su entorno aseguraban que no sería candidato y que su intención era quedarse con la cartera de Stanley. El paso al costado y la emergencia del albertismo obligaron a “recalcular” y deponer ese sueño. Su nueva estrategia comienza hoy, con una movilización masiva que envía un mensaje a los dos lados de la grieta.

(Fuente: El Perfil)