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Jair Bolsonaro su ultima obsesión dinamitar las elecciones en Argentina

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha disparado críticas al candidato Alberto Fernández desde que el resultado de las primarias argentinas lo puso más cerca de la Casa Rosada. Este domingo repitió la dosis, comparando a Argentina con Venezuela, recurriendo incluso a citaciones bíblicas para seguir provocando al kirchnerista que puede suceder a Mauricio Macri. «Con el posible regreso de la gente del Foro de São Paulo a Argentina, el pueblo va en masa a retirar su dinero de los bancos. Es Argentina, cada vez mas próxima de Venezuela», escribió en su Twitter. En seguida, escribió un proverbio de la Biblia. «Quien labra su tierra tendrá comida con hartura, quien persigue fantasías se hartará de miseria», completó.


Una semana ante el abismo en Argentina


Bolsonaro vaticina una ola de refugiados argentinos tras el triunfo electoral de “esa gentecilla de izquierda”
El sábado, Bolsonaro dijo que no dejará que Brasil se aproxime a «políticas que no resultaron en ningún lugar del mundo», al referirse a Argentina. «Pidamos a Dios que nuestra querida Argentina sepa proceder para no retroceder.» En una entrevista al diario Clarín, el ministro de Exteriores de Brasil, Ernesto Araújo, siguió el mismo tono, a pesar de las declaraciones de Fernández de que no volvería al pasado en lo que se refiere al Mercosur, por ejemplo. Araújo comparó al opositor de Macri con una muñeca rusa. «Eso que dice, que no necesariamente será igual a como fue el gobierno de Kirchner, yo, para usar una imagen, lo veo como a una muñeca rusa. Está Alberto Fernández, lo abres y está Cristina Kirchner, la abres y está Lula, y después [Hugo] Chávez», ironizó. «No tenemos ilusión que ese kirchnerismo 2.0 sea diferente del kirchnerismo 1.0», completó Araújo.


Las declaraciones de Bolsonaro y de su ministro de Exteriores sobre Argentina refuerzan la imagen bélica que el Gobierno brasileño ha construido, repitiendo la escalada retórica de Donald Trump hacia México. La diferencia es que Brasil no es Estados Unidos y Argentina no tiene una dependencia semejante de Brasil. Las relaciones comerciales entre los dos países sudamericanos son convenientes en los dos sentidos, y los obliga a entenderse sea quien sea el Gobierno de ocasión.


«Estamos ‘condenados’ geográficamente, políticamente y económicamente», avisa el diplomático brasileño Marcos Azambuja, que fue embajador en Argentina en los años 90 y hoy es consejero del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (Cebri). «Es como una tela [un tejido] cosida a lo largo de 200 años, una extensión natural de tierra e incluso ríos. Muchas generaciones de estadistas trabajaron para superar desconfianzas entre los dos países, no hay cómo llevarse mal», añade Azambuja.


El hecho de que Argentina compre en su mayoría productos manufacturados de Brasil obliga al gobierno brasileño a tratar muy bien a su tercer socio comercial. «Tenemos que ayudar a Argentina, fortalecerla, sea cual sea el resultado de las próximas elecciones», alerta el presidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil, José Augusto Castro. «Si la situación se agrava en Argentina, lo que es malo en Brasil estará peor», explica. Hoy, la economía brasileña tambalea y está lejos de una recuperación consistente. La proyección del PIB para este año es de un 0,8%, en un país con 12 millones de desempleados.

La economía como cortafuego


La economía es vista como un freno natural para la retórica insultante de Bolsonaro en sus relaciones exteriores. No solo Fernández ha sido víctima de la metralleta verbal del presidente brasileño. En los últimos días, Bolsonaro ha atacado a Angela Merkel por haber recortado recursos del Fondo Amazonia, que patrocinan ONGs que se dedican a proteger la mata amazónica. También atacó a Noruega, que anunció que no va a donar mas dinero para el Fondo. Si por un lado agrada a sus electores mas radicales, por otro Bolsonaro amplia la tensión entre exportadores brasileños que ven en la actitud del presidente una especie de autogol. «La retórica de Bolsonaro retrasa la recuperación económica», dice el presidente de la Cámara de los Diputados de Brasil, Rodrigo Maia.


El diplomático Marcos Azambuja, sin embargo, evalúa que estos discursos inflamados de Bolsonaro tienen vida corta, al menos con Argentina. «Esto es pasajero, efímero. La realidad es irresistible y se impone», advierta Azambuja, y recuerda que Brasil y Argentina son interdependientes desde el idioma hasta el turismo. «No podemos distraernos de esa relación ejemplar. Dejemos la oposición y la disputa en la arena posible: el deporte», concluye.


Pese a sus intenciones incendiarias, las declaraciones de Bolsonaro sonaron apenas como un ruido de fondo en la campaña electoral «en los vecinos del sur», como dice el presidente. La crisis política y económica impuso otras urgencias a la agenda de los argentinos, más preocupados por la sucesión presidencial y la cotización del dólar que por los disparos del brasileño.


Macri no se refirió a la intromisión de Bolsonaro en el proceso electoral y no hubo tampoco comunicado de la Cancillería ni repudio del ministro de Exteriores, Jorge Faurie. Quien sí tuvo algo que decir fue el candidato aludido, Alberto Fernández. El ganador de las primarias respondió al brasileño en dos etapas, una en caliente y otra en frío, la segunda vez para arrepentirse de la primera.


El martes de la semana pasada, consultado sobre las críticas, Fernández dijo que para él era un orgullo el repudio de alguien que consideró «misógino y racista». El líder peronista consideró a Bolsonaro fruto de una «coyuntura» y consideró que el Mercosur, principal blanco de los ataques, era una realidad que trascendía a cualquier Gobierno. Cinco días después, Fernández volvió a referirse a los ataques diarios que él y su fuerza política reciben desde Brasilia, pero moderó sus palabras y evitó los insultos.


«La verdad que fue un error mio enredarme en las bravuconadas de él», dijo, en declaraciones al diario Página 12. «El vínculo entre Brasil y Argentina debe ser indisoluble, somos socios demasiados profundos como para pensar que esto se pueda disolver por un presidente de coyuntura, se llame Bolsonaro o se llame Alberto Fernández. Si Bolsonaro quiere bailar ese tango que no cuente conmigo», dijo. El candidato peronista, con todo, no oculta su admiración por el rival predilecto de Bolsonaro, Luiz Inácio Lula da Silva. El martes, Fernández puso su firma en un peteitorio que pide la libertad de Lula, titulado «500 días de injusticia», por los días que el expresidente cumplió en pirisión.

(Fuente: El País)