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La negación de Macri, puede empeorar la crisis.

Mauricio Macri no reconoce la magnitud de la derrota que sufrió el domingo. Se negó a modificar su gabinete y afirmó que esta elección “todavía no sucedió” porque lo del domingo fue una interna, no una general. 

El Presidente está empecinado en no reconocer lo obvio: que ya perdió el poder y que tiene que pensar en la transición más que en dar vuelta el resultado porque las consecuencias para los argentinos serán mucho peores si no lo hace. 

Cómo será el nivel de negación que, lejos de hacer una autocrítica, él se la pidió al kirchnerismo, que acaba de vencerlo en las urnas. Algo similar le pasó al Frente para la Victoria tras la derrota de 2015. A nadie le gusta reconocer errores, pero parece más común la negación entre los que ostentan poder.

El problema es que el costo de ese discurso lo pueden terminar pagando muy caro casi todos los argentinos. Macri, además, apeló al miedo: “Lo que pasó (con el dólar) es una muestra de lo que puede pasar” si gana Alberto Fernández.

A contramano de lo que leyó el electorado, el Presidente analizó que puede consagrarse en octubre, pese a que la diferencia con el kirchnerismo fue de casi cuatro millones de votos y que más del 60 por ciento no eligió al oficialismo.

Mauricio Macri minimizó la derrota: «Esta elección no sucedió» Su reacción dejó a la economía argentina, ya de por sí vulnerable, expuesta a otro sacudón del que será más difícil recuperarse. Si el dólar trepó once pesos antes de la respuesta de Macri, qué hay que esperar para la apertura de los mercados mañana.

Una suba abrupta del dólar provoca más inflación y llega un punto en que es muy difícil controlarla. Algunos dicen que le conviene al kirchnerismo, que llegará con el tipo de cambio más competitivo.

Lo cierto es que la línea entre mover el dólar y una corrida que derive en espiral inflacionaria es finita y ese escenario no le conviene a nadie. Pero Macri quizás cree que redoblando la apuesta no se le licúa el poder, por el famoso síndrome del pato rengo.  “Todavía mucha gente no fue a votar», dijo Macri, pese a que el nivel de participación fue uno de los más altos, con casi 76 por ciento del padrón, como si los que no fueron a las urnas pudieran ayudarlo a dar vuelta un resultado que es apabullante, faltando dos meses para la elección definitiva. 

No sólo no convocó al candidato más votado de la oposición para dialogar, bajar la tensión de los mercados y mirar hacia un futuro más calmo.

Rechazó su ideología, su propuesta económica y hasta la posibilidad de que gane en octubre. «No hay transición», sentenció Miguel Pichetto. Una negación inquietante. 

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