Solá: «La situación de Sergio Massa representa el fracaso de la avenida del medio»
Entrevistado por Jorge Fontevecchia para su programa Periodismo Puro, el exgobernador bonaerense Felipe Solá celebra el paso al costado de Cristina Kirchner en la carrera presidencial como «un acierto» y anticipa que Alberto Fernández une a todos los peronistas, incluidos los K: «Por más que uno descubra quién es kirchnerista, quién es peronista y kirchnerista y quién es solo peronista, se sabe que todos van a votar ahí». Sobre el líder del Frente Renovador, dijo que «tenía un discurso apolítico, ahistórico, obsesivo con algunas cuestiones programáticas concretas de la seguridad» y que «desprenderse de todo eso le debe de haber costado muchísimo».
A continuación, un fragmento de la entrevista:
—¿La designación de Alberto Fernández fue un mensaje a Clarín?
—Es mucho más. No es tan sutil. Pero no estuve ahí. No la veo desde hace mucho a Cristina. No lo hago desde hace unos cuantos meses. “Era evidente que yo tenía una relación mala con Néstor Kirchner.”
—Estuviste con ella dos veces el año pasado.
—La primera vez fue hace apenas un poco más de un año: el día de los cuadernos. Tenía audiencia con ella después de casi de diez años de no verla. Pensé que la suspendería. Había también sesión con el jefe de Gabinete y yo tenía preguntas ásperas para hacerle. Le mandé una carta a Peña pidiéndole disculpas, porque es una falta de educación total no estar a la hora de las respuestas. Pensé que sería el final de mi carrera política, que me iba a encontrar con los canales de televisión y todas las luces cuando entrara al Instituto Patria. Pero no. Estaba oscuro y no había nadie. Ese fue el contexto de la entrevista.
—Esta fue una de las dos veces.
—Sí, la primera. Alberto Fernández, ya en diciembre del 17, se juntó con Cristina y comenzaron a trabajar juntos. No lo anunció. Pero nos dijo en un almuerzo: “Vengo de ver a Cristina y estoy muy contento”. Lo dijo como si hubiera esperado restablecer el lazo durante mucho tiempo.
—Fue inmediatamente de la derrota en las elecciones de Cristina en la provincia de Buenos Aires. Fue un visionario.
—Tuvo un premio a la constancia. El trabajo de ella fue muy bueno. Cristina dijo que si no era ella, debía ser alguien de absoluta confianza y que esté capacitado, que conozca al Estado. Esas fueron las razones. No había alguien en quien ella tuviera tanta confianza. No se trató de Clarín ni nada. Fue decir: “Soy capaz de incorporar a alguien que estuvo en mi contra, pero con quien nos conocemos bien y creo que puede hacer bien el trabajo”.
—¿Fue un error que ella misma no fuera la candidata?
—Fue un acierto.
—¿Alberto va a sacar más votos que los que hubiera tenido ella?
—Claramente. La distensión que se produjo el 18 de mayo fue notable. La incorporación hizo que todo aquel que fuera peronista, kirchnerista, tuviera una referencia. Por más que uno descubra quién es kirchnerista, quién es peronista y kirchnerista y quién es solo peronista, se sabe que todos van a votar ahí. La aceptación fue inmediata. Y el traspaso de los votos fue también inmediato y se creció.
—¿Estabas seguro de que no se iba a presentar?
—No tenía ni idea.
—¿Massa pensaba que no se iba a presentar?
—Un día que sí y un día que no. Estaba influido más por su intuición que por analistas políticos o por consejos electorales. Ahora con Gutiérrez-Rubí. Y antes, con otros. Massa hablaba con todo el mundo. Massa estaba superinformado, pero también superinfluido. No sé si Massa hacía sus cálculos pensando que sí o que no. Es posible que haya pensado en eso. Pero no creo que haya tenido ninguna seguridad.
—La manera en que lo resolvió, al final, ¿pudo ser una forma de suicido político?
—La situación de Sergio Massa representa el fracaso de la avenida del medio. Para mí, se trataba no de la avenida del medio, sino de la unión del peronismo más la avenida del medio. Había que acercarse al peronismo e influirlo. No sabíamos si Cristina iba a ser candidata o no. Es cierto y uno se olvida de cómo fueron las etapas. Massa interpretó en 2013 que tenía mucha fuerza, cuando se ganó la elección con el 40 y pico por ciento de los votos. Pero la mitad de eso era de Mauricio Macri. Y eso no estaba en los análisis. A mí también se me escapó. Lo vi después. Cuando se sacó el 20% en 2015, ya era un tema de subsistencia política. No de ir por la presidencia.
—La propia de Massa. No necesariamente la de la tercera vía.
—Con el 20% se podía influir, se podía determinar quién sería el ganador. Pero no ganar. Eso fue 2015. Massa apostaba a ser absolutamente lo nuevo. Era una actitud un poco ahistórica. Massa tenía un discurso apolítico, ahistórico, obsesivo con algunas cuestiones programáticas concretas de la seguridad. Pasaba demasiado rápido a lo programático y lo convertía en bandera. Pensaba que cerraba la historia y se abría una nueva: Argentina se cansó de los políticos, de sus fracasos, de lo que pasaba. Que llegaba algo nuevo. Desprenderse de todo eso le debe de haber costado muchísimo. Estaba aún presente en el Massa de los 11 puntos de 2017, que yo acompañé. Era una idea contra la que luché siempre. Siempre dije que había una historia, que había hilos con la historia. Hay cambios fuertes, pero los cambios se deben a la historia. Hay una nueva interpretación de la política ausente en ese análisis, algo que no se comprende.
—Marx decía que los seres humanos hacen la historia con lo que les legaron sus predecesores.
—Macri también tiene una idea similar. Y tuvo que reconocer su error. Primero, sumando al radicalismo en contra de sus deseos. Y ahora a parte del peronismo. Tuvo tres o cuatro jugadas inteligentes antes de llegar que son valorables. Era purista. El PRO era purista. Pero necesitaba una estructura. Macri fue presidente en 2015, pero arriesgó en 2013 no presentándose en la provincia de Buenos Aires. Era una actitud fuerte, tomó riesgos. Del otro lado estaba Daniel Scioli, que nunca tomaba riesgos. Y para ganar, hay que tomarlos.
Volviendo a Massa, el Massa actual, y digo que yo tenía razón en que había que ir mucho antes con el peronismo… pero él la tenía en cuanto a que el suyo era un espacio que yo no tenía, una construcción política, una estructura que no podía dejarse así nomás. Y entonces, estiró hasta el final. Se quedó encerrado. Dentro de ese encierro que fue, obviamente, producto de malas decisiones, de mala visión política, dentro de ese encierro fue eficacísimo gob… perdón, negociador de su regreso.
(Fuente: Perfil)