Deuda externa del País y la fuga de capitales
Desde fines del decenio de los setentas del siglo XX nuestro país cayó en la trampa de contratar enormes deudas públicas externas que han servido para financiar la fuga de capitales y arruinar la mecánica del desarrollo económico argentino. La trampa comienza de la siguiente manera: el gobierno nacional emite bonos en los mercados internacionales de capital con el asesoramiento de diferentes bancos de inversión como Credit Suisse First Boston, JPMorgan, Goldman and Sachs, etc, etc. La selección de estos bancos varía según las preferencias de los ministros de economía. Estos bancos cobran jugosas comisiones para colocar dichos bonos en los mercados internacionales de capital y son seleccionados a dedo, sin licitación pública.
Luego las deudas así contratadas sirven para enjugar déficit fiscal de los distintos gobiernos ineptos que supimos conseguir. Pero el exceso de oferta de dólares artificiales, provenientes de la deuda externa en el mercado local de cambios, sirve también al propósito no querido de sobrevaluar nuestra moneda y abaratar el dólar. En efecto, al ofrecer los dólares en el mercado de cambios para hacerse de pesos y poder así enjugar los déficits fiscales en pesos, nuestros gobiernos, sin querer, rebajan artificialmente el valor del dólar en nuestro mercado de cambios, y de esta manera alientan la compra de dólares por parte del sector privado argentino, que no es tonto, y compra lo que está barato. Estos dólares se envían al exterior, o se guardan en cajas fuertes, o en el colchón. Por eso es que los capitales argentinos fugados al exterior, o en las cajas fuertes del país, alcanzan a más de 300 mil millones de dólares, suma que es aproximadamente equivalente al monto de la deuda externa argentina.
«En 2020 vencen U$S 22.800 millones de deuda externa: ¿Pago, default o renegociación?«
Pero, además, el dólar barato desalienta las exportaciones e impulsa las importaciones provocando así fuertes déficit en nuestra balanza de pagos con el exterior. Estos déficits de balanza de pagos requieren, para ser enjugados, más endeudamiento externo todavía y así caemos en la trampa de una deuda externa inmensa e impagable que nos trae toda clase de conflictos, tales como los juicios que incorporaron contra nuestro país los fondos buitres de Nueva York.
Peor aún: para los países en desarrollo, un motor esencial del crecimiento económico necesario para salir de la pobreza es el aumento sostenido de las exportaciones. Pero si éstas se desalientan por el dólar barato, no hay desarrollo económico ni mejoramiento del nivel de vida popular.
Pero, además, cuando el dólar está barato, las tasas de interés en el mercado interno de capitales se tornan altísimas. Se trata de una conocida e inexorable ley de la economía política. Por ejemplo, en estos días las tasas de las Lelics del Banco Central rinden un interés del 59% anual y las PYMES pagan más del 80% de interés por el crédito bancario, todo ello contra una tasa de inflación prevista del 30%. A su vez, las altas tasas de interés reales desalientan la inversión, provocan quiebras de empresas y retroceso de nuestra economía. Consecuentemente, en el primer trimestre del año en curso, el PBI cayó en un 5,8% y la tasa de inversión en nuestro país no llegó al 15%, la más baja de América Latina. Y por ello también la desocupación superó el 10%.
«Prevén seguir tomando más deuda externa hasta el 2020«
Las enormes y frecuentes variaciones en el tipo de cambio real y en la tasa de interés real han transformado a la economía argentina en un casino. Al respecto es bueno recordar que Keynes afirmaba que lo peor que se puede hacer con la economía de un país es transformarla en un casino. Un casino es la economía argentina desde hace 70 años. Por esta razón no crecemos.
Por el contrario, toda buena política de desarrollo económico debe mantener constante el tipo de cambio real a un nivel competitivo mediante la indexación del tipo de cambio con el índice de precios al consumidor. Por otra parte, la tasa de interés debe mantenerse baja en términos reales para alentar la inversión. La recomendación de indexar el tipo de cambio con el índice de precios al consumidor es especialmente válida para la Argentina, si pretendemos integrarla a Europa, a América y al Asia, como añora el Presidente Macri. La indexación del tipo de cambio fue precisamente la gran recomendación de Bela Balassa para los países en desarrollo que sufrían procesos inflacionarios. Cabe recordar que este economista fue quizá el mas importante experto en integración económica de finales del siglo XX.
Algunos temen que la indexación formal del tipo de cambio y de los ahorros que propiciamos acelere la inflación, pero se equivocan pues desde hace ya 70 años, la economía argentina está indexada, pero desordenada e irracionalmente. Milton Friedman, el reconocido premio Nobel, afirmaba que lo peor de la inflación es la distorsión de los precios relativos que ella provoca, pero que una inflación pareja y previsible es inocua. Sostenemos que el ataque a la inflación debe hacerse mediante el superávit fiscal y el aumento de la ahorro privado, inducido precisamente por la indexación de los depósitos bancarios a plazo fijo en pesos. Nunca por la vía de retrasar el tipo de cambio.
«Qué dice la Constitución Nacional sobre deuda externa«
Por el contrario, en nuestro país se puso de moda la falsa teoría que sostiene que el dólar barato mejora el nivel de vida de la población y permite ganar las elecciones. Esta trampa puede llevarse a cabo en el muy corto plazo con grandes riesgos y a costa de la fuga de capitales y del verdadero crecimiento de largo plazo. Desde 2007 a 2015 la ex Presidenta Cristina Kirchner ensayó esta falsa teoría con falsos índices, controles de cambio y cepos, y el casino fracasó.
Lamentablemente, el actual ministro de economía, Nicolás Dujovne, adoptó la misma falsa teoría como estrategia nacional, pero por la vía del endeudamiento externo, sin cepos. Su predilección por el endeudamiento puede apreciarse leyendo sus artículos periodísticos publicados en el diario La Nación, en 2016.
Lamentablemente, Dujovne embaucó al Presidente Macri con su falsa teoría. Al ponerla en práctica, el ministro, terminó agotando la capacidad de endeudamiento del país hacia abril de 2018. Luego consiguió el salvavidas del Fondo Monetario Internacional, prestamista de última instancia, con cuya ayuda logró sobrevaluar y estabilizar momentáneamente el tipo de cambio a 43 pesos por dólar, con tasas de interés por las nubes y más casino. La dificultad vendrá después, cuando haya que repagar toda esa deuda externa inútil e innecesaria.
(FUENTE: EL PAÍS)