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La CGT – Córdoba rindió homenaje a tres secretarios generales víctimas del terrorismo de estado

En el edificio histórico de la CGT-Córdoba (Confederación General del Trabajo de Córdoba)  funciona actualmente el museo Casa de la Historia del Movimiento Obrero. En este espacio, donde se efectuó la asamblea de gremios el 26 de mayo de 1969 que resolvió el paro activo que selló la caída de la dictadura de Onganía, tuvo lugar un emotivo acto homenaje y reconocimiento a los exsecretarios generales Alberto  César Giménez (Sindicato de Pasteleros de Córdoba) secuestrado y asesinado el 26 de febrero de 1976. Pedro Antonio Juárez (Atilra) Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina) secuestrado y asesinado el 13 de junio de 1976 y  René Salamanca de (Smata) Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor, secuestrado y desaparecido el 24 de marzo de 1976.

Ilda Bustos tuvo a su cargo la conducción del acto. Ante una sala llena, agradecieron y hablaron familiares y sindicalistas. Paola Salamanca, tomó la palabra en su nombre y el de José Salamanca su hermano. Agradeció el reconocimiento a su padre y en pocas palabras expresó que “alguien desaparece cuando se lo olvida y que no es lo que ha pasado porque aquí están sus compañeros que lo recuerdan y levantan sus banderas”.

Luego lo hizo Mirta Pache, exesposa de Pedro Juárez,  que asistió junto a uno de sus hijos. Reivindicó la lucha de las y los trabajadores  a quien la dictadura inmediatamente atacó. “No hubo colectivo que no haya sido afectado por semejante planificación para la miseria de ese tiempo. Creo que la cuestión es tan cronológica que hay mucho para hablar y recordarlos. Ahora, estamos en un momento difícil para los derechos humanos pero creo que esta es la última barricada que quieren avanzar y destrozar. No van a poder, no pudieron, no podrán”, afirmó.

Seguidamente, Julio César  Giménez (hijo de Alberto El Oso Giménez) recordó que cuando era niño frecuentó con su padre esta casa y de grande estudió las diferentes etapas históricas de la CGT,  valoró la amplitud de la dirigencia y extendió el reconocimiento a los que quedaron olvidados. Contó que cuando tenía 11 años, mientras velaban a su padre, le hizo una promesa: que iba a investigar quienes fueron los que lo habían matado. “Transcurrieron los años, ingresé a la policía y desde adentro, desde el mismo  D2, pude encontrar mucha información y me  gustaría ayudar a encontrar y dignificar la historia de otros militantes que aún permanecen en anonimato” y remarcó que “Estas paredes han sido testigo de muchas luchas de diferentes colectivos laborales”.

La historia de la CGT para el combativo  Gerardo Luna “es la historia misma de Córdoba aunque  de todas maneras se la intentó sacar de la escena”. Contó que era delegado del gremio mecánico, cuando esta casa tenía una vida intensa, habían pasado tiempos aciagos desde 1955 en adelante y Atilio López, logró la normalización, de la que fue testigo, dijo, señalando los cuadros expuestos que recuerdan a los protagonistas de aquella gesta de mayo.

“Las jornadas de 1969, son imborrables por más  que hayan querido borrarlas, cuando llegó Onganía en 1966, con su patota. Muy parecido a lo que pasa ahora, decían que venían a resolver todos los males y que iban a quedarse entre 20 o 50 años” cuando lo que hicieron fue cerrar esta casa, quitar derechos, prohibir asambleas, cerrar las obras sociales y el funcionamiento de los sindicatos que “fue nuestro padecimiento porque los industriales no podíamos tener delegados”, evocó.

Ponderó  la unión del movimiento obrero con los estudiantes en la calle donde comenzó la resistencia que luego avanzó hacia un paro general activo propuesto por Tosco y que culminó con el  Cordobazo. “Después, nada sería igual.  Y el que había venido a quedarse 50 años, pedía irse a casa. Entonces, ese ejemplo, está vigente, no vaya a ser que salga algo parecido”, auguró.

A René Salamanca y su agrupación metalúrgica Felipe Vallese lo conocieron desde la agrupación 1° de Mayo que impulsaba el  Partido Comunista Revolucionario (PCR) y grupos independientes.  En ese ínterin el sindicalista “adhiere a esos conceptos y van a compartir luchas, tomas de fábricas, paros, todo bajo represión y cárcel”, sostuvo Luna.

Los ciclos siguieron, explica, Elpidio Torres conducía el Smata, un equilibrista que oscilaba entre la UOM, los mecánicos, independientes, ortodoxos y legalistas, pero en aquel momento, estábamos todos juntos, desde abajo. Además, cuenta, que “iban surgiendo nuevos dirigentes, en Fiat y Perkins. En ATE, estaba (Héctor) Castro, con el área de  Dinfia (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas); (Miguel) Correa, con los madereros, los Ferroviarios con Pastorino, una fuerza considerable que después de la participación en las gestas del 29 y 30 de mayo, íbamos por más”

Relató que René Salamanca, se presentó en Santa Isabel, encabezando una elección de delegados que ganó dos veces. Porque el gremio  la impugnó,  se volvió a hacer, y ganó de nuevo. “Con su bagaje de conocimientos sobre la actividad gremial, su capacidad y tenacidad, hizo su obra maestra: la creación del Movimiento de Recuperación Sindical, con una adhesión importante”, después del  descabezamiento en las plantas mecánicas donde 700 obreros quedaron en la calle. Delegados, activistas, listas opositoras, y los padres del Cordobazo, habían perdido la dirección. “En 1972, crecieron los delegados  y se presentaron con la lista marrón y ganan las elecciones, y  después se  firmó el primer convenio de trabajo que sigue vigente”. Asimismo, añade, creció la actividad gremial y social.

También recordó que hubo “un periodo álgido que reafirma a Salamanca en el secretariado general pero va por más y en una reunión de 400 delegados eligen por unanimidad volver a las CGT de Córdoba de dónde nunca se debió ir. Y se suma a las figuras gigantescas  de Atilio López, Agustín Tosco y conforman el secretariado más avanzado del movimiento obrero del país aun cuando pensaban diferente, había un enemigo en común. Y por eso fue avasallada”, reflexionó.

Entonces “A esta experiencia hay que  ponerla en valor porque debe ser, nuevamente, el movimiento obrero, que tiene otras formas, otros cometidos, y los sectores populares, unidos, sin que haya divisiones  por pequeñeces, para crear un gran Frente de unidad patriótico y democrático, que barra con esta basura”, dijo, en referencia a la situación actual.  Y agregó que “Habrá que volver a calentar la hoguera y será  el movimiento obrero que siempre puso sus mártires  y muertos y el conocimiento para que este país salga de una vez”, enfatizó.

Cerró, Héctor Luis Ponce, secretario general de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra), sindicato que atraviesa duros conflictos  en la actualidad.

“Nosotros tenemos una permanente deuda con las y los 30 mil desaparecidos, con los compañeros de la actividad láctea a quienes representamos, y con la consecuente obligación de no olvidarnos de estos hechos para que no se repitan y no hay ninguna manera que no se repitan siempre y cuando no arriemos la bandera”, afirmó el dirigente.

Luego citó un párrafo del libro como Decíamos ayer de Eduardo Blaustein y Martín Zubieta que narra el comportamiento de los medios de comunicación durante el proceso. “Cuenta que en una época lejana los profesores de literatura de colegios secundarios, solían recordar una vieja anécdota quizá una pura  leyenda, decía,  de 1577, que habla de la vida de Fray Luis de León, hombre amante de las escrituras severas y los poetas latinos, que tuvo la mala idea de traducir en aquel  omento libremente la biblia, cuestión que se ganó un proceso iniciado por la Inquisición en 1522. Dos años después, fue absuelto con todos los honores restituidos y en 1577, volvió a la Universidad de Salamanca y como si esos cuatro años no hubieran pasado. El primer día se paró frente al alumnado y lazó una frase que simplemente la hizo correr: Como decíamos ayer…

“Hoy nosotros, también podríamos decir de acuerdo a lo que escuchamos: Como decíamos ayer, porque fíjense que gobiernos negacionistas como éste que suele contar con la complicidad de una gran parte de la población hace que estas cosas vuelvan a ocurrir. Por eso, debemos -desde las organizaciones sindicales- sembrar una conciencia solidaria colectiva para que la gente sepa que de una manera u otra somos trabajadores, seamos de la profesión o del laburo que tengamos. Porque este negacionismo cobra vidas, como en los ‘70, se cobraba vidas y fueron las de los desaparecidos”. Finalmente, recitó  dos poemas del  poeta mendocino Armando Tejada Gómez uno poetas más importantes de la época.

Luego de las exposiciones de la mesa y de repartir un cuadernillo con los nombres de trabajadores asesinadxs y desaparecidxs, el cantante  Facundo le puso onda y vida a la velada, con interpretaciones de diferentes autores.