Acorralado: Manuel Adorni ahora niega que la tiktokera que viajó a Roma con la comitiva oficial sea su community manager

Mientras Javier Milei predica la motosierra sobre el Estado y sus voceros despotrican contra el “gasto político”, la realidad del oficialismo muestra otra cara: improvisación, prebendas digitales y una estrategia de comunicación sostenida con recursos públicos, aun en actos de máxima sensibilidad institucional.
La fotografía fue reveladora. Mientras la comitiva oficial regresaba al país tras asistir al funeral de Francisco, el primer Papa argentino, una figura eclipsaba el protocolo diplomático: Macarena Jimena Rodríguez, conocida en redes como fervorosa tiktokera libertaria y flamante Coordinadora de Contenidos de Activos Digitales de la Presidencia de la Nación. Un cargo formal, con sueldo estatal, creado para administrar la comunicación digital de un gobierno que denuesta los medios tradicionales pero invierte en influenciadores ideológicos.
Rodríguez descendió del vuelo oficial en Aeroparque Jorge Newbery el domingo 27 de abril, entre ministros, funcionarios de peso y diplomáticos. Su presencia desató una oleada de indignación: no solo por la falta de transparencia respecto a su función en un evento de Estado, sino también porque evidencia que, mientras se pregona ajuste y recorte a las áreas esenciales, el gobierno de Milei reserva privilegios de representación internacional para operadores de redes sociales.
La trama es aún más irritante cuando se recuerda que días antes el vocero presidencial y ahora candidato a legislador porteño, Manuel Adorni, había negado cualquier relación orgánica con Rodríguez, descalificando como “fake news” las versiones que la sindicaban como su community manager. El silencio oficial sobre los gastos de este viaje y sobre los motivos de su inclusión en la delegación oficial profundiza la sospecha de que no se trató de un error de protocolo sino de un modus operandi: aprovechar cada instancia pública para montar una maquinaria de propaganda política, financiada con fondos públicos.
No es la primera vez que Rodríguez aparece en el radar de la comunicación presidencial. Fue designada oficialmente el 1° de febrero de 2025 bajo el régimen del Sistema Nacional de Empleo Público (SINEP), nivel B, función ejecutiva IV, con carácter transitorio. Una designación administrativa con ropaje técnico pero que, en la práctica, sirvió para formalizar su tarea de “influencer gubernamental” y reforzar la estrategia de Milei de gobernar a través de redes, con desprecio abierto hacia el periodismo profesional.
Su viaje al Vaticano revela la fragilidad de la narrativa de «austeridad» que la administración libertaria vende hacia afuera. El funeral del Papa Francisco no era un acto de militancia libertaria ni un evento apto para un operador de TikTok. Era una ceremonia de Estado, de profundo respeto diplomático, donde cada miembro de la delegación debía representar a la Argentina institucional, no al partido de gobierno ni a sus proyectos personales de campaña.
El problema no es solo ético: es administrativo y legal. Si Rodríguez viajó en carácter de funcionaria oficial, debe justificarse su tarea concreta en el protocolo del funeral. Si no, estamos ante un posible uso indebido de recursos públicos para fines particulares. Hasta el momento, ninguna voz oficial explicó cuáles fueron las funciones de la Coordinadora de Contenidos Digitales en la misa funeral de un jefe de Estado religioso, ni qué beneficios obtuvo la representación argentina de su presencia allí.
Lejos de aportar claridad, la joven reaccionó al escándalo atacando a los medios de comunicación. “Al periodismo no le gusta informar. Le importa mentir a cambio de un sobre de dinero”, disparó, replicando la retórica confrontativa de Milei contra cualquier crítica periodística. En su descargo, Rodríguez negó trabajar para Adorni como community manager y acusó a los periodistas de inventar noticias para golpear a su candidato, sin explicar, sin embargo, qué rol jugó exactamente en Roma, ni cómo fue que terminó acompañando al presidente en un viaje tan sensible.
La estrategia comunicacional del oficialismo queda al desnudo: por un lado, criminalizar a la prensa crítica; por otro, tejer una red de operadores digitales oficialistas —como Rodríguez— que manejen el relato sin controles ni cuestionamientos, y que, paradójicamente, se sostienen con los mismos fondos públicos que se prometió erradicar de la “casta”.
Lo más preocupante es que este caso no es una anécdota aislada sino un síntoma de una política de Estado: sustituir las instituciones republicanas y los mecanismos de control democrático por influencers adictos al poder, sin rendición de cuentas, en un nuevo clientelismo 2.0. La transparencia, tantas veces invocada en los discursos libertarios, parece ser apenas un eslogan vacío cuando se trata de beneficiar a los propios.
A esta altura, resulta imposible separar la propaganda libertaria de la utilización descarada de los recursos públicos. Rodríguez no solo formó parte de la lista de La Libertad Avanza en 2021, sino que también ha sido vista en actos proselitistas y en coberturas de campaña, cámara al hombro, registrando las actividades de Milei y su entorno. Su figura sintetiza la doble moral de un gobierno que abomina de “la casta” mientras construye su propia red de prebendas y acomodos, ahora en formato TikTok.
El escándalo de Roma debería encender todas las alarmas institucionales. No porque una influencer haya viajado en un avión presidencial —eso sería, en todo caso, apenas folclórico— sino porque evidencia un uso patrimonialista del Estado, donde el gasto público se ajusta para los jubilados, los investigadores científicos o los docentes, pero se flexibiliza generosamente para los operadores de redes sociales del presidente.
En definitiva, el caso Macarena Rodríguez es un espejo brutal del gobierno de Javier Milei: un régimen obsesionado con el relato, que desprecia los hechos y que reemplaza el rigor institucional por campañas de redes administradas en la opacidad más absoluta. Un experimento de gobierno donde la verdad importa menos que el trending topic y donde la democracia se vacía en nombre de una presunta “libertad” que sólo parece aplicarse a los amigos del poder.