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El Conicet en la mira de la Motosierra

Por Gustavo Pelaitay*

*Investigador Asistente del CONICET, Área: Ciencias Exactas y Naturales, Especialidad: Matemática, Lugar de Trabajo: Instituto de Ciencias Básicas, FFHA-UNSJ.

Historia y Fundamentación del CONICET

El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) fue instaurado el 5 de febrero de 1958 mediante el Decreto Ley N◦ 1291, en respuesta a la necesidad apremiante de contar con una entidad académica que fomentara la investigación científica y tecnológica en Argentina, al servicio de la comunidad y en defensa de los intereses colectivos.

Como antecedente, a comienzos de aquella década y durante la primera administración de Juan Domingo Perón, se creó el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONITYC), con la misión de impulsar el desarrollo y la modernización del país. Esta propuesta se sustentaba en la visión de un Estado comprometido con la promoción activa de la ciencia y la tecnología como instrumentos esenciales para la transformación social y el bienestar de la clase trabajadora.

Bernardo A. Houssay, galardonado con el Premio Nobel de Medicina en 1947, fue el primer dirigente del CONICET, infundiendo en la institución una perspectiva estratégica y sólidos principios organizativos. Su liderazgo permitió consolidar una entidad que, desde su fundación, se ha orientado a poner el saber al servicio de la sociedad, reafirmando su compromiso de contrarrestar la exclusión y el monopolio del conocimiento que históricamente favoreció a las élites.

Organizado como un organismo autárquico vinculado a la Presidencia de la Nación, el CONICET se ha fortalecido con un conjunto de herramientas fundamentales para elevar el nivel científico y tecnológico del país. Entre estos instrumentos destacan las carreras de Investigador Científico y Tecnológico, el Personal de Apoyo a la Investigación, la asignación de becas para estudios de doctorado y postdoctorado, el financiamiento de proyectos y la creación de Unidades Ejecutoras de investigación. Además, la entidad ha establecido lazos de solidaridad y cooperación con organismos internacionales afines, impulsando una ciencia libre y emancipadora.

En la actualidad, el CONICET integra a más de 11.800 investigadores, a más de 10.300 becarios de doctorado y postdoctorado, aproximadamente 2.800 técnicos y profesionales de apoyo, y cerca de 1.400 empleados administrativos. Estos agentes del saber se encuentran distribuidos por todo el territorio nacional, desde la Antártida hasta la Puna y desde la Cordillera de los Andes hasta el Mar Argentino, trabajando en 17 Centros Científico Tecnológicos (CCT), 8 Centros de Investigaciones y Transferencia (CIT), un Centro de Investigación Multidisciplinario y en más de 300 institutos y centros, ya sea bajo dependencia directa del CONICET o en colaboración con universidades y otras instituciones comprometidas con el progreso social.

Las actividades del CONICET se organizan en cuatro grandes campos del conocimiento:
Ciencias Agrarias, de Ingeniería y de Materiales
Ciencias Biológicas y de la Salud
Ciencias Exactas y Naturales
Ciencias Sociales y Humanidades

Cada uno de estos ámbitos se centra en abordar los desafíos que afectan la vida y el bienestar de la población, promoviendo soluciones innovadoras para transformar la realidad social.

La incorporación a la Carrera del Investigador se efectúa en diversas categorías (Asistente, Adjunto, Independiente, Principal y Superior), mediante un proceso riguroso y transparente que evalúa los méritos, la experiencia y el historial de cada postulante. Este procedimiento, de carácter abierto y democrático, tiene como objetivo garantizar la excelencia científica y la plena integración de quienes contribuirán a la lucha por el bienestar colectivo. Los interesados deben presentarse en la convocatoria establecida por el Directorio, y su desempeño se revisa periódicamente mediante informes que aseguran el cumplimiento de sus responsabilidades y el avance en su labor transformadora.

En definitiva, el CONICET se erige como un pilar esencial en la búsqueda de una sociedad más justa, donde el conocimiento y la ciencia dejen de ser un privilegio exclusivo para convertirse en herramientas de emancipación y progreso para toda la comunidad.

Lo que Dicen los Medios

En el ámbito de la ciencia y la tecnología, se ha generado preocupación ante la posibilidad de que el presidente Javier Milei emita un decreto destinado a desmantelar el CONICET, lo cual representaría un duro golpe para la investigación científica en Argentina.

Una reciente reunión entre Daniel Salomone, director del CONICET, y el ministro Federico Sturzenegger ha encendido las alarmas en la comunidad científica. El presidente Milei estaría preparando un nuevo decreto, impulsado por el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado de la Nación Argentina –similar al 70/2023– con el objetivo de impactar la estructura de la ciencia y la tecnología a través de medidas orientadas a la reducción de gastos (o deficit cero). Según lo informado, el decreto busca disminuir el presupuesto del organismo, limitar la incorporación de nuevos miembros y modificar su esquema de financiamiento, con especial énfasis en eliminar el área de Ciencias Sociales y Humanas, tal como ha manifestado Milei en diversas notas periodísticas.

Estas medidas podrían poner en riesgo el funcionamiento de los proyectos de investigación y afectar tanto a investigadores consolidados como a jóvenes científicos y becarios que aspiran a continuar su carrera en Argentina.

Por otro lado, la Ley de Bases limita al Gobierno en cuanto a reestructuraciones, lo que abre un abanico de posibilidades respecto al CONICET. Por ejemplo, se podría derogar el estatuto de carrera mediante decreto, dado que no se trata de una ley nacional. En ese caso, se contemplaría la modificación del régimen de compatibilidades, permitiendo que los investigadores se dediquen a otras actividades en sustitución de las remuneraciones completas o exclusivas que el Estado les otorga actualmente. Esta situación podría desincentivar la carrera científica, obligando a los investigadores a buscar ingresos adicionales, lo que afectaría tanto su dedicación a la investigación como la calidad de los proyectos.

Además, el Gobierno planea aplicar estrategias similares a otros organismos de ciencia y tecnología, como el INTA, el INTI y la CONAE, con el objetivo de reducir la plantilla fija. Siguiendo una línea similar a la que adoptó el ex presidente Carlos Saúl Menem en los años noventa al transferir competencias en el sector educativo a las provincias, se habla de la posibilidad de provincializar el CONICET.

Actualmente, el CONICET cuenta con más de 26.000 integrantes, entre investigadores de planta permanente, personal técnico profesional, becarios y empleados administrativos. En este contexto, crece la inquietud entre los profesionales, ya que se han frenado los ingresos en la carrera de 850 investigadores, quienes deberían haber comenzado a trabajar hace más de un año, y existe incertidumbre respecto a la financiación de las becas doctorales adjudicadas para iniciar este año.