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El Congo quiere diversificar la dependencia en su actividad minera. Enfría a China y se acerca a Europa y EEUU

En las últimas décadas China se ha convertido en el principal inversor extranjero en muchos países de África, con la República Democrática del Congo como epicentro de sus inversiones en el continente. El país africano es el mayor productor de cobalto del planeta, con mucha diferencia frente al resto, y el segundo más importante de cobre, dos metales clave para la electrificación de la red energética que se está produciendo en el mundo. China entró en el país africano, y en otros vecinos del continente, con miras de asegurarse el suministro de materias primas clave para su futuro, pero ahora el gobierno de Congo quiere recuperar el control de sus recursos mineros y está acercando posiciones hacia el bloque rival de China. El ministro de la minería del país reconoce que buscan nuevos socios y quiere acercarse a los mercados de Estados Unidos y Europa.

China ha adoptado en los últimos años una estrategia de para estrechar lazos con los países de África. La idea del país asiático era competir con el bloque occidental, encabezado por Estados Unidos, para ganar presencia en África, asegurarse la producción de materias primas importantes para su desarrollo económico y adherir al continente al proyecto de La Ruta de la Seda que se lanzó en 2013.

«La actividad de China en África empezaron con el apoyo de Pekín a los movimientos de liberación que peleaban contra el control colonial. Desde 1990, los esfuerzos comerciales de China se intensificaron, y se formalizaron en 2013 con la iniciativa Belt and Road, un esfuerzo para conseguir influencia política y mejorar las relaciones comerciales con el mundo en desarrollo», explica Thomas Sheehy, colaborador del Instituto por la Paz de Estados Unidos y miembro del Consejo Asesor Internacional del Afrobarómetro, un think tank centrado en estudios africanos.

«Las actividades de China incluyen prestar dinero para el desarrollo de infraestructuras que son construidas por empresas chinas, y para la minería de recursos básicos por parte de empresas chinas», explica Sheehy, y señala cómo «la presencia china ha crecido en casi todos los países africanos, y la influencia en África desde la Guerra Fría ha crecido significativamente, al tiempo que la estadounidense se ha estancado», advierte.

Ya en 2018 la gestora Pimco advertía de la pérdida de influencia del bloque occidental en África a través del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el peligro que esto suponía para la sostenibilidad de la deuda de estos países, teniendo en cuenta que «vuelven a tener cargas de deuda insostenible tras pedir prestado a China y a los mercados».

La entrada de China al continente africano no ha terminado con los conflictos que lo sacuden. En la propia República Democrática del Congo se ha desatado desde diciembre del año pasado un conflicto en el Este del país, entre grupos rebeldes apoyados por los gobiernos de Uganda y Ruanda, además de milicias relacionadas con el Estado Islámico y más de un centenar de otros grupos armados.

China-Congo: una relación basada en el cobre y el cobalto

En la República Democrática del Congo, el interés de China ha estado especialmente centrado en dos de las materias primas más importantes para la transición energética hacia fuentes renovables y la electrificación del parque de automóviles: el cobre, y el cobalto. El país africano es el principal productor del planeta de cobalto, un componente clave para las baterías de los coches eléctricos, y recientemente ha adelantado a Perú como el segundo mayor productor del planeta de cobre, el metal que más se utiliza para transportar la energía eléctrica.

Según los datos de comercio del Observatorio de la Complejidad Económica, en 2022 las principales exportaciones de Congo hacia China fueron cobre refinado, por 6.720 millones de dólares, cobalto, por 5.740 millones, y cobre crudo, por 1.370 millones de dólares. El control de China de los recursos mineros del país ha llegado a un punto excesivo, a ojos del gobierno de Congo, que acaba de dar un giro importante a su política minera para acercarse a nuevos socios comerciales en esta industria.

Esta semana, el ministro de la minería de Congo, Kizito Pakabomba, ha declarado que el país quiere atraer «mejores inversores, más inversores, e inversores diversificados», un mensaje que llega pocos días después de que el gobierno haya vetado la compra de los derechos de explotación de la mina de cobre y cobalto el país a una empresa china. La minera Chemaf, controlada por el grupo de Singapur Trafigura, tiene el contrato de explotación del proyecto Mutoshi, y en junio anunció que vendería los derechos al grupo chino Norin. Sin embargo, Gecamines, la minera propiedad del estado congolés, ha vetado la operación, alegando que tiene el derecho de aprobar cambios en activos claves para el país.

El veto del gobierno al cambio de manos del proyecto minero esconde una realidad incómoda para Pekín: Congo quiere diversificar sus socios comerciales, lo cual amenaza el dominio del país asiático sobre los recursos de la república africana. El yacimiento se calcula que puede llegar a producir 16.000 toneladas de cobalto y 50.000 toneladas de cobre al año, casi 400 y 500 millones de dólares en ingresos anuales, respectivamente, a precios actuales de mercado. El ministro Pakabomba ha reconocido que están valorando otras «opciones estratégicas» sobre quién explota las minas del país y no ha dudado en exponer el ejemplo de este veto: «Hemos paralizado esta transacción y vamos a considerar las diferentes opciones que podamos tener», señala.

En un país que supone tres cuartas partes de la producción mundial de cobalto, el gobierno quiere tener un control más estrecho del recurso básico, y más teniendo en cuenta que los aumentos de producción en las minas del país por parte de empresas chinas han hundido los precios de la materia prima en los mercados. Si en 2022 la tonelada de cobalto se pagaba a 81.800 dólares, los precios se han hundido desde entones hasta el entorno de los 24.000 dólares actuales, una caída vertiginosa.

Acercamiento a Estados Unidos y Europa

La nueva estrategia del gobierno de Congo se basa en buscar nuevos socios comerciales. El país ha cerrado el pasado mes de agosto un acuerdo con Emiratos Árabes Unidos por 1.900 millones de dólares para construir, como mínimo, cuatro nuevas minas en las regiones de Kivu del Sur y Maniema, concesiones para minar estaño, tantalio (un metal usado para la industria de componentes electrónicos), tungsteno y oro.

Pero no sólo eso: el país está impulsando la mejora de las infraestructuras ferroviarias que conecta la cuenca minera de Kolwezi con la frontera de Angola, y unir así la región productiva con el puerto angoleño de Lobito, en el Océano Atlántico. Estados Unidos ha salido al paso con una inversión de 553 millones de dólares, según se explica desde Bloomberg, para reformar la parte angoleña del trazado ferroviario. Esto acercará la producción minera de Congo hacia los mercados de Estados Unidos y Europa, ha asegurado Pakabomba. «Nos va a permitir diversificar las rutas de exportación de forma que no sólo miren al este», ha destacado el ministro. China tendrá que mejorar sus relaciones con el país si quiere mantener su dominio sobre el ‘dorado’ industrial que supone Congo.