Pettovello prometió cerrar “cajas políticas” y generó más de seiscientos ñoquis
La ministra de Capital Humano dio por cerradas las oficinas de los centros de referencia (CDR) al considerarlas “un ejemplo de burocracia e ineficiencia estatal”. Sin embargo, no supo dónde ubicar a los empleados de planta permanente y transformó a su cartera en un verdadero semillero de ñoquis.
En los primeros días de marzo de este año, en el marco del llamado “plan motosierra”, la ministra de Capital Humano de la Nación anunció el cierre de cincuenta y nueve centros de referencia (CDR), asegurando que funcionaban como “cajas políticas y aguantaderos de militantes”. La medida, que fue aplaudida en un inicio por los militantes libertarios, terminó generando un problema aún mayor.
Los CDR funcionaban, hasta la llegada de Sandra Pettovello, como parte de la estructura del desaparecido ministerio de Desarrollo Social. Su función era la de contar con un equipo de profesionales y administrativos que tenían la misión de orientar con los trámites y programas de la cartera a quienes se comunicaban con las oficinas. Desde abordajes familiares a documentación, del monotributo social a la tarjeta Alimentar.
De acuerdo al comunicado que lanzó el equipo de Pettovello en el mes de marzo, “los centros recibían escasas consultas por día y en la mayoría de los casos no ejecutaban la resolución del trámite, únicamente derivaban”. En consecuencia, la nueva cartera de Capital Humano decidió dar por terminada la iniciativa.
Pettovello, quien fue proclamada por el propio Javier Milei como “la mejor ministra de la historia”, aseguró que con el cierre de los CDR se accedería a un ahorro de más de 5.000 millones de pesos. “Estos 59 centros representaban un gasto de 4.000 millones en más de seiscientos sueldos, 88 millones en gastos de alquiler y 20 millones en traslados de cincuenta autos oficiales”. En consecuencia, propuso sustituir la iniciativa por trámites digitales para ahorrar, modernizar y mejorar la eficiencia del sistema. Sin embargo, la estrategia terminó en desastre.
Los primeros en enterarse de las decisiones de la ministra Sandra Pettovello fueron los trabajadores contratados, quienes fueron notificados que sus contratos serían interrumpidos. Esta maniobra suprimió un millonario gasto mensual, tal y como lo había previsto la titular de Capital Humano.
Sin embargo, nadie supo qué hacer con la mayoría de los empleados, que formaban parte del plantel de planta permanente.Durante semanas, el equipo más cercano a la ministra deliberó posibles soluciones pero, al final del día, a nadie se le ocurrió nada. Finalmente, se optó por una salida que, lejos de recorrer el camino libertario, se inclinó en el sendero del kirchnerismo más puro: enviarlos a sus casas y que sigan cobrando, hasta que alguien sepa qué hacer con ellos.
De este modo, de la noche a la mañana, Pettovello inauguró toda una nueva generación de ñoquis del estado. Aquellos que ocupaban los “aguantaderos de militantes”, tal y como la ministra llamó a los CDR, ahora vagan por ahí sin destino fijo, siendo, ahora sí, lisa y llanamente ñoquis. A pesar que la ministra aseguró que se dedicaría a eliminar “la burocracia y la ineficiencia estatal”, transformó en sólo unos pocos meses a la cartera de Capital Humano en un verdadero semillero de ñoquis