Más ajuste en el Conicet: otorgó 600 becas doctorales en vez de las 1.300 anunciadas en 2023
En el marco del desfinanciamiento y vaciamiento al Conicet ejercido por el Gobierno de Javier Milei, se conoció el número de becas otorgadas para el año 2024: solo 600, en vez de las 1.300 anunciadas en 2023. Esto significa un gran ajuste a la ciencia y tecnología nacional, lo que pone en riesgo la continuidad de muchos proyectos.
En medio de una campaña de desprestigio hacia científicos e investigadores que plantea el Gobierno, es importante defender a uno de los organismos científicos con más renombre de América Latina. A raíz de esto, se dialogó con dos becarias y un becario del Conicet, quiénes plantearon por qué es trascendental un país con desarrollo científico y por sobre todo para qué.»Significa un recorte brutal que genera un achicamiento de la planta de becarios del organismo», aseguró Florencia Cascardo, Licenciada en Ciencias Biológicas y Doctora en Química Biológica, becaria postdoctoral del Conicet.
En la misma línea, Lucas Kreiman, Licenciado en Ciencias Biológicas de la FCEN-UBA, remarcó que «la ciencia es un trabajo colectivo» y que la falta de colegas «hace que la potencialidad sea cada vez menor» lo que achica los lugares de trabajo científicos.»Hoy gran parte de la planta del Conicet son becarios, hay 12 mil a nivel nacional, solamente estamos en formación, la realidad es que los becarios somos los que sostenemos el funcionamiento del sistema científico, realizamos todos los días tareas de investigación y de docencia en todas las áreas, exactas, médicas, sociales, etc.», expresó Juliana Yantorno, Socióloga y becaria doctoral que trabaja en el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales.
Esto principalmente repercute en el funcionamiento diario, que se sostiene a través del trabajo de los becarios e impacta en la formación de los futuros investigadores. Este recorte se realizó en todas las áreas de estudio por igual, por ejemplo en el área de Ciencias Médicas, solamente se otorgaron 26 becas doctorales, esto significa que «proyectos de investigación de gran relevancia sobre dengue, oncología, enfermedades neurodegenerativas, infecciosas, cardiovasculares y autoinmunes, entre muchísimas otras, no van a poder desarrollarse», añadió Cascardo.
«Hay una cuestión de para qué se usan los conocimientos, por eso es importante tener una ciencia pública, porque hay muchas de estas cosas que no son rentables: son para el cuidado de la población. ¿Qué empresario te va a destinar plata para pensar qué hacemos con la malnutrición infantil o con el dengue?», cuestionó Yantorno, mientras que en pleno pico de casos de dengue el Estado no gestiona campañas de prevención ni vacunación.
La campaña de estigmatización a los investigadores y las Ciencias
El Gobierno nacional lleva adelante una campaña de desprestigio hacia investigadores, científicos y aquellas personas que trabajan para el Estado, como en su momento confirmó el vocero Manuel Adorni, que «no se va a financiar» aquella ciencia que «no aporta un beneficio directo a la sociedad».
«Buscaron instalar la falsa dicotomía entre ciencia útil o inútil basándose solo en términos de réditos económicos, como si ese fuese el único determinante de su relevancia», argumentó Florencia.
Sin embargo, es un gran problema concebir a la ciencia como una mercancía y no comprender que todas las áreas del conocimiento, tanto las ciencias exactas y naturales como las sociales y humanísticas, son necesarias independientemente de si generan o no un producto comercializable.