ACERCA DE LA SITUACIÓN POLÍTICA NACIONAL
Introducción
Estamos próximos a cumplir tres años del comienzo del gobierno de Alberto Fernández, él que asumió el 10 de diciembre de 2019 enancado en el triunfo del Frente de Todos. En este lapso de tiempo podemos aseverar que la situación política, social y económica, no ha sido, ni es favorable para el pueblo. La dirección, los criterios y los lineamientos de políticas instrumentadas no han sido acertadas para resolver los graves problemas que el pueblo soportó con la presidencia de Mauricio Macri, cuyos desquicios heredó la actual gestión presidencial.
Fue un compromiso del presidente actual, durante la campaña electoral, avanzar en resolver los graves problemas de la pobreza, la desocupación, la inflación, la especulación financiera, el aparato productivo y los niveles harto preocupantes que alcanza la deuda externa argentina. A tres años de gobierno, esas promesas no sólo quedaron en eso, por el contrario, muchas de las variables económica, que condicionan la vida social y política de las grandes masas, han empeorado.
Que el pueblo argentino se encuentre con esta situación política desfavorable, tiene condicionantes y determinantes, que hacen que los objetivos a alcanzar no puedan lograrse según lo propuesto por el Frente de Todos. Uno de los condicionantes fue la herencia macrista, herencia liberal, calamidad política, que nos dejó Juntos por el Cambio. Pero se tenía conciencia de la misma, se conocía la dimensión de esta catástrofe en todos los ámbitos, era un riesgo y una responsabilidad asumir la solución. No era una situación inesperada.
Otro condicionante desfavorable para el gobierno fue la pandemia de Covid-19, una desgracia natural inesperada que afectó a la inmensa mayoría de la población del planeta, pero que a la Argentina la encontró con el aparato de la Salud Pública desmantelado por el macrismo. Este hecho natural planetario nos afectó directamente con el aislamiento sanitario y económico, sufriéndolo doblemente por nuestro carácter de país dependiente y oprimido por el imperialismo. A este condicionante debemos agregar la Guerra en Europa, con la invasión de Rusia imperialista a Ucrania solventada esta última por la OTAN y apoyada por Europa, una guerra asimétrica.
Todas estas situaciones son condicionantes, pero no determinan objetivos, pueden sí, ralentizar y cambiar políticas secundarias, pero el norte fijado y las políticas internas son las que deciden el grado y calidad de las soluciones.
Alberto Fernández decidió desde el inicio de su gobierno cómo encarar las soluciones de los graves problemas heredados. Desde nuestro punto de vista muy equivocadas. Decidió encarar la negociación de la deuda pública y privada sin una investigación previa. Esto último nos hubiera dado un panorama de los desaguisados del macrismo en relación con este tema. En ningún momento explicitó un plan de desarrollo de corto, mediano y largo plazo, para comenzar a salir de la grave situación económica del país y de las grandes masas en especial. Su intención era mostrarse confiable frente a los organismos internacionales de créditos y deudores privados, no nos cabe en la actualidad, la menor duda. Aprovechó la pandemia para desarrollar su verdadero plan de gobierno: postergar la solución de los intereses populares para después de los arreglos con los acreedores. Una muestra de esto, es que durante la pandemia los sectores que “producían dólares”: el campo y las mineras, no tuvieron cuarentena, ni aislamiento estricto. Para arreglar con acreedores había que producir “verdes” para pagar los intereses de deuda que nunca se dejaron de sufragar.
Pero Fernández no estuvo solo en este cometido de ser confiables para los acreedores. Los socios mayoritarios en el Frente de todos: el kirchnerismo y el massismo participaron y aprobaron lo esencial del objetivo, pero se reservaron la opinión de cómo hacerlo y dejaron hacer hasta que la realidad golpeara con tremenda fuerza este plan: las elecciones del 2 de septiembre de 2021.
Este accionar de los sectores de la política y de la economía del Frente de Todos, al igual que el macrismo, es producto de una concepción del mundo, tanto en el aspecto ideológico, social, económico y político. El mundo es capitalista, imperialista, según ellos no hay otra posibilidad, el socialismo ‘fue’. En este mundo las grandes corporaciones lo deciden todo. Por lo tanto, para avanzar en un desarrollo para la Argentina en este mundo, es solamente posible vinculándose, dependiendo de esas corporaciones, dependiendo de sus capitales y entrelazándose con ellos, haciendo negocios. Pero las mismas están sectorizadas, dependen de una u otra superpotencia, y estas tienen sus propios intereses mundiales y los hacen prevalecer. Consecuentemente, quien se vincule política y económica con alguna de ellas, entra en contradicción con la otras. De ahí que muchos de los problemas argentinos tienen que ver con esos intereses y sus disputas mundiales, somos peón de un tablero que no manejamos.
Los dirigentes políticos hegemónicos en el gobierno, como de la oposición, representan a sectores terratenientes y capitalistas del país, que tienen profundas ataduras con el capital imperialista. Muchos de ellos son intermediarios de sus negocios y participan de las transacciones comerciales, tanto en el sector privado como en las obras pública. Son pro capitalista, burgueses intermediarios y parte de negocios de sectores imperialista.
Como hemos afirmado desde el inicio el sector de Alberto Fernández representa a un sector de intereses que está más vinculados con los imperialistas europeos, un sector que se lleva bien con los sectores políticos socialdemócratas de Europa y del mundo. Desde un primer momento adhirió al Grupo de Puebla, lo mira con cariño al Foro de San Pablo y se retiró del Grupo de Lima más inclinado hacia los EE.UU. Los principales apoyos casi siempre los obtuvo de España el Papa y otros sectores socialdemócratas.
En cambio, el kirchnerismo ha cultivado una gran relación con Rusia y China desde la época de Néstor Kirchner. Al igual que Sergio Massa sus vinculaciones más potentes son con los EE.UU.
El Frente de Todos no era, ni es, un frente revolucionario, pero, lo componen todos los sectores de clase que integran el polo revolucionario de la contradicción fundamental de la sociedad argentina, además de sectores de clase que son parte del polo reaccionario de la misma contradicción, sectores de burguesía intermediaria del imperialismo.
La mayoría de la clase obrera formó y forma parte de este Frente con todas sus variantes, ocupados, desocupados y jubilados. Los que venían de protagonizar las grandes luchas contra el macrismo. Luchas que se concretaron en paros nacionales y movilizaciones inmensas, dándoles jaque a las políticas liberales antipopulares. En estas luchas y manifestaciones participó activamente el partido de vanguardia del proletariado argentino: el PCR, él que luego concretó su participación legal en la constitución del Frente. También están los campesinos pequeños y medios, sectores de pequeña burguesía, etc. Existen además dentro del Frente de Todos elementos de la burguesía: como la dirección del kirchnerismo, la dirección del massismo y la de Alberto Fernández que tienen la hegemonía en este frente.
Pero, a pesar de ello decidimos participar y luchar por las reivindicaciones inmediatas de las grandes masas contra el macrismo y “Juntos por el Cambio”, considerándolo el enemigo principal del pueblo argentino. Lo hicimos con la idea de que a partir de la lucha del pueblo desbrozar el camino de la liberación nacional y social en marcha al socialismo, pujando en cada oportunidad por hacer realidad la revolución DEMOCRÁTICA, POPULAR, AGRARIA Y ANTIIMPERIALISTA.
2015: LA DERECHA AL PODER
Macri en gobierno a través de los votos
En 2015, luego de 100 años, volvió al gobierno del Estado argentino, a través de los votos, un representante directo de la oligarquía argentina: Mauricio Macri. Lo hizo a través del frente ‘Cambiemos’ (2015-2019) ‘Juntos por el Cambio’ (desde 2019). Una alianza de derecha, integrada por los partidos PRO, (Frente Propuesta Republicana); UCR, (Unión Cívica Radical); ARI, (Coalición Cívica); y otros partidos menores, entre ellos: residuos del peronismo.
Mauricio Macri, asumió el 10 de diciembre de 2015 e inmediatamente tomó medidas que favorecieron a los sectores más ricos del país, como las mineras, las cerealeras, los grandes exportadores, los sectores concentrados de las finanzas y los acreedores de la deuda externa. Eliminó en parte las retenciones, devaluó el peso, les pagó a los fondos buitres (holdouts) hasta el último centavo, y produjo una suba de las tasas de interés que posibilitó la “bicicleta financiera” con la entrada de capitales especulativos, “golondrinas”.
Además, tomó otras medidas económicas en contra del pueblo y del país: aumentó las tarifas de los servicios públicos: agua, gas, luz, favoreciendo a las grandes empresas energéticas; despidió masivamente trabajadores estatales, vetó la ley de emergencia ocupacional, eliminó el cepo cambiario, empujó la apertura indiscriminada de importaciones, con las consecuencias que esto trajo en la industria nacional: cierre de miles de pequeñas empresas y despidos masivos de trabajadores.
En su gestión lo apoyaron los países más poderosos del mundo, a los que los marxistas-leninistas llamamos imperialistas. A principios de 2016, visitaron el país para darle el apoyo explícito: Matteo Renzi, de Italia; François Hollande, de Francia; Barak Obama, de EE.UU. (en esa oportunidad Macri hizo declaraciones a favor de Hillary Clinton, que perdió las elecciones frente a Donald Trump). A fines de 2018, durante el G-20, volvió a recibir el apoyo internacional capitalista, en esa oportunidad encabezó la lista de adhesiones: el FMI, todo el G20, Donald Trump, Xi Jinping (China), Vladimir Putin (Rusia), Ángela Merkel (Alemania), Emmanuel Macrón (Francia), etc.
El macrismo, apoyado en un poderoso aparato de comunicaciones, intentó dividir al pueblo alrededor de la “grieta”, basándose en la contradicción, corrupción-anticorrupción.
La gran movilización del pueblo contra la reforma previsional a finales de 2017, la convocatoria del “21F”, en febrero de 2018, y las organizaciones sociales le paró la mano al gobierno. Durante la gestión macrista hubo cuatro paros nacionales y miles de movilizaciones parciales contra estas políticas. Entre ellas la realizadas por los movimientos de desocupados que garantizó la Ley de Emergencia Social, la que creó el “Salario Social Complementario” y las unidades productivas. Fue una conquista de los movimientos sociales llamados “Cayetanos”.
En enero de 2018, los fondos internacionales de capital dejaron de prestarle dinero al país; se entreveía la debacle financiera. En abril de 2018 estalló una burbuja cambiaria que tenía su origen en el abultado endeudamiento externo del gobierno macrista. Este había tomado, en menos de tres años de gobierno, deuda externa por cerca 150.000 mil millones de dólares. Y ante la perspectiva de no poder cobrar, los especuladores financieros comenzaron la fuga de divisa, lo que se expresó en la crisis cambiaria que puso en vilo a la economía argentina. El peso se devaluó en relación al dólar, pasando de un precio de $19 a $39. Con el consiguiente impacto en la inflación, que fue cercana al 50%.
El macrismo recurrió al FMI. Celebró dos acuerdos sucesivos por los que el fondo habilitó casi 57.000 mil millones de dólares para garantizar la salida del país de los dólares de los banqueros y especuladores internacionales, a costa de un ajuste económico brutal contra el pueblo argentino. El fondo monetario impuso veedores en el Banco Central para garantizar los ajustes y el pago de la deuda. Volvimos a los controles del FMI luego de 12 años de la cancelación total de la deuda- el 3 de enero de 2006. Los efectos de la contracción económica llevaron a una paralización de amplios sectores de la producción.
LAS ELECCIONES DE 2019
El Frente de Todos
De cara a las elecciones de 2019, para acabar con esas políticas que agobiaban al pueblo, por distintas vías, se llegó a la construcción de un frente opositor amplio, integrado por lo fundamental del campo popular y representantes de sectores de burguesías intermediarias opuestas al macrismo.
En diciembre de 2018 Alberto Agüero, Secretarios del PTP-PCR-SJ, en la cena de fin de año de la CCC-SJ, dijo: “El macrismo es un enemigo muy poderoso, está apoyado por sectores de la oligarquía capitalista mundial y por sectores concentrados de la riqueza nacional: terratenientes, grandes empresarios, medios de comunicación, etc. que ven en esta expresión nacional del liberalismo su representante en la Casa de Gobierno, y lo defenderán para que siga aplicando política en su favor. Debe ser derrotado por la unidad de todos los sectores populares afectados, expresados en los partidos políticos, sin exclusiones ni sectarismos. Lo mejor sería que la unidad se de en un gran frente opositor y en el marco de las PASO, donde participen todos los candidatos con sus programas y que el más votado sea apoyado en las elecciones generales.”
A inicios del 2019, Gioja (Presidente del PJ Nacional) y Alberto Rodríguez Saa (Gobernador de San Luis), tuvieron un papel importante en el armado de “una gran avenida” popular, para que cada sector opositor jugara en su andarivel y así todos juntos enfrentar al macrismo. La decisión de Cristina Fernández de Kirchner de bajar su candidatura a presidente e integrar fórmula con Alberto Fernández, allanó el camino para el ingreso al Frente de Sergio Massa y gobernadores justicialistas que hasta ese momento venían construyendo un tercer frente con Lavagna.
El Frente de Todos tuvo abultado triunfo en las PASO de agosto de 2019 sobre Juntos por el Cambio. Fue un resultado inesperado para muchos, que expresó el deseo del pueblo de castigar al macrismo. Pero, ya a partir de ese momento se vio la primera claudicación de Alberto Fernández ante la derecha: “levantó el pie del acelerador” en la campaña hacia las elecciones generales y dejó crecer al macrismo, quién se fortaleció en octubre levantando la consigna “si se puede”, quedando como líder de la oposición ante la opinión pública y su fuerza política consolidada en el congreso.
EL GOBIERNO DE ALBERTO FERNÁNDEZ
Ideas que generaron expectativas
Alberto Fernández inició su gobierno en diciembre de 2019 con medidas positivas para los desocupados y los jubilados, y derogó el presupuesto del macrismo. “La deuda es con el pueblo”, “resolver el hambre primero” y “vamos a pagar con producción”, fueron tres ideas que puso a rodar el equipo de ministros del nuevo gobierno y que generaron expectativas por un golpe de timón en las políticas de Estado argentino a favor del pueblo. Pero, a continuación, no expuso un plan de gobierno y, solapadamente, ubicó la proa en dirección a lograr un acuerdo con el FMI para renegociar la deuda impagable del macrismo. Esperó ese acuerdo durante el verano, antes de aprobar un nuevo presupuesto, y en ese ínterin llegó la pandemia de Covid 19.
Así, la esperanza que generó Alberto Fernández en el primer mes de gobierno se transformó en una espera. En febrero los diputados nacionales del PTP, no votaron el proyecto de ley a favor de Sostenibilidad de la Deuda Pública y dijeron: “no se puede pagar una deuda sin investigarla primero”. Alberto Fernández quería prorrogar pagos de deuda por casi 4 años y, según su plan, eso le hubiera dado tiempo suficiente para generar un plan de crecimiento de la economía argentina.
La quiebra de la empresa Vicentin, una de las acopiadoras y exportadoras de granos más grandes del país, fue una muestra del sistema de saqueo que implementó el macrismo. Vicentín que acumuló fortunas con el aumento del precio del dólar y fue beneficiada con subsidios del Estado Nacional, se presentó en quiebra, defraudó a miles de campesinos y pidió nuevos rescates. El PTP-PCR Nacional, junto a otros sectores del campo popular, planteó la iniciativa de estatizar esa empresa y que las ganancias de la exportación de soja queden para el Estado Nacional. Alberto Fernández coqueteó con la idea, pero finalmente cedió ante la presión de los monopolios, terratenientes y a los bancos acreedores.
La lucha contra la pandemia
En gobierno nacional, durante la pandemia, tomó medidas sanitarias esencialmente correctas para minimizar los contagios y el colapso del sistema sanitario, una funesta herencia del macrismo.
Las organizaciones sociales, barriales sindicales y los partidos políticos del campo popular, al igual que los trabajadores de la Salud, realizaron una labor destacada en la primera línea de combate contra el virus, llevando asistencia y contención a los sectores más vulnerables de la sociedad. Estas iniciativas tuvieron el valor de darle protagonismos a la población en la lucha contra la enfermedad.
No obstante, en lo económico, el gobierno nacional, utilizó ese tiempo para dilatar un plan de reactivación y ocultar que buscaba el acuerdo con el FMI. En este sentido y con la intensión de generar ingreso de dólares, hizo concesiones a los sectores exportadores del campo, la minería y el petróleo, para quienes no hubo cuarentena. Para los proyectos mineros como Veladero y Gualcamayo y otros, entre ellas las caleras, se les ha permitido volver a la producción. Si pensamos con criterios sanitarios no tendría ninguna justificación. ¿Por qué la diferencia? ¿Con algunas empresas SI y otras NO? Solo basta con recordar que Barrick ahora es propiedad de los chinos ¿Cuáles son los criterios que se utilizan para decir Sí o No? ¿Por qué a algunas empresas multinacionales Sí se les permite trabajar y, a otras con talleres o comercios más chicos No? (ver Propopular 910) Fernández se acercó al Consejo Agroindustrial para enfrentar a la Mesa de Enlace, pero no confió en el campo popular para llevar adelante una política que avance en conquistas democráticas y antiimperialistas.
Alberto Fernández, a pesar de realizar guiños al campo popular, nunca dio pasos en aprobar la ley de Techo Tierra y Trabajo. En este proceso, en varias oportunidades, tanto el albertismo como el cristinismo, intentaron hacer jugar a las movilizaciones populares como elementos de presión, pero sin participación real en las decisiones.
En el lapso de la pandemia, el Frente de Todos no funcionó realmente como espacio de discusión y acuerdos políticos. Las diferencias y tensiones entre Alberto, Cristina y Masa, cada uno como expresión de distintos sectores de burguesías intermediarias, se visualizaron en los medios de comunicación, redes sociales y discursos. Por sus características de clases estos sectores no invitaron al conjunto de los sectores populares a ser parte de las grandes discusiones y sólo en momento específicos intentaron realizar operativos de “clamor” o apoyo con actos populares. Es ilustrativa la carta de Cristina Fernández: «Funcionarios que no funcionan»
Pero en el marco de la misma pandemia y sobre todo luego del final del aislamiento obligatorio, el pueblo salió a luchar por sus necesidades más urgentes, cómo salarios, alimentos, viviendas, etc. Por otro lado, los sectores más recalcitrantes de la derecha, que no fueron aplastados en la elección del 2019, salieron a romper las medidas sanitarias, realizaron campañas antivacunas y militar en contra del gobierno nacional. Se apoyaron en miles de cuentapropistas, sectores profesionales, comerciantes y pequeños productores que viven del mercado interno y se vieron desamparados durante el período de aislamiento.
Elecciones Nacionales de 2021
En las elecciones de 2021, el gobierno recibió un gran castigo, fundamentalmente de parte de quienes lo votaron en el 2019. Esto fue así porque no cumplió con sus promesas de 2019: en avanzar con la terminación del hambre, la desocupación, la inflación y la deuda. Juntos por el Cambio mantuvo su caudal y en algunos lugares recogió la bronca porque su proyecto liberal no expresa el programa de los sectores más de abajo. Asimismo, las luchas y necesidades del pueblo no cuajaron en un proyecto popular que alumbrara un camino distinto, no hubo un liderazgo político que disputara la hegemonía y la vanguardia dentro del Frente de Todos que encausara la lucha en el camino de la liberación.
Los resultados de las elecciones del 2021 agudizaron las disputas dentro del Frente de Todos. Cristina Fernández publicó una carta dirigida al Presidente donde hizo responsable a Martin Guzmán del ajuste y la derrota en las PASO. Luego del cimbronazo, en la general, hubo una remontada en la cantidad votos, especialmente en Buenos Aires, pero no alcanzó para evitar la derrota. En San Juan, fue al revés, en la PASO ganó el FDT y en la general se achicó la diferencia para JxC.
Acuerdo con el FMI
El gobierno nacional llegó, en marzo de 2022, a un acuerdo con el FMI mediante una ley votada por el congreso nacional. En el texto se reconoció y legitimó la deuda de Mauricio Macri. Los diputados del Partido y los kirchnerista votaron en contra, y marcaron una posición por la cual fueron castigados por los medios de comunicación que expresan la opinión de las clases dominantes. Mientras que Alberto Fernández, Massa y Martín Guzmán celebraron el mismo, indicando que ahí comenzaba el período de recuperación de la economía argentina.
Punto de inflexión
El acuerdo fue un enorme condicionamiento para el gobierno nacional. Quedó impotente para tomar medidas contra los exportadores y especuladores. Es un gobierno débil y perdió la brújula en relación a los principios por los que se constituyó el Frente de Todos: eliminar la pobreza, frenar la inflación, generar trabajo con más actividad productiva, salarios y jubilaciones dignas y que la estafa macrista con el FMI no la pague el pueblo.
Dicho acuerdo fue aprobado principalmente por Juntos Por el Cambio, con un sector del Frente de “Todos” ligado a Alberto Fernández, Sergio Massa y a los gobernadores. El gran beneficiado por el acuerdo fue Juntos por el Cambio, ya que se legalizó la deuda ilegitima que tomó Macri.
Es necesario aclarar que un grupo numeroso de diputados del Frente de Todos no acompañó con su voto. Alrededor de un tercio de los diputados del Frente no convalidó ese acuerdo. Entre ellos hay que destacar a los diputados del PTP-PCR, Juan Carlos Alderete y Verónica Caliva, a los diputados del Frente Patria Grande, así como también a Máximo Kirchner con los diputados que integran su espacio político.
Una nueva reconfiguración del campo popular se comenzó a gestar a partir de aprobado el acuerdo, que tiene un derrotero de grandes movilizaciones populares contra el ajuste que el FMI ya está imponiéndole a nuestro país.
La renuncia de Martín Guzmán
En medio de la polémica mediática entre Cristina Fernández y Alberto, renunció el Ministro de Economía Martín Guzmán y asumió Silvina Batakis, quién duró en su cargo menos de diez días. Los yanquis no confiaban en los cambios en el gabinete. Por eso, a Batakis en su viaje a los EEUU le bajaron el pulgar, ya que no calificaba para la inmensa tarea que debía realizar: el ajuste para garantizar el acuerdo con el FMI. En medio de su viaje fue destituida y reemplazada por Sergio Massa quien fue designado como “súper” ministro de economía. Su llegada al gabinete fue celebrada por los bonistas, los grandes empresarios y los monopolios.
Massa, por sus relaciones con EEUU, ha sido uno de los hombres que más hizo para que se concrete el acuerdo con el FMI de marzo. Tanto por su lobby en el Congreso como por sus constantes viajes a Norteamérica, en los que se reunía con las principales figuras de la política yanqui para lograr cerrar el acuerdo.
Con la asunción de Massa se produce un cambio en el aspecto principal de la contradicción entre los sectores dominantes en el Frente de Todos, debido a que Massa tiene fuertes vinculaciones con los EEUU, tanto con el ala demócrata como con el ala republicana. Sus relaciones con estos políticos, van desde Bill Clinton, Jake Sullivan o Rudolph Giuliani. Es un hombre de confianza del Departamento de Estado o por lo menos lo pueden manejar mejor que a Cristiana Fernández.
Es necesario aclarar, además, que Alberto Fernández no es un hombre fiable para los yanquis, como no lo es Cristina Fernández. Aquél, por su alineamiento social demócrata con inclinación hacia los europeos, su tendencia a apoyarse en los sectores “progresistas” de América Latina, y especialmente su ambivalencia frente a la presencia de las potencias China y Rusia en la zona, rivales de EE. UU. Además, estos últimos le han soportado a regañadientes el alineamiento, en varios temas, con Venezuela, Nicaragua, etc.
A su vez, Alberto Fernández es un presidente que no tiene votos propios. Fue un hombre de la política elegido por Cristina Fernández para ser el candidato a presidente por el Frente de Todos, como una última solución para derrotar a Macri. Esta falta de armado político propio se ha hecho sentir en esta crisis política, dejándolo como una figura vaciada de poder, casi un presidente decorativo, al estilo europeo, donde las decisiones políticas, económicas etc. pasarán por el nuevo súper ministro Massa.
Sergio Massa, representa un intento de los sectores yanquis para frenar el control del gobierno por parte de Cristina Fernández, que trae tras de sí la hegemonía de las principales potencias rivales de EE.UU. Además, los yanquis, con Massa por su peso político, pretenden controlar el posible desborde de los sectores populares cada vez más alejados del Frente de Todos y un posible arreglo con el sector más moderado de “Juntos por el Cambio”. Cristina ha legitimado a Massa para que se haga cargo del gobierno, un gesto que no tuvo con Batakis, es decir de fondo acuerda Cristina con el rumbo que es el de pagarle al FMI, puede que tenga diferencias en el cómo, pero van por el mismo camino.
Juicio a Cristina e intento de asesinato
En el juicio que se desarrolla contra la vice presidenta Cristina Fernández, llamado Causa Vialidad, el fiscal Luciani pidió una condena de doce años de prisión e inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos. Es una jugada de un sector de las clases dominantes para debilitar el Frente de Todos con su proscripción. Esta causa armada mediante el Lawfer, obtuvo como respuesta la movilización popular en solidaridad con Cristina, iniciativa que puso de pie y en alerta al campo popular. Es un intento, como decíamos más arriba, de dividir al pueblo alrededor de la “grieta”, basándose en la contradicción, corrupción-anticorrupción.
El otro hecho gravísimo por las implicancias políticas y sociales, fue que, en el marco de una movilización y muestras de afecto hacia la vicepresidenta, un hombre intentó asesinarla disparando una pistola a centímetros de su cabeza. El pueblo ganó las calles nuevamente ante el peligro de desestabilización del gobierno nacional y que se abra un período de inestabilidad social al que están apostando un sector de las clases dominantes de nuestro país.
El intento de magnicidio a la Vicepresidenta, muestra hasta donde llegan los discursos de odio que, diariamente desde los medios de comunicación hegemónicos y desde los sectores de la derecha reaccionaria se descargan contra las organizaciones sociales, sindicales, referentes políticos, etc. Una muestra de este escenario de intolerancia es que Patricia Bullrich, notable miembra del PRO y reconocida por sus posiciones de extrema derecha, no repudió el atentado.
El atentado, también reconfiguró un nuevo panorama político del país. Cristina levantó el pie del acelerador y reapareció en público con un tono conciliador, pidiendo el dialogo de todos los sectores políticos. Y la posibilidad de un encuentro con Mauricio Macri.
Estas circunstancias llevaron a más confusión en el campo popular, que por un lado soporta un ajuste brutal para pagar un acuerdo con el FMI y por otro no encuentra referentes claros para poder terciar en esta situación. Hoy la base social del movimiento peronista ha decrecido y esta, políticamente se ha corrido a la derecha. En 1975 había 7 millones de asalariados, hoy hay 6 millones con el doble de población económicamente activa. Esa es la razón por la cual los dirigentes justicialistas, incluso en los sindicatos, necesitan de los movimientos sociales para realizar movilizaciones y hacer política. El justicialismo fue cooptado por sectores de burguesía intermediaria y mantiene de la doctrina la conciliación social y la distribución mediante el ingreso. Pero no tiene un programa industrializador, ni de tercera posición como encabezó Perón y Evita.
En este contexto, el desafío del partido de vanguardia marxista leninista maoísta, sigue siendo el de encontrar los caminos de aproximación a un proceso que puedan ayudar en la solución de los problemas inmediatos y acuciantes de las grandes masas, avanzar por el camino que permita liquidar los factores que traban el desarrollo del país y que, constantemente causan problemas para el pueblo. La experiencia nos ha enseñado que esas trabas no pueden barrerse sin una gran revolución protagonizada por las masas, en el momento en que ellas ya “no puedan seguir viviendo como viven y en que las clases dominantes no puedan seguir gobernado como gobiernan”. Esa salida no es un camino fácil, pero hacerlo posible requiere de mucha audacia y perseverancia. Poder conjugar nuestro plan estratégico, con las tácticas adecuadas para cada momento, para cada segmento de la actividad política, sindical e ideológica, es la gran tarea que tenemos siempre por delante. En ella debemos apostar por el protagonismo de las grandes masas, no renegar de ninguna táctica, luchar por la unidad y disputar la hegemonía de los frentes.
26 de septiembre de 2022
Comité Provincial PTP-PCR
San Juan