Generar con la lucha un curso de cambio
10 de diciembre de 2020: A un año de la asunción de Albero Fernández
El 10 de diciembre se cumplirá un año desde que Alberto Fernández asumió como presidente de la Argentina. Un hecho histórico que se produjo después de derrotar a Mauricio Macri en las elecciones del 2019, con el Frente de Todos como expresión electoral.
Transcurrido un año de gobierno, es importante hacer algunas consideraciones sobre el rumbo que el mismo fue tomando y los condicionantes que se produjeron en este lapso.
Primero que nada, es necesario reiterar la gravedad de la herencia recibida del gobierno de Macri principalmente de endeudamiento externo. El insólito préstamo otorgado por el FMI de 57.000 millones de dólares (que se fugaron con la bicicleta financiera) ha sido y es, el problema que el gobierno nacional se ha planteado resolver de una manera en la que, en lo fundamental no rompe con la dependencia. Desde el inicio de su gestión Alberto Fernández entabló negociaciones con el FMI para renegociar esa deuda.
Segundo, para que cualquier negociación hubiese obtenido un resultado positivo para el país y el bienestar del pueblo argentino, se debería haber investigado la deuda y determinado que parte se debe pagar por ser legítima y que parte no. Por otro lado, hubiese sido importante haber puesto como prioritario la reactivación de la industria y la generación de empleo, y que la deuda y los bonistas esperen a que nuestro país esté en mejores condiciones para pagar.
Las consecuencias de estas políticas, no son buenas para los trabajadores. Hay señales, como el magro aumento al Salario Mínimo Vital y Móvil y el aumento a las jubilaciones, que muestran que las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional se han basado en la política que están orientadas a aplicar su programa que exige ajuste y achique del gasto público, y por lo tanto apriete para el pueblo.
El gobierno de Fernández tuvo que lidiar con una situación inesperada, como la pandemia del COVID 19, que ha causado millones de muertes y contagios en todo el mundo. La misma ha dañado seriamente a la economía argentina. Fueron buenas las medidas iniciales que tendieron a preparar el Sistema de Salud para enfrentar los picos de contagio y en lo fundamental podemos decir que se han salvado vidas. Pero también el “parate” económico ha significado un golpe importante para los trabajadores, las pequeñas empresas y comercios, mientras que las grandes patronales han utilizado todos sus recursos y artimañas para no pagar los costos de la crisis recortando salarios, precarizando y despidiendo trabajadores.
A un año de la asunción del gobierno de Alberto Fernández es momento de empezar a reclamar un cambio de rumbo. Ya no se puede poner como impedimento principal para no tener un programa que represente a los intereses de los trabajadores, la herencia macrista o la pandemia, es momento de definir el camino y este no puede tener expectativas en los mismos actores en los que el macrismo depositó su confianza. No pueden ser los Rocca, Los Magneto, los Funes de Rioja, las cerealeras o el FMI los que sigan marcando la agenda, el año que viene va a ser un año difícil donde no está asegurada la recuperación económica, ni la salida de la pandemia, y en el presupuesto 2021 ni siquiera está contemplado el IFE, como medida para asistir a los millones de familias que están cayendo en la pobreza. Hoy el 44% de la población se encuentra dentro de la línea de pobreza, es una situación que resulta insostenible. No podemos cifrar todas nuestras esperanzas en tener una buena cosecha, y esperar que a partir de abril las cerealeras liquiden los dólares de las exportaciones para empezar a emitir dinero y destinarlo a la obra pública, para que esta manera estimular a los empresarios a producir y tomar mano de obra.
Los mismos empresarios que sostuvieron a Macri, hoy son los principales interlocutores de los diferentes ministerios del gabinete nacional, no se puede seguir confiando en quienes por todos los medios han presionado al gobierno nacional a devaluar, los que especulan con los precios, los que se niegan a poner por única vez un 2% de sus grandes fortunas, para que el país tenga un respiro en el medio de una de las peores pandemias que ha conocido la humanidad.
Se hace necesario empezar a discutir que el Estado Nacional ponga la proa en la reactivación productiva, la generación de industria, el control sobre los recursos estratégicos y por supuesto la generación de empleo. Hay que generar trabajo, hay que educar al pueblo en el trabajo, para forjar un país independiente y soberano. Pero para eso es fundamental que el estado tome en sus manos la producción y no la deje librada sólo a las reglas del mercado, donde como siempre lleva las de perder el pueblo, y las ganancias y los beneficios siempre quedan en manos de los más poderosos.
El gran esfuerzo para la recuperación durante este año azaroso que se va, de este primer año de gobierno de Alberto Fernández, lo han puesto los desocupados, los jubilados, los trabajadores, los sin techos, las pymes etc. Pero con las políticas existentes se siguen beneficiando los acreedores, los prestamistas del FMI, etc. Esperamos este próximo 2021 nos depare un gran cambio, “que se dé vuelta la tortilla para los pobres coman pan y los ricos m…”
Es necesario que esto suceda, es imprescindible que así sea. Porque las fuerzas liberales, más de derecha y ajustadora que los Macri y compañía, como los Espert, Milei y Rosales, se organizan para dar batallas y sumar fuerzas en esa dirección, porque interpretan que a la Argentina sólo prosperará con más liberalismo, o sea más ajustes para el pueblo.
Estos sectores liberales tienen puesta la mira en las elecciones próximas de 2021. Trabajan para infligirle al Frente de Todos, una derrota electoral para que le sea difícil seguir gobernado a Alberto Fernández y derrotar al pueblo en las elecciones de 2023.
Para parar la embestida de la derecha liberal es necesario que el pueblo, con sus dirigentes a la cabeza, se ponga de pie, se reorganice y luche. Luche por defender las conquistas obtenidas a lo largo de este año. Pero que luche, fundamentalmente para desarrollarlas e incrementarlas. Para ello es necesario que su lucha imponga un cambio de rumbo en las medidas gubernamentales actuales, que aleje las perspectivas restauradoras de los reaccionarios liberales.
Los cambios en el mundo, el golpe de timón en EE.UU. y el empuje de la lucha de los pueblos, especialmente en América Latina, son esperanzadores. Los cambios, producto de las elecciones en Chile, Bolivia, la lucha de los pueblos en Perú, Guatemala, Brasil, etc., traen una briza alentadora de cambios, que nos permiten avizorar una inflexión en los ciclos de desarrollo de la humanidad, que nos alientan y refuerzan nuestra lucha por la revolución democrática y el socialismo, para conseguir una sociedad igualitaria y justa.
FUENTE: Comisión Política PTP-PCR-San Juan