¡Soldados de primera linea! trabajar en tiempos de pandemia
A todos nos gusta transitar por el centro y encontrar las veredas limpias, con los cordones y las acequias despejadas. Dejamos residuos en un contenedor y sabemos que no estará ahí la próxima vez que pasemos. Sencillamente, no imaginamos una ciudad donde se acumule la basura, asumimos que es natural que esté limpia y rara vez pensamos en quienes realizan ese trabajo, porque detrás de la limpieza de la ciudad hay personas que ponen mucho esfuerzo y más en estos tiempos de pandemia. Son trabajadoras y trabajadores que deben salir de sus casas y exponerse al peligro para que la ciudad con ese ideal.
Quisimos conocer un poco sobre ellos y para eso dialogamos con Laura González, una “becaria” del Servicio Municipal de limpieza. Para hacer la entrevista aceptamos las condiciones que imponen el aislamiento, hablamos en forma virtual.
Laura se cuida para prevenir el contagio, pero no tiene miedo, además de trabajar en la vía pública, mientras el resto nos quedamos en casa, ella también ayuda en un merendero y un centro de acceso a internet para los chicos de su barrio, donde pueden bajar las guías de la escuela y repasar algunas tareas.
Ya desde la presentación dice con orgullo “mi trabajo es en la municipalidad, entro a las 7 de la mañana hasta las 3 de la tarde, ando por la vía pública, más precisamente por el microcentro”. Sobre las tareas que realiza cuenta “voy limpiando los cordones de veredas, las cunetas, los canteros y las veredas, además tengo que vaciar los tachitos de basura en las bolsas de residuos que nos dan”.
Antes de entrar a la municipalidad, Laura, trabajaba en una empresa de limpieza que se dio a la quiebra. Y como tiene dos hijos y muchas ganas de salir adelante no se quedó quieta. “Tuve que presentar los papeles del municipio”, cuenta como algo lógico y agrega que esperó “un largo tiempo” hasta que la llamaron. “Primero fui al cementerio y de ahí pedí el traslado para trabajar el fin de semana, no podía con todo, sobre todo con mis hijos a los que dejaba solos”.
-¿Cuánto tiempo llevas en este trabajo?
-Ya hace ya 2 años y 6 meses que estoy, tengo compañeros y compañeras que llevan muchísimos años más, algunos hasta nueve años siendo “becarios”. – Ser becario significa tener una relación laboral de menor calidad que el contrato. Es similar a un plan social y cobra 7500 pesos, sin cargas sociales, aportes jubilatorios u obra social.
Todavía recuerda su primer día de trabajo en el servicio de limpieza de la ciudad. “Es una anécdota que siempre la contamos y nos reímos muchísimo”. Laura provenía del cementerio, ahí “mi trabajo era pasar un lampazo, nada más, y realmente nunca había tenido un trabajo forzoso.” Ese día tuvo mala suerte y le tocó comenzar en época de otoño. “Había muchísimas hojas y las cunetas estaban súper llenas. Me dieron un carro y una pala y yo empecé a caminar, cuando llegamos a la calle General Paz ¡teníamos que hacer cuneta!” Con su inexperiencia acuesta tomó la pala e intentó sacar las hojas de la cuneta, pero al hacerlo se le cayeron. Intentó una y otra vez, pero siempre se le caían y no podía cargarlas a carro. “Entonces me senté en el cordón de la vereda y vino una compañera que todavía está en el grupo y me preguntó ¿por qué lloras? Le dije que me quería ir, que lo llamara al capataz. El hombre vino y me preguntó ¿no te gusta limpiar? No es eso, le dije, no se agarrar la pala, no se hacer este trabajo y no me siento capacitada. Entonces mi compañera me levantó y me dijo ‘la pala se agarra así, y la escoba así’.” Todavía se ríe a recordar ese momento de angustia. “Por suerte ya aprendí muchísimo y ahora lo hago mejor que ese día”.
-¿Cómo es la relación con los compañeros de trabajo?
-Somos veinticuatro compañeros en total, más mujeres que varones, ellos son solo seis, y todos trabajamos por igual, con el carro, la escoba y la pala. Hacemos grupos de seis personas a dónde van tres por una vereda y tres por la otra”.
-Tu trabajo es una de las actividades exceptuadas de asilamiento ¿cómo es trabajar en medio de la pandemia?
–Siempre fue riesgoso y más en este momento, pero le ponemos mucha voluntad, porque sabemos que es esencial la limpieza. También le ponemos humor para hacerlo más llevadero, porque la verdad que cansa el trabajo, son muchas horas, paramos a descansar media horas y seguimos. A veces es cansador, nos arriesgamos un montón, más ahora que estamos en pandemia, pero le ponemos mucho empeño. Yo estoy los fines de semana y otros compañeros de lunes a viernes, y es duro y pesado, más para las mujeres, peor lo hacemos esperando tener algún día un futuro mejor en el municipio.
-¿Cómo es la relación con el vecino de la capital?
-Hemos tenido muchas felicitaciones por parte de los vecinos, algunos salen y nos aplauden, nos dan un vaso de agua o nos convidan algo de comer. Ellos reconocen el trabajo que estamos haciendo y actualmente el municipio también nos está reconociendo.
-¿Qué deseas para tu futuro?
Mi deseo es tener un sueldo como la gente, no estar pensado que lo que cobro de trabajar todo el mes no me alcanza para nada, tener obra social y eso, darles un futuro a mis hijos. Me gustaría entrar al municipio en blanco y por eso me esfuerzo todos los días y espero tener algo mejor.
Hasta ahí llego la charla y al repasar las palabras de Laura, no puedo dejar de pensar lo lejos que esta de la realidad de los estereotipos que los liberales han creado sobre el trabajadores estatal o municipal, esas personas esforzadas que, con el empuje de sus sueños sencillos, salen a realizar tareas en las que a veces no pensamos, pero sin las cuales el día a día en la ciudad sería impensable.