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Las protestas antiracistas y la represión policial se trasladaron también a París

La ola de protestas antiracistas atravesó este martes las fronteras de Estados Unidos y se multiplicó con manifestaciones en solidaridad en otras ciudades del mundo, la más importante en París, en donde miles marcharon en abierto desafío a las medidas de precaución por el coronavirus y fueron reprimidas por la Policía.

Unas 15.000 personas se concentraron junto al nuevo Palacio de Justicia de la capital francesa para reclamar justicia no solo por el asesinato de George Floyd en Minneapolis, Estados Unidos, sino también para denunciar la muerte de un joven negro en Francia, cuando fue detenido en 2016, un caso que revivió hoy con la publicación de un informe forense que responsabiliza a la Policía.

Adama Traore, un francés de 24 años de origen maliense, murió el 19 de julio de 2016 en la Gendarmería de la ciudad de Persan, en la región de París, tras ser detenido en la localidad de Beaumont sur Oise, al término de una persecución.

El caso se convirtió en un emblema de la lucha contra la brutalidad policial en Francia y hoy el tema volvió al centro de la escena pública porque se conoció un informe forense que responsabiliza a la Policía de la muerte del joven.

Antes de la represión con gases lacrimógenos, la Prefectura de la Policía parisina había recordado a los manifestantes que existía una prohibición general para protestar durante el estado de emergencia sanitaria que vive el país, además de un decreto que había calificado al Palacio de Justicia como «un lugar sensible», informó la agencia de noticias EFE.

Si bien la protesta se desarrolló sin incidentes durante varias horas, un pequeño grupo de manifestantes comenzó a la tarde a quemar mobiliario urbano y lanzó piedras a los policías, que respondieron con disparos de gases lacrimógenos.

París no fue la única ciudad que se sumó en solidaridad a las protestas antiracistas de Estados Unidos.

Unas 3.000 personas marcharon hoy pacíficamente por la ciudad más grande de Australia, Sydney, cantando «No puedo respirar», las palabras finales de David Dungay, un aborigen de 26 años que murió en una prisión de la ciudad de Australia en 2015, mientras cinco guardias lo inmovilizaban.

Esas palabras fueron, también, las mismas que dijo una y otra vez Floyd cuando un policía de Minneapolis -hoy preso e imputado por homicidio- se arrodilló sobre su cuello durante más de ocho minutos.

Un total de 432 australianos indígenas han muerto en detención policial, según relevó una Comisión Real creada en 1991 para este hacer un seguimiento del tema.

La población indígena en Australia sufre tasas de mortalidad infantil y salud deficientes superiores a la media, además de una esperanza de vida más corta y niveles más bajos de educación y empleo que los habitantes blancos.

La solidaridad no solo se trasmitió en las calles fuera de Estados Unidos, sino que los manifestantes recibieron palabras de apoyos institucionales de la Unión Europea (UE) y del gobierno alemán

«Como la gente de los Estados Unidos, estamos conmocionados y horrorizados por la muerte de George Floyd», aseguró el jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, a la prensa en Bruselas y destacó que los europeos «apoyan el derecho a la protesta pacífica, y también condenamos la violencia y el racismo de cualquier tipo, y con seguridad, pedimos una disminución de las tensiones».

Desde Berlín, en tanto, el canciller alemán, Heiko Maas, dijo que las protestas pacíficas en los Estados Unidos tras la muerte de Floyd son «comprensibles y más que legítimas».

«Solo puedo expresar mi esperanza de que las protestas pacíficas no continúen generando violencia, pero aún más expreso la esperanza de que estas protestas tengan un efecto en los Estados Unidos», dijo Maas.

Ayer, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, también había simpatizado con los manifestantes en Estados Unidos y había pedido revisar el racismo arraigado también su país.

FUENTE: TELAM