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LA DIRECCIÓN ES BUENA, PROFUNDIZAR CON UN PLAN ECONÓMICO POPULAR

Son excelentes las medidas iniciales y para combatir el Covid-19, pero por si solas no bastan.


Las medidas iniciales que tomó el gobierno nacional ante la pandemia generada por el Covid-19 son inobjetables, se anticipó a varios gobiernos de la región y decretó un aislamiento social preventivo que, por ahora, ha ralentizado el crecimiento del contagio a niveles manejables por el deteriorado sistema de salud argentino. Fue un acierto de Alberto Fernández y tuvo como premio el apoyo masivo del pueblo. A partir de ahí se abrió otro debate en relación a la actividad económica, para el cual el presidente también dio rápidamente una respuesta: “voy a priorizar la salud y no la economía”. Pero en este caso, la dicotomía con la que el presidente simplificó el problema, no da respuestas a la diversidad de situaciones complejas que se han desatado a partir del aislamiento. Con la situación así planteada, como una contradicción entre cuidado de la salud o actividad económica, lo que ahora es un acierto, en el mediano plazo se puede transformar en un grave y peligroso problema.


Al igual que la salud, la economía del país también estaba en crisis y el aislamiento vino a agravar sus problemas. Venía golpeada por la contracción mundial del consumo, la recesión y la gran deuda que dejó Macri. Con ese panorama. asumió el gobierno Fernández hace 4 meses. En ese momento su plan fue ganar tiempo para negociar con el FMI el pago de la deuda en las mejores condiciones para el país. Prorrogó el presupuesto que había dejado Cambiemos y anunció medidas de emergencia para el hambre y para ayudar a los jubilados de las categorías más bajas. En ese trajín estaba hasta que emergió la crisis sanitaria y, de alguna manera, las medidas que ha adoptado después siguen la misma lógica: desde el Estado asistir a los que peor la están pasando, a los más vulnerables. Y vale la pena reiterarlo, son medidas iniciales con las que nadie puede estar en desacuerdo. Pero, ante la certeza de que luego de la pandemia, ya sea que sea superada exitosamente o no, va a sobrevenir una crisis económica de magnitudes extraordinarias, se instala nuevamente la duda: sobre cuál es el plan del gobierno ¿tiene pensado como salir del aislamiento y dirigir la economía hacia la reactivación?


El mundo, y por ende la Argentina dependiente y oprimida, también, tiene dos crisis, sanitaria y económica, que a la final se amalgaman en una sola. Quienes subestimaron la crisis sanitaria para no ceder terreno en lo económico están pagando las consecuencias. Como Estados Unidos que igualmente ahora va a emitir 6 billones de dólares para hacer frente a la pandemia. Pero para Donald Trump la decisión es más sencilla, son la primera economía del mundo y su objetivo es salvar a las empresas privadas con los recursos del Estado. Pueden hacerlo, como en la gran crisis de 2008.


En la Argentina la medida de aislamiento ha solucionado un aspecto del problema que tiene la crisi, el sanitario. Y para ser justo habría que decir que lo ha hecho con limitaciones, porque en los grandes bolsones de pobreza que tiene el país, la medida tiene al menos dos inconvenientes: la escases y precariedad de las viviendas hacen que muchos deban estar hacinados sin condiciones mínimas de higiene; situación que de rebote impacta y agrava otras emergencias preexistente al Covid 19, como por ejemplo el problema de la violencia de género; además, en los asentamientos y barriadas populares habitan la mayoría de las personas que consiguen sus ingresos en el día a día y el aislamiento se los impide. Estas circunstancias inevitablemente impulsan a vulnerar las medidas sanitarias. El gobierno nacional es consciente de la fragilidad de esta situación y apuesta fuerte a contener con ayuda alimentaria y refuerzos en los ingresos para evitar los desbordes o estallidos.


Los esfuerzos que hace el Estado Nacional en las áreas de salud y asistencial, en condiciones de absoluta debilidad luego del desguace producido por años de políticas liberales, choca contra la eterna paradoja de la “frazada corta”: tapar una parte del cuerpo descubre y desprotege otra. Hoy en días se ha creado una nueva grieta entre trabajadores en relación de dependencia con salarios fijos y garantizados por las medidas del gobierno nacional y quienes no tienen este “beneficio”. Entre los segundos se cuentan los trabajadores cuentapropistas, profesionales, comerciantes minoristas de rubros no esenciales, pequeños empresarios de la industria y el campo. Para ellos el gobierno anunció un subsidio de 10 mil pesos, pero el pago del mismo todavía no se ha concretado, en parte por las mismas dificultades que tiene el estado para ejecutar sus políticas. También es palpable una irritación entre los trabajadores que deben trabajar durante el asilamiento por distintas circunstancias. Esas son una parte de las causas del relajamiento en el aislamiento que se vivió en la provincia hasta el viernes pasado, cuando el gobierno anunció el resultado del primer caso positivo. Pero de fondo hay otros debates que se intentan montar en esa ola de descontento y desesperación en medio de la crisis sanitaria.


Por el momento, derrotar la pandemia de Covid 19 es la causa principal que une al pueblo, pero es previsible que, en poco tiempo, la situación pueda trocar, cambiar y la crisis económica pase a ocupar el primer lugar en la escena. Ante esa realidad cada clase social y sector político opositor teje, arma su juego.


El aislamiento ha paralizado la economía y el pueblo en general lo sufre, pero los que más miedo tienen, son los que pueden perder sus privilegios. Los monopolios de la industria, las finanzas, los latifundios del campo y las “200 familias” que son dueñas del país, presienten que la situación puede conspirar contra sus intereses y que, en algún momento de desborde, se generen condiciones para que el gobierno de Alberto Fernández les deba recortar sus beneficios. Por ese motivo se apresuran a trabajar sobre la opinión pública para ganar una parte de ella y prevenir sobre los posibles “excesos populistas” o “estatistas” que conspirarían contra “la libertad”.
En el contexto mundial China y Rusia anuncian que tienen controlada la pandemia, mientras que la misma está haciendo estragos en Europa e impactando fuertemente en EE.UU. Por lo tanto existe un mundo en disputa.


En la historia de la humanidad de cada gran crisis surgieron nuevas hegemonías entre los países imperialistas y oportunidades para las causas nacionales y populares. La situación actual, sin ser análoga a la realidad de mediados del siglo pasado, hace pensar en un final similar al de la segunda guerra mundial, que marcó nuevos bloques a nivel mundial y en nuestro país surgió con fuerza un peronismo que recortó las uñas de la oligarquía.


En ese sentido, las fuerzas armadas en la calle custodiando el aislamiento son un arma de doble filo. Una parte del gobierno considera que es un resguardo contra los desbordes por si falla el plan principal que es contener el aislamiento con asistencia. Pero también es necesario recordarle a ese sector la historia reciente de Bolivia, lo que le pasó a Evo Morales cuando confió en las fuerzas armadas para sostener su gobierno.


Ante el anuncio de despido de 1450 trabajadores por parte de Techint, el presidente llamó “miserables” a los empresarios que despiden, en general. Sonó heroico y entusiasmó a la militancia más progresista, pero de una u otra manera estos acontecimientos llevan a la misma pregunta de antes ¿Cuál es el plan del gobierno nacional para salir del aislamiento y afrontar la posterior crisis económica? ¿Qué medidas concretas va a tomar contra los monopolios que lo extorsionan con despidos? Si el gobierno de Alberto Fernández tiene intenciones de hacer algo más de fondo que pedir buenas intenciones y rogar por logar un capitalismo amable, quizás es el momento de hacerlo ahora. Dicho eso, también es importante aclarar y esperar que el gobierno tenga en claro, que no todos los empresarios son Paolo Roca, y sería vital no tratarlos en bloque como “miserables”. Una respuesta del gobierno nacional que no distinga entre pymes, empresariado nacional y grandes monopolios podría tener un efecto similar a la resolución 125 del 2007, que unificó a todo “el campo” contra Cristina F. de Kirchner. El decreto del 31 de marzo que prohíbe los despidos por 60 días es importante para el movimiento obrero, pero no suficiente para dar respuesta a la situación en general.


Según indican los expertos, en las próximas semanas el país entraría en el pico de la epidemia, es decir que se producirían la mayor cantidad de contagios. El gobierno espera que para julio lo peor haya pasado. Y si no es así ¿hay plan B? Como sea, esta semana comenzó una nueva etapa de la crisis, es el momento de las decisiones económicas. La derecha más recalcitrante intenta apoyarse en los sectores medios que están desprotegidos para empujar que se reactive la economía, a pesar del pico de contagios, e intenta que no se toquen sus intereses. El gobierno insiste con garantizar el aislamiento hasta que pase el pico y resistir lo que más pueda para prevenir el desastre sanitario. En ese panorama parece que la contradicción es salud contra economía, pero es solo una apariencia. Esa dicotomía no puede sostenerse mucho en el tiempo.


Por eso son necesarios los Comités de Crisis, como el que ya se creó a nivel nacional y recientemente en el Chaco, porque son las herramientas para unificar al campo popular y adoptar medidas más finas en medio de la pandemia. Antes de que se resquebraje el acatamiento al aislamiento por las necesidades de los trabajadores, dar respuesta a sus urgencias, y que eso no sea aprovechado por la reacción, es posible tomar medidas lugar por lugar que ayuden a compatibilizar la puesta en marcha del sistema productivo y el cumplimiento de las medidas sanitarias.


En San Juan el gobierno de Uñac llamó a constituir un Comité de Crisis que no es más que una reunión de su gabinete. Sin desmerecer el trabajo y las medidas que ha tomado, es necesario señalar que esa estrechés es la que puede conducirlo a errores. La emergencia sanitaria tiene múltiples aspectos y hoy es necesario contemplarlos todos de conjunto, con múltiples miradas. Explota el problema de la violencia de género, de las limitaciones para contener a la juventud, la falta de respuesta del sistema de telecomunicaciones de la provincia, el abastecimiento de productos en las góndolas, la producción de alimentos, la cosecha vitivinícola en curso, etc.


A pesar de no ser convocadas, las organizaciones sociales como la CCC de San Juan, que tiene una gran experiencia y han dado muestras de poder dar contención a situaciones de necesidad, están “poniendo el hombro” a la situación y trabajando con los recursos que cuentan, para hacer que la propia gente sea protagonista de la ayuda y la solución. En ese sentido es muy loable la actitud del intendente de Chimbas, Fabián Gramajo, que ha integrado a la CCC en los operativos municipales y ha brindado apoyo a las propuestas del movimiento.


El PTP y el PCR, en esta situación extraordinaria, también aportan su militancia y su programa de medidas urgentes a nivel nacional y provincial. Suspender todo pago de deuda e intereses, crear un impuesto de emergencia a las rentas extraordinarias, estatizar a las empresas que conspiren contra el interés popular en la emergencia, tomar el control del comercio exterior y repatriar capitales para poner en marcha las industrias esenciales.

FUENTE

FUENTE:DE LA REDACCIÓN DE PROTAGONISMO POPULAR