El pánico colapsa las Bolsas y el Ibex se desploma un 11%
La crisis del coronavirus va camino de convertirse en una sacudida para los cimientos de la economía global. La amenaza de una recesión, que flota desde hace días en las principales economías, se ve cada vez más plausible. Los mercados (bursátiles y del petróleo) así lo interpretan y no levantan cabeza. Ni el anuncio de medidas del BCE (comprará más deuda e inyectará liquidez, pero deja los tipos intactos) ha conseguido darle la vuelta a una situación que cada vez se torna más oscura. Las principales plazas europeas han apretado nuevamente el botón del pánico, en una semana catastrófica, camino de ser tan mala como la del día después del referéndum del Brexit.
En el caso del selectivo español —el Ibex 35— el desplome era de doble dígito a dos horas y media del cierre. Wall Street se ha visto obligada a suspender su cotización ante las severas pérdidas (7%) registradas en los primeros compases de la jornada. Es la segunda vez que lo hace esta semana, para tratar de evitar las ventas de pánico. Pero ese miedo cerval está ya demasiado dentro de los inversores y el S&P 500 se dejaba más de un 8% tras el retorno de las operaciones.
Los inversores tenían sus esperanzas depositadas en el movimiento del BCE para parar la sangría. Pero ha ocurrido todo lo contrario. Llevaban toda la jornada con pérdidas alrededor del 6% y tras el anuncio se han ahondado hasta los dobles dígitos. “Era la primera prueba real de Christine Lagarde como presidenta [del Banco Central Europeo]”, señala Konstantin Veit, gestor de carteras de Pimco. Un primer test que puede ser el mayor reto de todo su mandato. Pero a estas alturas parece evidente que las medidas de contención son insuficientes para una ola que ha llevado a todos los grandes selectivos a sufrir desplomes sin parangón desde el Brexit. “Las acciones se han vendido en los mercados europeos a niveles que sugieren una leve recesión”, sostiene un informe reciente de Barclays, en el que añade que la tendencia bajista continuará por la Covid-19. «Los mercados se mantendrán agitados durante las próximas semanas y los valores europeos podrían caer aún un 10% más, añade Barclays. Es decir, se sigue sin tocar el suelo del mercado.
Si en 2008 la primera respuesta a la crisis vino por el flanco monetario, la señal que este jueves mandan los mercados es de total agotamiento de esa vía. No es la primera vez que eso sucede: el martes pasado, y tras un brevísimo alborozo inicial, la Bolsa de Nueva York pagó con la misma moneda la sorpresiva y contundente rebaja de tipos de interés de la Reserva Federal. En los analistas y en los inversores gana intensidad una tesis: la única alternativa posible para salir del hoyo es la fiscal. Washington y Bruselas tendrán que poner mucha carne en el asador en las próximas semanas si quieren revertir una tendencia general que empieza a recordar demasiado a los episodios más oscuros de la historia económica contemporánea.
Con todo, la sesión se convierte en otra jornada negra. Una más. Con una diferencia respecto a las anteriores de desplomes generalizados en los parqués: llueve sobre mojado, con valoraciones ya muy mermadas. Wall Street viene de un bear market (una caída del 20% desde su máximo) este miércoles, algo que lo ha hecho en menos de 20 sesiones. Y el Ibex pierde ya la tercera parte de su valor desde el inicio de la expansión del coronavirus por Europa. “El BCE tendrá que realizar un equilibrio cuidadoso entre las palabras y los hechos”, aventuraba el economista jefe de ING para la Eurozona, Carsten Brzeski, antes de la rueda de prensa de Lagarde. Jarro de agua fría, casi helada.
El crudo, en horas bajas
Las Bolsas y el petróleo llevan días retroalimentándose, en un círculo vicioso del que no se atisba un final. Este jueves la historia no es distinta: tras varias jornadas en las que la oferta -ingente en una guerra de precios lanzada por el segundo máximo productor mundial, Arabia Saudí, tras su ruptura con el tercero, Rusia- prevalecía como factor de preocupación, ahora la demanda ha tomado el relevo. La prohibición de Washington sobre los vuelos con origen en Europa para tratar de frenar la expansión del virus supone un severo revés sobre las perspectivas de consumo global.
Sin soporte alguno -demanda cayendo en picado, oferta no controlada por el antaño dominante cartel de la OPEP y Moscú, este jueves sobrepasado por los bombeos estadounidenses- todo queda al albur del mercado, como recuerda Norbert Rücker, del banco suizo Julius Baer. Y eso solo puede significar una cosa: una depresión aún mayor de los precios. “Estarán en el entorno de los 30 dólares antes de que puedan entrar en una fase de lenta recuperación a mediados de año. Los temblores resonarán aún durante tiempo”.
En solo una semana el crudo ha perdido casi la cuarta parte de su valor, mientras los países productores pisan el acelerador de la oferta en una estrategia contraria a lo que dicta la intuición para hacer frente a una demanda deprimida: en el pasado, cuando la economía echaba el freno y arrastraba consigo a la demanda, los productores tendían a restringir el grifo de la oferta para tratar de nivelar el mercado y ofrecer un apoyo a los precios. Hoy, la estrategia a seguir está siendo exactamente la contraria: Riad está ofreciendo su petróleo en Europa -un mercado tradicionalmente abonado para el crudo ruso- e incluso en EE UU -ya inundado por el fracking-: según los datos de Bloomberg, petroleras europeas como Repsol, Cepsa, Total o Royal Dutch Shell están recibiendo petróleo saudí desde hace días a precios de derribo.
La inestabilidad económica y el temor de los mercados se deja sentir asimismo en los bonos de los Estados a 10 años. La prima de riesgo española (diferencial con el bono alemán, el considerado más seguro) sube hasta los 104 puntos básicos. El bono español se sitúa en el 0,27%, algo peor que un día antes. Además, el bund alemán se ha apreciado y aumenta su diferencia en el negativo: -0,78%. Es, junto con el papel estadounidense y el yen, los únicos refugios posibles en la tormenta.
FUENTE: EL PAÍS