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LA PROSTITUCIÓN COMO FENÓMENO SOCIAL

Por qué somos abolicionistas?

El reglamentarismo es partidario de la existencia de regularizar, normalizar, reglar y legitimar el uso sexual de las personas, considerando que se trata de la “prestación de un servicio” o de un “trabajo” como cualquier otro.
El prohibicionismo, la prostitución es considerada un delito que pone la carga de culpabilidad en la persona prostituida y absuelve a los que usufructúan de ella (los explotadores y la demanda).
El abolicionismo, entiende que, en el sistema prostibulario, las relaciones son de desigualdad y de explotación y por tanto se debe hacer todo lo posible para desalentarlas.
No penaliza a las mujeres que son prostituidas sino que condena a quienes las explotan: rufianes, proxenetas, tratantes y traficantes.

Desde un tiempo a esta parte hemos visto como los sectores reglamentaristas avanzan en la idea de lo liberador que es para las mujeres ser prostitutas e incluso muchas/os toman esta idea como algo progresista y de avanzada de la lucha feminista,realizando una generalización de una supuesta libre elección, donde es posible ofrecer la sexualidad como un aspecto más de poner a la venta la fuerza de trabajo, “total el capitalismo nos explota a todas/os”. Hoy es muy cool decir soy puta feminista y la conquista de derechos tales como agremiarse, pagar una jubilación a través del monotributo.
Hace unos días la actriz y cantante Jimena Barón publico una fotografía
promocionando su nueva canción PUTA, en la imagen se la ve en pose “seductora” y un número telefónico, simulando un ofrecimiento sexual, además se toma una fotografía que luego comparte en sus redes con la dirigente nacional de AMMAR. Para la artista este hecho fue una gran azaña y una muestra de “empoderamiento y rebeldía femenina”.
Ahora bien, resulta que quienes realizan este tipo de planteos y pretenden
banalizar tratando con liviandad esta forma de opresión, e incluso mucha/os desde su lugar de privilegio pretenden que se crea que la libertad de las mujeres también pasa por poner la sexualidad al servicio de otro, en su mayoría un varón prostituyente.
Estas mujeres pasan de ser sujeto a objeto, tal objeto fue comprado, por ello
quien paga decide cuales son las condiciones, si prefiere hablar, ser violento, afectuoso o tiene fantasías que en una relación de igualdad no se atrevería a plantear, es decir el cliente puede hacer lo que quiera con el objeto que compro y cuando cumple el cometido también puede desechar lo que ya no usa.
La prostitución es una de las formas más gráficas de la relación de dominio y poder, y claramente quien ejerce este poder es quien paga. Además, el consumidor marca las pautas de lo que quiere consumir, jóvenes con tales o cuales características, si son niñas vírgenes son más caras etc. El sexo prostibulario tiene que ver con el poder del varón y no con el placer.
A lo largo de la historia moderna se instaló dos posibles roles a seguir, ser la madre abnegada que todo lo puede y la prostitución como el oficio más antiguo, este último lejos de ser un oficio es la forma más antigua de violentar el cuerpo y la sexualidad de las mujeres.
La lucha feminista ha marcado el camino de la liberación de las mujeres, el paso del tiempo fue mostrando al calor de las luchas las conquistas y los derechos actuales, pero pese a los avances aún falta mucho por hacer. Por ello es necesario pensar las condiciones de vida de las mujeres cuando se habla de prostitución, porque quien tiene libre elección es solo un sector privilegiado, que puede ser profesional, ama de casa, artista etc. la pregunta que cabe es ¿cuánto es posible decidir hoy?, ¿cuántas mujeres tienen la libertad de decidir qué hacer con su vida?.
El 80% de las personas que hoy están en situación de prostitución son niñas y mujeres, de las cuales el 90% proviene de sectores vulnerables, niñas y mujeres que no tienen necesidades básicas satisfechas, que la pobreza, la exclusión y la falta de oportunidades las llevaron a optar por esta práctica como medio de vida. la misma se vio incrementada en los últimos años en Argentina dada la crisis económica.
Es real que la falta de trabajo y oportunidades afecta a una parte importante de la población y empuja a las/los trabajadoras/es a tomar trabajos en las peores condiciones, el capitalismo explota la fuerza de trabajo de todas y todos, somete al proletariado practicas sumamente agresivas para la salud mental y física, pero el trabajo como tal implica la producción, la creación y el resultado de un producto o servicio.
En este sentido las mujeres son doblemente oprimidas por pertenecer a la clase trabajadora y por la condición de mujer, esta situación se agudiza al explotar la sexualidad como medio de vida, poner el cuerpo para el placer o satisfacción de otro. Ni siquiera las más privilegiadas en el ejercicio de derechos, las menos oprimidas podrían afirmar que su sexualidad a lo largo de su vida ha podido ser ejercida con plenitud, sin violencia, con la satisfacción plena que implica el disfrute de la misma.

También existe la denominada prostitución vip, la misma se da en sectores de clase alta, suelen ser mujeres que deben tener determinadas características, físicas e incluso formación académica y cultural, desde este sector se plantea la libre elección.
Es importante aclarar que no se pretende poner en discusión el ejercicio
autónomo de la prostitución, en argentina no está penado, lo que si tiene pena y se condena es la explotación de la prostitución ajena, proxenetas, cafisos, madamas y dueños de privados. Nueve de cada diez personas en situación de prostitución depende de un/una proxeneta. El acoso policial y los prostituyentes violentos empujan a las personas en situación de prostitución a buscar protección ya sea dentro de un prostíbulo, privado o en la calle; la misma debe ser pagada y estos obtienen una tajada importante.
Desde hace año la OIT(organización Internacional del Trabajo) viene solicitando a los países en vías de desarrollo regular la prostitución a fin de que los estados puedan recaudar impuestos de este “próspero negocio”, por consiguiente la disminución de los índices de desempleo de los países pobres, “otorgando derechos” a las personas en situación de prostitución, visto de este modo se deben garantizar que las personas que ofrecen el servicio estén en óptimas condiciones de salud, lo cual deberá ser acreditado, no obstante el prostituyente no garantiza su salubridad al consumir prostitución.
Uno de los reclamos más fuerte de quienes plantean la reglamentación es
obtener aportes jubilatorios y obra social a través del monotributo. (En Argentina que cualquier persona puede realizar de manera particular simplemente presentándose en AFIP, se obtiene clave fiscal y luego se realiza el tramite online.) entonces la prostitución entraría en la categoría servicios particulares y para cumplir con el pedido de la OIT se tendría que emitir una factura, la pregunta es ¿cómo sería la descripción del servicio prestado?, tal vez penetración anal y vaginal $……. penetración con golpes $….. sexo oral $…..
Entonces agremiarse para luchar por los derechos y garantizar la protección de quienes se denominan trabajadoras sexuales seria como una suerte de proxenetismo proge.
A modo de conclusión desde una mirada abolicionista de la prostitución es
posible afirmar que esta práctica no hace más que profundizar las condiciones de desigualdad entre hombres y mujeres. Se pretende adornarla de manera que suene liberador el consumo de personas, donde el proxeneta y el prostituyente estén protegidos.
Es necesario poner los esfuerzos de la lucha en la construcción de una sociedad sin opresores ni oprimidos, donde ser mujer no sea sinónimo de consumo, donde las relaciones sexuales estén establecidas en igualdad de condiciones. El reconocimiento como trabajo no hace más que ocultar el sometimiento, explotación, vulneración de derechos, violencia.
La prostitución no es una elección individual, es una construcción social basada en garantizar los privilegios y la supremacía del goce del varón prostituyente.

María Arroyo
Movimiento de Mujeres
Sanjuaninas