Entrevista a María Olivia Mönckeberg, fundadora del Partido de la Dignidad
La dictadura de Augusto Pinochet en Chile cumplió con el objetivo de instalar un patrón de acumulación a sangre y fuego. Tal como lo describiera Rodolfo Walsh para el caso argentino en su Carta abierta a la junta militar, también tras la cordillera el gobierno de facto propició la llegada de la “economía de mercado”. Un elemento fundamental para sentar las bases de ese modelo fue la Constitución sancionada en 1980.
Hoy Chile se encuentra inmersa en un estallido social que tuvo entre sus principales exigencias cambiar la Carta Magna. “La Constitución de Pinochet tenía el objetivo de perpetuar para siempre la dominación política y económica instalada en dictadura”, explicó a PáginaI12 María Olivia Mönckeberg, periodista y académica chilena, la estructura económica heredada de la dictadura en su país. Ahora la profesora de la Universidad de Chile decidió sacar un pie de la academia para participar del proceso constituyente. Junto a otros independientes crearon el Partido de la Dignidad y se presentarán en el plebiscito del 26 de abril. Su objetivo es darles participación y voz a los chilenos cansados de un modelo hecho sólo para privilegiados.
Privatización de la salud, la educación, los recursos naturales y una enorme concentración económica. Esas son algunas de las formas que adquirió en Chile el neoliberalismo y que Mönckeberg analizó a lo largo de su prolífica carrera como periodista y académica. Tiene más de diez libros en su haber y decenas de artículos publicados. En ellos mostró cómo ciertos actores económicos ligados a la dictadura luego se adueñaron de los recursos de Chile. Mönckeberg no tiene pelos en la lengua para ponerle nombre y apellido a los saqueadores neoliberales de Chile.
– Usted se dedicó a estudiar las estructuras económicas heredadas de la dictadura y cómo siguieron actuando en democracia. ¿Qué tan importante fue el gobierno de facto para generar ese modelo?
-Muy importante. Porque no hubieran podido hacer lo que hicieron estando en democracia. Necesitaron del golpe poder reprimir con fuerza a la población y de esa manera imponer el modelo de los Chicago Boys chilenos, antecesores de la Unión Democrática Independiente (UDI). Con el Parlamento funcionando, justicia independiente, prensa libre y organizaciones sociales como las que hubo alguna vez en Chile, no hubieran podido generar esos cambios estructurales.
-¿Qué factores de ese modelo llevaron hasta el estallido actual?
-Creo que el principal tiene que ver con la institucionalidad impuesta desde la dictadura. Estamos viviendo al amparo de una institucionalidad heredada. Y por eso llegamos a la necesidad de reformar la Constitución. Son muchos factores, pero lo fundamental es que entre la dictadura y los gobiernos democráticos hubo grupos que se perpetuaron y expandieron. Es el modelo de Milton Friedman que se instaló en los 70 y en los 80 se profundizó con la privatización de las grandes empresas del estado. Además, lo que plantea de fondo nuestra Constitución es un Estado subsidiario. Y eso se ve reflejado en las políticas de educación, de salud, etcétera. Lo que ocurrió es que el Estado fue traspasando dinero al sector privado. Y no a cualquier sector privado. No es a la pequeña y mediana empresa, sino a grandes grupos que se han ido consolidando cada vez más, generando una concentración de riqueza y de ingresos, que derivó en la enorme desigualdad actual.
-Cómo fue ese proceso de privatizaciones?
-A partir de 1985 se intensificó la privatización de las grandes empresas públicas. Te puedo poner el caso de la Sociedad Química y Minera de Chile (Soquimich) que terminó en manos del ex yerno de Pinochet Julio Ponce Lerou. Los hijos de este personaje, es decir, los nietos de Pinochet, tienen fortunas en paraísos fiscales. Mientras tanto el litio y el potasio que produce Soquimich sigue concentrado en sus manos. Ahora también llegaron inversionistas chinos. La educación universitaria es otro tema que estudié bastante y donde se ve las consecuencias de las privatizaciones. También se da en la educación básica y media, pero en la superior hay todo un sistema de financiamiento al sector privado a partir de los créditos que se les da a los estudiantes. Es un financiamiento a la demanda, no a la oferta, que si vemos la torta vas a ver que termina en gran medida en manos de las universidades privadas, muchas de ellas de dudosa calidad. Hay grupos económicos dueños de universidades, que cotizan en bolsa, con declarados fines de lucro. Ese sistema permitió que la educación superior privada aumente de manera exponencial su matrícula sin dar garantías de calidad. Mientras, disminuye la proporción de matriculados en las universidades públicas. Es el típico modelo de mercado.
-Habló también de la idea de la “puerta giratoria”: personajes que estuvieron en el Estado durante la dictadura que después pasaron a ocupar lugares importantes en grandes empresas.
-Dejame ponerte el ejemplo de Andrónico Luksic. Él es el dueño del grupo económico más importante del país. Cuando empezó la revuelta se hizo conocido por que dijo que iba a subir el salario de todos sus empleados. Una estrategia de comunicación en Twitter haciéndose el simpático. Pero el tipo es dueño de una de las principales minas de cobre del país, tiene empresas en el sector industrial, es dueño del Banco de Chile, el Canal 13 de televisión. Dentro del directorio de su empresa matriz, que se llama Quiñenco, figura Hernán Büchi que fue ministro de Hacienda de Pinochet entre 1985 y 1990. Büchi fue uno de los artífices de este modelo. Si seguís la trayectoria de esta gente vas a ver se mueven estableciendo relaciones con todos los lados. Büchi fue también el director y creador del instituto Libertad y Desarrollo, que es donde se configuran las políticas públicas de la UDI. Si te ponés a buscar los contactos uno los ve por todos lados.
-Recién mencionó que Luksic es dueño un canal de televisión. ¿Qué papel tienen los medios en volver opacos esos lazos de los que hablás?
-La gente no ve esas conexiones porque estamos encerrados en medios de comunicación controlados por estos grupos. Te pongo el ejemplo de Alvaro Saieh dueño de Copesa, y que entre otras cosas es dueño del diario La Tercera, La cuarta. Esos medios coinciden también con este modelo y son amigos o conocidos o les abren sus páginas a representantes de estos grupos concentrados. Algunos hasta llegan a sus consejos editoriales. Son parte de lo mismo. La gente no dimensiona la fuerza de estos grupos económicos que me animaría a decir tienen más poder que las tradicionales organizaciones del empresariado.
-¿Por qué decidió intervenir en política partidaria?
-Yo no estaba para nada metida en política. Me siento una persona independiente de verdad, que creo es un valor importante para poder hacer periodismo. Pero junto a un grupo de la gente con la que nos encontramos después del estallido, nos dimos cuenta de que había que poner cada uno un poco de su parte, en un sentido, yo te diría, ético al final. Un sentido de causa. Porque se abrió esta oportunidad de generar una nueva constitución y en ese proceso queremos estar con el Partido de la Dignidad. Yo no me voy a presentar para forma parte de la Convención Constituyente, pero sí quiero ayudar a impulsar que los independientes, la gran mayoría de este país, tengan la posibilidad de ser los que hagan la nueva constitución. Entendemos que es necesario un Estado que en lugar de ser subsidiario como el actual sea solidario. Que tenga un rol regulador de la economía, que sea promotor del desarrollo. No se trata de plantear escenarios estatistas pero es que aquí el estado se ha achicado muchísimo. No puede limitarse al papel subsidiario que le consagró la constitución del 80 y que creemos está en el origen de la injusticia que vivimos hoy día.
(FUENTE:PAGINA12)