¿Hay una sola manera de hacer minería?
A raíz de mi artículo publicado en el Cash del 5 de enero pasado, se ha abierto en el suplemento económico de Página/12 un debate sobre la minería en Argentina . Entiendo que algunos de los puntos que se han discutido requieren aclaración. Uno tiene que ver con el desarrollo o no de la minería.
Entiendo que le compete a las comunidades y a los distintos niveles gubernamentales tomar esas decisiones. Ahora, si como el Gobierno nacional ha manifestado, hay intención de hacerlo, tres cuestiones son clave: 1) que la discusión sobre el desarrollo o no de la actividad debería plantearse a escala local a partir de un diálogo social amplio que incluya a todos los sectores; 2) que si se llevara adelante es necesario entender cuál es el verdadero potencial de contribución al desarrollo de la actividad para el diseño de políticas y, 3) que debemos reconocer los enormes desafíos de sustentabilidad social y ambiental que plantea, con miras a transformarla en el mediano plazo.
Comparto los argumentos acerca de la larga historia de imposiciones y abusos de las grandes empresas mineras (como las de otros sectores) y los gobiernos locales en muchos casos asociados, en sus intentos de llevar adelante sus negocios. Es cierto también que existe una enorme asimetría de poder y de información/conocimiento entre funcionarios de empresas y gobiernos locales y algunos de los integrantes de las comunidades. Todo esto atenta contra la posibilidad de que exista un diálogo equilibrado, justo y prometedor. Justamente por esto sostengo que el Gobierno que acaba de asumir debería tomar el liderazgo apoyando a las provincias en la creación de las instituciones y procesos que permitan/faciliten este diálogo.
Quienes trabajamos en problemáticas de transiciones hacia la sustentabilidad venimos experimentando con metodologías participativas de toma de decisiones y diseño de políticas que abordan estos desafíos. Se han aplicado para la resolución de problemas locales, tanto a partir del liderazgo de la comunidad académica para resolver disputas sobre desarrollo local y preservación del hábitat (ver trabajo en Xochimilco https://www.ecologyandsociety.org/vol23/iss2/art46/#abstract ); cómo a partir del liderazgo de gobiernos locales en la Comunidad Europea para el diseño de políticas regionales de transición hacia la sustentabilidad (ver el trabajo de EIT Climate-KIC Transitions Hub).
Con estas metodologías podemos ponernos a la vanguardia como sociedad, aprovechando los desafíos y objetivos de este nuevo gobierno para abordar esta problemática, utilizando el diálogo en lugar de la confrontación. Un resultado posible de este proceso es que en ciertas comunidades se decida poner limitaciones; pero quizás en otras los resultados sean otros.
La segunda cuestión es el potencial de contribución de la minería al desarrollo económico. Por décadas, la literatura se concentró en la generación de divisas. Sin embargo, en los últimos años se ha empezado a estudiar su potencial contribución al desarrollo de otras actividades industriales y de conocimiento, importante para economías con estructuras productivas concentradas.
En general, se ponen los ejemplos de casos de países avanzados (Estados Unidos, minería y maquinaria). Los encadenamientos de este tipo asociados a sectores de recursos naturales suelen ser más limitados, pero no nulos. En Argentina, sin ir muy lejos, hay numerosos ejemplos. En el agro por ejemplo (hacia maquinaria agrícola y semillas), en hidrocarburos (hacia soluciones para recuperación secundaria y software de control especializado) e incluso en minería (hacia servicios de perforación y de desarrollo de piezas metalmecánicas). Si se avanza con la actividad minera las políticas deberían focalizarse en potenciar estos procesos de diversificación.
Finalmente, creo que el tema que mayor controversia y malestar genera es la palabra sustentabilidad junto a la palabra minería. Esas suspicacias son entendibles. El sector minero carga una larga historia de contaminación y efectos adversos sobre el medio ambiente y las comunidades locales. Sin embargo, lo que produce contaminación y problemas ambientales y sociales no es la actividad per se, sino las formas organizacionales, tecnologías y procesos utilizados en la actualidad.
Las actividades económicas pueden llevarse adelante de muchas maneras. En determinados momentos hay tecnologías que compiten para llevar adelante los procesos productivos; algunas ganan y otras pierden por motivos no siempre asociados a la eficiencia. Las que ganan se difunden rápidamente, generan economías de escala y de red, y luego es muy difícil cuestionarlas y reemplazarlas. Sin embargo, la historia muestra que, aunque es difícil, las tecnologías dominantes cuando resultan demasiado problemáticas son reemplazadas, en procesos lentos y complejos, pero no imposibles. Frente a los desafíos ambientales, hoy se está estudiando cómo acelerar el reemplazo de tecnologías problemáticas con tecnologías experimentales alternativas. El auto a petróleo vs el auto eléctrico es un ejemplo; la agricultura convencional con alto uso de insumos y la agroecológica, hoy en disputa, es otro.
El gran desafío con el sector minero es identificar, explorar e incentivar métodos alternativos con menos efectos adversos, y menor uso de recursos. Existen hoy tecnologías de extracción como la recuperación aurífera libre de cianuro o la biolixiviación -que utiliza bacterias para extraer cobre, sin utilización intensiva de agua-; o las tecnologías de colas secas que reducen significativamente los riesgos de derrame. Estas, sin embargo, están en fase experimental, no han sido escaladas o no son aplicables en todas las situaciones y, por lo tanto, son más riesgosas para las empresas.
Para que estas y otras formas alternativas se desarrollen, se necesitan regulaciones que las propicien y esfuerzos públicos y privados significativos que las empujen. Los “mercados” no van a adoptarlas espontáneamente. Se necesita una decisión y acuerdo social, con el liderazgo del Estado, para direccionar esfuerzos hacia transformar las tecnologías en el mediano plazo. Un diálogo con objetivos transformadores debería apuntar en esta dirección.
- Conicet. Directora de Cenit-EeyN UNSAM.
FUENTE: PAGINA 12