Nuevo objetivo de la ciencia para prolongar la vida
Durante el siglo XX se redujo la mortalidad infantil y se amplió la longevidad gracias a las vacunas, los antibióticos y las mejoras en la medicina y la salud pública: en los países desarrollados, las personas viven unas tres décadas más que hace 100 años. Pero durante ese tiempo sufren también gran deterioro y una serie de males asociados al envejecimiento: enfermedades cardiovasculares, cáncer, demencia senil, por ejemplo. El siglo XXI, según algunos investigadores en gerontología, podría ser el que cambie eso.
“Ha llegado la hora de que asumamos el control de nuestra propia biología”, dijo Jay Olshansky, epidemiólogo de la Universidad de Illinois en Chicago, a The Moonshot Catalog. “En lugar de luchar contra las consecuencias del envejecimiento, modifiquémoslo. Tratemos de reducir la velocidad del proceso, porque hacerlo tendrá un efecto de cascada sobre todas las enfermedades fatales e incapacitantes de la vejez actual”.
El análisis celular y molecular del proceso de envejecimiento permitiría encontrar maneras de detener desde las fallas en la bioquímica de las proteínas hasta la acumulación de las células senescentes, las que han dejado de dividirse pero se mantienen en los tejidos y pueden desencadenar enfermedades. “No estamos hablando de lograr que la gente viva 500 años, sino de conseguir que se mantenga sana otra década o dos más que ahora”, explicó el biólogo Steven Austad, de la Universidad de Alabama en Birmingham y director científico de la Federación Nacional para la Investigación del Envejecimiento (AFAR) de los Estados Unidos.
El objetivo de la gerontología, entonces, sería hallar “intervenciones y prácticas que prolonguen la expectativa de salud de las personas”, definió Ivan Amato, autor del artículo. De manera similar a la expectativa de vida, la de salud sería “el periodo durante el cual los individuos pueden vivir de manera independiente, sin enfermedades ni dolor y básicamente pueden hacer lo que desean”, definió James Kirkland, gerontólogo de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota.
La edad cronológica —la cantidad de años que una persona ha vivido— es el principal factor de riesgo. Por ejemplo: “El 80% del riesgo de sufrir el mal de Alzheimer es la edad cronológica”, ilustró Kirkland; si bien los antecedentes familiares de presión alta y colesterol alto aumentan el peligro de un ataque cardíaco entre dos y cuatro veces, “tener 85 años lo aumenta 1.000 veces con respecto a los 30 años”.
Por eso —explicó al Catalog Felipe Sierra, director de Biología del Envejecimiento en el Instituto Nacional sobre Envejecimiento de Baltimore, Maryland— el eje está puesto en recursos clínicos y farmacológicos que permitan “demorar el comienzo de un grupo de enfermedades principales y condiciones que, aunque no son letales, nos roban calidad de vida». El objetivo de investigadores como él es “lograr una demora de cinco años en el inicio de la mayoría de las enfermedades crónicas”.
Los gerontólogos hablan de los “pilares del envejecimiento” para describir los procesos fundamentales que permitirían hacerlo más lento, detenerlo y hasta revertirlo mediante intervenciones biomédicas. Por ahora se trata de estudios de biología molecular o comprobados en animales, no en seres humanos.
Uno de estos pilares es la inflamación de baja intensidad, que en los adultos mayores se presenta en distintos tipos de tejidos y lugares asociados con la enfermedad crónica. “La inflamación en los vasos sanguíneos se asocia con la arterioesclerosis, por ejemplo”, señaló Amato. El segundo pilar son los tropiezos en el nivel celular: plegamiento erróneo de las proteínas, fallas en el ADN y los cromosomas, problemas mitocondriales y metabólicos. El tercero serían los errores en las células madres y progenitoras, por los cuales, por ejemplo, no se replican o se diferencian como diferentes tipos de células y tejidos. Y el último pilar son las células senescentes, que causan daño en los tejidos.
“Kirkland observó que los pilares del envejecimiento están interrelacionados. Atacar a uno en el nivel genético o con medicaciones tiende a afectar al resto, dijo: ‘Comienza a parecer que existe una cantidad de intervenciones que pueden demorar, prevenir o aliviar múltiples enfermedades y condiciones asociadas a la vejez como un grupo, en lugar de ir una por una’, explicó”.
Por ejemplo, los estudios de la rapamicina (una droga derivada de una bacteria del suelo que se usa para prevenir el rechazo de órganos transplantados y recubrir los stents para impedir que las células los tapen) han demostrado que mantiene a raya a las células senescentes y ayuda a reciclar los residuos moleculares de la actividad cerebral. Por ahora, adviritió el artículo, se ha observado en perros. Y ha mostrado, también, que preserva las funciones cognitiva e inmune y reduce la tasa de cáncer en animales.
Otra sustancia que provoca entusiasmo es la metformina, muy popular para tratar la diabetes de tipo 2. “Desde el punto de vista de la epidemiología, se ha observado que protege contra una gama de cosas, incluido el cáncer, la demencia senil y las enfermedades cardiovasculares”, dijo Austad al Catalog. “Si se la deja sin tratamiento, la diabetes se parece mucho a un envejecimiento acelerado, así que tiene sentido que algo que es efectivo para tratarla reduzca la velocidad de esos procesos”.
AFAR se propone realizar un estudio de gran escala: 3.500 participantes de 65 a 80 años en 14 centros médicos, durante seis años. Entre los directores del trabajo se encuentran Olshansky y Nir Barzilai, titular del Instituto de Investigación sobre Envejecimiento de la Escuela de Medicina Albert Einstein, del Bronx, Nueva York.
Por último, los gerontólogos estudian los senolíticos, fármacos que pueden eliminar las células senescentes. “Al preguntar cómo hacen estas células para sobrevivir aun cuando causan la destrucción de otras a su alrededor, Kirkland y otros descubrieron que estas células zombies logran cerrar una serie de vías asociadas con el proceso normal de muerte celular llamado apoptosis”, explicó Amato.
Al buscar los agentes que podrían facilitarlo, sin dañar las células normales, se han encontrado entre ocho y 17 de estos senolíticos que permiten inhabilitar el bloqueo de la apoptosis y eliminan las células senescentes. Dos de ellos, el dasatinib (un medicamento contra el cáncer) y la quercetina (un antiinflamatorio y antihistamínico) se han probado en 14 pacientes con fibrosis pulmonar (una enfermedad fatal en el cual las células senescentes se acumulan y causan inflamación y tejidos similares a las cicatrices, y afectan la respiración), en los que mostraron “mejoras clínicas”, dijo Kirkland.
(Fuente: Infobae)