TRISTEZA POR EL GOLPE EN BOLIVIA. ENSEÑANZAS PARA LOS PUEBLOS
El desenlace golpista
El domingo 10 de noviembre se produjo un acelerado desenlace para la crisis política en Bolivia. Las hordas organi-zadas por la oligarquía de Santa Cruz tenían acorralado al presidente Evo Morales, la policía se auto acuarteló permitiendo destrozo en varias ciudades y las fuerzas armadas públicamente le pidieron la renuncia: un claro golpe de estado. La maniobra se confirmó el martes 12 con la asunción como presidente interina de una mujer, vicepresiden-ta segunda del senado, en una sesión del parlamento sin quórum y oficiada por un general del Ejército.
La crisis política comenzó en Bolivia luego de las elecciones presidenciales del 20 de octubre después de las cuales la oposición encabezadas por Carlos Mesas plantearon dudas sobre la valides del escrutinio. La oposición inició un reclamo pidiendo segunda vuelta en las elecciones. El domingo pasado por la mañana Evo Morales Ayma luego de conocido el informe de la OEA, anuncio que convocaría a nuevas elecciones para no dejar dudas sobre la voluntad popular, pero la decisión de los golpistas era irreversible. Querían la renuncia de Evo. A las pocas horas en medio de atentados contra la vida de sus familiares y el “pedido” público de las Fuerzas Armadas, Evo renunció. Durante horas se temió por su vida, ya que integrantes de las fuerzas armadas lo buscaban, sin causa y sin orden alguna de detención emitida por un poder legítimo. El accionar de dirigentes democráticos de Latinoamérica, como Alberto Fernán-dez y López Obrador, logró que consiguiera asilo político en México.
El lunes algunos “analistas” sanjuaninos, en los medios de comunicación explicaron que no era un golpe porque no había salido soldados y tanques a las calles. Como si obligar a que un presidente no termine su mandato fuera una práctica republicana. Otros lo compararon con el 2001 argentino y la salida de De la Rúa del poder. Cuando en reali-dad lo único similar es que en ambos casos renunció el presidente, pero la diferencia sustancial está en quien exige la renuncia. El argentinzo del 2001 fue un “golpe del pueblo”, que contrario a la voluntad de las clases dominantes tomó las calles para terminar con una crisis social y económica insoportable. En Bolivia hubo un golpe de la derecha, de las clases dominantes, que terminaron con un gobierno que le dio mejoras en la calidad de vida a su pueblo y soberanía a su país sobre los recursos emergenticos y minerales.
Así intentaron confundir al pueblo para que no se solidarice con los hermanos bolivianos. Pero la jugada no pasó, gracias a la movilización de las fuerzas políticas y militantes conscientes del país y la provincia que rompió con el cerco de mentiras. El lunes 11 de noviembre en todas las ciudades del país se realizó una marcha en repudio al golpe de estado en Bolivia y en solidaridad con Evo Morales. En San Juan, hicieron punta con la iniciativa la coordinación de los grupos sociales los Cayetanos que movilizó al pueblo y convocó a la comunidad de residentes bolivianos en la provincia. Movilización a la que se sumaron los más destacados dirigentes políticos del campo popular, entre los que destacaron Alberto Agüero del PTP y José Luis Gioja del PJ Nacional. (Ver nota aparte)
Enseñanzas
Para el pueblo boliviano comienza una etapa de resistencia contra el terror de los golpistas. Van a contar con la solidaridad del pueblo de Latinoamérica. Pero las organizaciones políticas deben sacar lecciones de esta situación dramática para enfrentar los ataques de la reacción en todo el continente, incluida la Argentina.
La fuerza que sostiene a un gobierno popular es el pueblo movilizado y no las fuerzas armadas. Por supuesto que hay sectores populares dentro de las fuerzas, pero fundamentalmente son parte del estado de las clases dominantes no destruido, y en el caso de Bolivia durante años fueron entrenadas por instructores de los ejércitos imperialistas, especialmente de la DEA, cuyos agentes cercaron y asesinaron el “che” Guevara. Por lo tanto sus oficiales, a la hora de la verdad responden a las clases dominantes locales y a las burguesías intermediarias.
En argentina la primera etapa del gobierno de Perón hizo crecer al proletariado industrial que es la base histórica de ese movimiento. Un movimiento obrero que enfrentó dictaduras y logró conquista que no se consiguieron sino con la movilización. Es la fuerza que resistió las políticas de ajuste, de entrega y desindustrialización de la dictadura de 1976 en adelante. El clasismo y todas las vertientes del movimiento obrero (ocupado, desocupado y jubilado) condi-cionaron al gobierno de Macri y fue motor de la gran unidad para su derrota.
Los programas reformistas en el gobierno tienen un límite, en el que no pueden avanzar más y retroceden. En Lati-noamérica, los gobiernos populares chocaron contra el intercambio desigual de su producción en el mercado mun-dial, y fundamentalmente cuando cayeron los precios de las materias primas, tuvieron problemas para sostener sus logros. La industrialización es el camino que tienen que emprender los países que quieren romper la dependencia. Porque las potencias siempre compran a bajo precio las materias primas y vende cara la tecnología. Para esto, es necesario ir a fondo con las trabas estructurales que perpetuán el atraso que son la subsistencia del latifundio y el manejo en pocas manos de las exportaciones.
Ganar el debate político
El panorama esta revuelto. En Ecuador y Chile avanza la lucha y la organización del pueblo por un cambio profundo. Particularmente en Chile esta semana recrudeció la lucha popular para exigir la renuncia a Piñera. En Bolivia el cam-po popular retrocedió. Maduro resiste en Venezuela. México tiene un gobierno progresista, que no es sumiso a los mandatos de los yanquis. Argentina en los próximos días va a afrontar un cambio de gobierno, que concita grandes expectativas en el pueblo trabajador, no obstante va a estar condicionado por las bombas que le deja el gobierno de Macri. En este panorama el pueblo argentino no puede ser espectador sino que debe ser protagonista de las luchas políticas para conseguir las transformaciones populares necesarias.
Una característica de la situación política de Bolivia y que está presente también en argentina es que las derechas también disputan a las masas y han logrado movilizar una parte para sus objetivos. Las marchas en contra de Evo eran grandes. Al igual que Macri logró sumar 2 millones de votos entre la elección del 11de agosto y la del 27 de octubre.
En la argentina no hay 10 millones de oligarcas, que son los votos que obtuvo Juntos por el Cambio. Es claro que la derecha se apoya en la confusión en el campo popular y pone el eje de las discusiones en donde le conviene para hacer pasar sus planes liberales. Hay que ganarle debate al liberalismo política e ideológicamente.
La desesperante situación de hambre y pobreza que atraviesa el pueblo argentino pide soluciones urgentes. Las pri-meras medidas de Fernández en el gobierno seguramente serán destinadas a campear es crisis, es lo que ha queda-do expresado en la reunión que mantuvo con los movimientos sociales, no obstante no hay que creer que es el único objetivo. Las fuerzas políticas populares, democráticas y antiimperialistas deben seguir alentando la unidad, como se logró el 11 en repudio al golpe en Bolivia. Y esa unidad debe ser alrededor de iniciativas que mantengan al campo popular activo en la lucha por un programa de liberación, para recuperar la soberanía nacional y ponerla al servicio de un proyecto industrializador e independiente.
La CCC se encamina a celebrar sus 25 años de vida, en el momento de mayor esplendor de su historia, porque es una herramienta que le permite a las masas ser protagonistas de la lucha política y social del país y la provincia. El PTP y el PCR, han gestado y acompañado es rumbo, y al calor de las luchas crece, se fortalece y se prepara para seguir uniendo al campo popular con iniciativas y proyectos.
Federico Agüero
Partido del Trabajo y del Pueblo