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La fragilidad laboral en niveles récord

La destrucción de puestos de trabajo registrada a lo largo de los últimos cuatro años fue acompañada por otros dos procesos: la pérdida en la capacidad de compra de los salarios y la precarización en las condiciones laborales. Como resultado de las transformaciones en el mercado de trabajo asociadas a la política económica implementada durante el gobierno de Mauricio Macri, la fragilidad laboral escaló hasta 39,7 puntos en el segundo trimestre de 2019. 

El indicador elaborado por el CITRA de la UMET marcó así un incremento del 9 por ciento frente a los valores observados en el mismo período de 2016. La exacerbación del deterioro a partir del año pasado fue acompañada por una escalada del 13 por ciento en la fragilidad laboral entre los segundos trimestres de 2018 y 2019. Las mujeres y los jóvenes son los sectores más afectados por la pauperización en las condiciones del mercado de trabajo.

“Estamos frente a un deterioro muy significativo en las condiciones laborales durante el gobierno de Cambiemos. Aumentaron el desempleo, la pobreza y la precariedad junto con un fuerte deterioro del salario real”, expresó la socióloga e investigadora del CITRA, Marta Novick. Desde su perspectiva el alza en la fragilidad laboral se explica al conjugar el escenario de ajuste recesivo con “la retirada del Estado en materia de inspecciones, la promoción de empleo precarizado con menos derechos y, a su vez, la menor intervención en los conflictos”.

El Indice de Fragilidad Laboral (IFL) se puede entender como la distancia existente entre las condiciones óptimas o deseables de la dinámica y funcionamiento del mercado de trabajo y aquellas efectivamente vigentes. El indicador multidimensional está compuesto por tres aspectos: la escasez de puestos de trabajo, la precariedad laboral y el poder de compra de los ingresos. El IFL muestra siempre valores entre 0 y 1, donde 0 indica el escenario de no-fragilidad y 1 el de fragilidad crítica (al multiplicar por 100 esos valores se pueden interpretar como la distancia existente entre las condiciones vigentes del mercado de trabajo y el escenario ideal de no-fragilidad, medida en puntos).

“El trabajo es el principal transmisor de lo que sucede en la economía y los hogares. Repercute con intensidad en el universo laboral”, enfatiza Novick que dirige la carrera de Relaciones de Trabajo de la UMET al analizar la evolución del IFL durante la gestión de Cambiemos. Los resultados de la investigación permiten observar el derrotero de la fragilidad laboral a lo largo de los últimos cuatro años.

El IFL alcanzó a 36,5 puntos en el segundo trimestre de 2016, marcó una leve mejora hasta los 35,3 puntos en el mismo período de 2017, se mantuvo estable en 35,2 puntos entre abril y junio de 2018 y escaló hasta los 39,7 puntos al finalizar el segundo semestre de 2019. “El incremento durante el último año se observa en todas las dimensiones lo que muestra el impacto del ajuste recesivo sobre la escena laboral”, enfatizó Novick.

El trabajo elaborado junto con las economistas Ana Di Giovambattista y Ana Garriz permite dimensionar la evolución de la fragilidad laboral entre distintos sectores de la población. Con datos hasta el primer trimestre de 2019, el equipo de investigadoras estima que la fragilidad laboral de las mujeres alcanzó ese período una magnitud de 39,3 puntos, mientras que la de los varones fue de 38,2 puntos. Esa brecha de fragilidad no se observa en todos los primeros trimestres, por eso, el informe advierte que “en períodos de depresión económica las mujeres no sólo padecen mayor exposición a la fragilidad laboral en relación a los hombres (detentan un IFL mayor en términos relativos), sino que además se ven más afectadas por el deterioro en las condiciones del mercado de trabajo”. Entre el primer trimestre de 2018 y el primer trimestre de 2019, el crecimiento de la fragilidad laboral para los varones fue del 11 por ciento mientras que para las mujeres el alza fue del 15 por ciento.

“Sin importar lo que pase en el ciclo económico los jóvenes experimentan una situación de fragilidad permanente”, advierte Novick. La dinámica de fragilidad laboral comparada para adultos y jóvenes expone la presencia de una brecha etaria de considerable magnitud: para el período completo, el IFL promedio para personas de entre 14 y 29 años es un 56 por ciento superior al IFL correspondiente a los adultos (30 a 65 años). En relación a los niveles correspondientes al primer trimestre de 2019, el IFL de los jóvenes alcanzó los 50,1 puntos, mientras que en los adultos fue de 33 puntos.

FUENTE

(Fuente: Página12)