Wos: «La política empieza a ser de los pibes»
Wos acaba de publicar su primer disco, Caravana. Pero seguramente quien lea esto ya lo sabía. En los primeros minutos de hoy, el álbum debut de este pibe de 21 años llamado Valentín Oliva apareció en las plataformas digitales y de inmediato 9 millones de notificaciones salieron disparadas. Y fueron a caer a sus 3,65 millones de oyentes mensuales en Spotify , sus más de 3,3 millones de seguidores en Instagram y sus casi dos millones de suscriptores en YouTube , que de postre ligaron el flamante videoclip de “Luz delito”, un tema rockero que sí, incluye el jeite de “Luzbelito y las sirenas” de Los Redondos. Pero esa zarpada base de público que agotó en 24 horas las dos funciones que hará en Groove para presentar Caravana, los próximos viernes 11 y sábado 12 de octubre, no viene por colgarse de hashtags ni pagar grandes campañas publicitarias. Hoy, Wos es el músico centennial más trascendente del país y encarna una nueva forma de entender la cultura popular.
“En un principio creo que mi forma de componer era más hablando a mis pares, a otros de mi edad, pero de pronto me empecé a acostumbrar a que lo que decía iba llegando a otros lugares inesperados”, le decía Wos a Página/12, poco antes de publicar este disco que en rigor no es ningún debut. Es que viene desarrollando una aventura artística fenomenal desde 2016, cuando empezó a consolidarse como el más destacado de una movida que atravesó la cultura y el paisaje urbanos: el freestyle. Un movimiento que resultó transformador y brindó cobijo a muchos pibes, y que motivó el reconocimiento del Senado argentino a uno de sus paladines: Valentín, hijo de la bailarina Maia Mónaco y del músico Alejandro Oliva, uno de los fundadores de La Bomba de Tiempo.
Después de tirar con sus amigos de la escuela, en el barrio de Chacarita, y de meterse en algunas competencias, a partir de 2016 Wos refinó un estilo avasallante, mutante e ilustrado con el que ganó El Quinto Escalón, la competición mítica de las barriadas porteñas. Entró en un frenesí increíble, fue campeón argentino y subcampeón mundial de la Red Bull Batalla de los Gallos en 2017, y en la de 2018 se cobró la revancha internacional ante el mexicano Aczino. Y, por si había dudas, también ganó la liga profesional Freestyle Master Series. El pibe exhibía una versatilidad increíble, con histrionismo, musicalidad, mucho ritmo y mucho flow, vocabulario, inventiva y una actitud punzante. Todo al resguardo de esa jeta característica y esos ojos transparentes.
Una Caravana que va de la plaza al escenario
“Desde que se hizo esa Red Bull en el Luna Park, los eventos empezaron a ser como un partido de fútbol, que lo ven un nene 5 y el papá que tiene 40, y el del medio también. Empezó a abarcar a todas las edades y a gente que le gustaba la música, a gente que capaz no escuchaba música, a gente que no sabía ni lo que era el rap y a otra fan del rap”, recupera Wos. El freestyle se volvió un movimiento en toda Latinoamérica y en España, con un público muy variado de fanáticos seguidores, pero también frenéticos del scroll: el minuto de video de Instagram resultó el enlatado perfecto para contenidos que resumían lo más picante de las batallas. Se volvieron virales. Y así el freestyle se convirtió en un trabajo, en una industria cultural de gran porte.
Pero Wos optó por tomarse un descanso de eso (solamente irá a la Batalla de los Gallos Internacional en noviembre) y no ponerse a pensar en ese público cuando compuso las canciones de Caravana. “Hay tanta variedad de gente que me volvería loco”, reconoce. “Yo cuento desde mi lugar lo que siento, lo que veo, lo que pasa, y creo que después eso igual se recibe de manera distintas, a cada uno le pega por un lado diferente. Está buena esa variedad que alimenta que después en un recital haya gente tan distinta; es un poco lo que generó el hip hop en las plazas con los encuentros, con las competencias: tener gente que nada que ver, tirando todos para el mismo lado.”
“Hay tanta variedad de gente”, dice, y también la hay en su música, que va del rap hardcore al trap indómito, con entremeses de amor urbano, rock fuerte y pista de baile. Dos de las canciones de Caravana ya eran conocidas: “Canguro” y “Melón vino”. Además de “Luz delito”, las novedades incluyen la frenética y pistera “Fresco”, la reverberante y ahumada “Pantano”, el rap urbano “Okupa” y una brillosa pasada de trap en “No va a bajar”. En el medio: hip hop, caderas quebradas, porro, responsabilidad afectiva y funk.
Wos aún es el competidor más sobresaliente de la generación que –con las redes sociales como indispensable plataforma– llevó al freestyle al mainstream y, entre ronda y ronda, lo convirtió en una escena de pertenencia, denuncia y catarsis para jóvenes. Pero recién con los simples que adelantaron Caravana se fue volviendo, además –y súper rápidamente– un músico indispensable que entiende que ser comprometido no tiene nada que ver con la prohibición del deseo, de la diversión y del flash.
La generación fluida
La suya es una de las voces bien pensantes de su camada, así como la de Ofelia Fernández, pero también una de las más intrépidas de las músicas nuevas, como la de Marilina Bertoldi o Ca7riel , que junto a Paco Amoroso hacen lo que quizás sea el nexo entre esa cultura centénica de Wos de estilo y libertad, la ética milénica de la gestión indie y las tradiciones a la vez psicodélicas, funkeras y bolicheras del rock argentino.
Precisamente Ca7riel acompaña como guitarrista a Wos en vivo, en una banda que tiene a Fran Azorai en teclados, a Guille Salort en batería y a Natasha Iurcovich en bajo. Todes pibes. Todes amigues. Todes parte de una generación a la que no le importa si es rap o rock ni si la herramienta es actuar o tocar o hacer memes, una camada que encara con fluidez el lenguaje, los géneros, el arte. La producción musical es de Facu Yalve (Evlay Beats) y la general de Peter Ehrlich para Agencia Picante, mientras que todos los videos, desde el de “Púrpura”, son trabajados con La Casa de al Lado, la productora joven que también armó los particulares videolyrics de los temas que no llevan clips.
“Siento que está más desprejuiciado todo y va avanzando. En ese sentido, antes si eras rapero y hacías un tema como ‘Melón vino’, más romántico, te decían maricón, esa cosa que ahora parece arcaica. Eso estuvo instalado y por suerte se va haciendo conciencia, va evolucionando y se va enriqueciendo un montón, pero eso va junto con el contexto”, amplía Wos. Hoy el contexto es la salida de su primer disco y la realización de sus dos primeros conciertos solo en capital, fuera del marco seguro de festivales y eventos de freestyle.
Después de estos shows en el boliche de Palermo, Wos tendrá toques en Rosario (15/10 en la Sala de las Artes), Bahía Blanca (18/10 en el Teatro Rossini) y Mar del Plata (19/10 en GAP), y encarará en noviembre una gira de festivales por Mercedes (Mastai), Santa Fe (Harlem Festival) y Córdoba (La Nueva Generación). “Es lindo viajar con mi música y encontrarme con esa gente que escribe, que está manija, que escucha, que está en miles de lugares, pero hasta ahora solo la veo en numeritos. Ahora estoy yendo a presentarles lo mío y está buenísimo. Así como tocar en Groove, un lugar donde gané un par de competencias, y lo vas apropiando ese escenario. Al mismo tiempo sé que es otra cosa y que no tienen tanto que ver una con la otra.”
A finales del año pasado, en la definición de la FMS, Wos tenía su final contra Papo, referente de otra generación y autoproclamada “bestia” del freestyle hardcore. Este otro gran competidor argentino espetó: “¿Quieren que lo unte con la vaselina? Dejá de robar plata: ya parecés Cristina”. Un rato después, un Wos prendido fuego le contestó: “Está comiendo la matriz, ¿se siente adentro como de Matrix? Yo no soy Cristina, él es Macri: está quebrando el país“.
A mediados de éste, Wos sacó “Canguro“, un temazo: “No para de toser trabajando doce horas / Cobra dos moneda’ al mes pa’ mantener cuatro personas / Y no hables de meritocracia; me da gracia, no me jodas / Que sin oportunidades esa mierda no funciona / Y no, no hace falta gente que labure más / Hace falta que con menos se pueda vivir en paz”. ¿Era tan distinto?
El freestyle fue tu plataforma para salir a contar lo que veías y te pasaba, ¿cuál es la diferencia de hacerlo ahora desde las canciones?
–Las dos me gustan mucho, pero siento que en mis temas dejo algo más mío, una marca más personal y una posibilidad de darle más vueltas a esas ideas que quizás salen en el freestyle, pero están sin desarrollar. Siento por un lado más responsabilidad, pero al mismo tiempo me gratifica más lo que pasa y disfruto más de los recitales.
En las competencias nunca tuviste problema en exponer tus convicciones más íntimas, por las que de hecho te han atacado.
–Si voy a hablar de eso, estoy tranquilo: es lo que pienso y lo voy a defender ahí. Siento que igual en la batalla de freestyle hay algo de agarrarse de cualquier cosa, y cuando se sabe mucho sobre un competidor, se utiliza. Pero está bueno cuando esos debates o choques de ideas pasan algo más interesante y no se quedan en un ataque. Es parte de lo que pasa, del picante de las competencias. Pero creo que está bueno cuando eso trasciende el mero bardeo y empiezan a pasar cosas.
¿Cómo te llevás con ser un referente a tu edad?
–Yo no siento que diga algo que otro no sepa, simplemente tengo una forma de expresar algo que todos sabemos, por eso se sienten identificados. Hay un montón de pibes y pibas muy jóvenes que ya vienen con otra mentalidad, y que capaz me pongo a hablar de política y de cosas de la vida en general y tienen 15 años y no podés creer lo que están diciendo, tienen un montón de data que yo no tenía. Está bueno que la voz de muchos jóvenes esté siendo escuchada, y que estén siendo referentes, como Ofelia.
¿Cuál creés que puede ser el aporte de esta generación?
–Un poco de frescura y otra manera de hacer las cosas. Creo que se está rompiendo esto de que la política es de este grupo de personas, de esta elite de esta edad y de este lugar, y de pronto empieza a ser algo de los pibes, se apropian más, empieza a ser más compartida y a mezclarse con otras cosas, con la música. También hay algo ahora en eso de la juventud de decir “Bueno, ¿no me querés dar lugar? No me interesa, me lo voy a hacer igual, de alguna manera“ y casi que es inevitable que le des el lugar, porque no te queda otra. Los pibes son los que van a generar las transformaciones. Son el presente, en realidad. Creo que un poco el cambio de paradigma que se está dando es que ya dejó de ser “Cuidemos al pibe 18 que es el futuro». Son el presente, están, escúchenlos ahora. Creo que es el momento de integrar todo un poco más.
(Fuente: Página12)