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Declaran el toque de queda en Bagdad

Irak ha instaurado el toque de queda en Bagdad, desde la medianoche hasta las seis de la mañana, desde hoy mismo y de modo indefinido. Según la televisión estatal, la medida de excepción ha sido decidida por las autoridades militares, después de que la combinación de protestas populares, vandalismo represión se haya recrudecido desde el viernes. Unas setenta personas habrían muerto desde entonces -cinco hoy mismo- que se suman a las ciento cincuenta víctimas mortales registradas durante la primera fase de violencia, a principios de mes.

El primer ministro, Adel Abdul Madhi, veía ayer cómo temblaba su gobierno tras el abandono por parte de su principal apoyo, el de los partidarios del clérigo chií Moqtada al Sadr, que ahora pide “nuevas elecciones bajo la supervisión de la ONU”.

Unas setenta personas habrían muerto en los altercados

Temblaba, también, porque ayer se producía la temida adhesión de los estudiantes, tanto universitarios como de enseñanza media, a las protestas. Aunque ha habido decenas de muertos por bala -y se ha denunciado la presencia de francotiradores- hoy los antidisturbios se ceñían al gas lacrimógeno y las porras. El núcleo duro de la protesta es la plaza Tahrir de Bagdad -que la policía aspira a desalojar con el toque de queda- y su objetivo pendiente, la ultraprotegida Zona Verde.

Los manifestantes iraquíes ayudan a sus camaradas después de ser alcanzados por el gas lacrimógeno lanzado por la policía antidisturbios contra los manifestantes en la plaza al-Tahrir, en Bagdad
Los manifestantes iraquíes ayudan a sus camaradas después de ser alcanzados por el gas lacrimógeno lanzado por la policía antidisturbios contra los manifestantes en la plaza al-Tahrir, en Bagdad (MURTAJA LATEEF / EFE)

Varias medidas drásticas tomadas a lo largo de las últimas horas no han logrado desmovilizar las concentraciones. Entre estas estaría la supresión de varios pluses a la clase política por valor de 180 millones de dólares o la disolución de los consejos provinciales -excepto el Kurdistán- y locales, vistos como focos de clientelismo, hasta las próximas elecciones. Incluso el Tribunal Supremo se ha unido al afán reformista, declarando que las cuotas confesionales son inconstitucionales y que los empleos públicos deben ser adjudicados estrictamente según el mérito.

Este hartazgo del clientelismo de base confesional recuerda al que se registra simultáneamente en las protestas de Líbano -allí de modo mucho más sosegado. Teherán, en ambos casos, ve la mano negra de quienes querrían ver reducida la influencia iraní entre los chiíes de ambos países, que conforman las formaciones políticas más potentes.

Las medidas drásticas tomadas a lo largo de las últimas horas no han logrado desmovilizar las concentraciones

En cualquier caso, los iraquíes, tras sobrevivir a la ocupación y a la guerra civil sectaria, se atreven a salir a la calle para denunciar la corrupción y el desempleo crónico. Hay también un clamor popular por la ineficacia del Gobierno para suministrar los servicios básicos, como agua y luz. No así en el norte suní, todavía traumatizado por los años bajo el Estado Islámico, o en el Kurdistán, igualmente corrupto.

“Exigimos nuestros derechos, que nos fueron arrebatados en el 2003 cuando el Gobierno estadounidense nos entregó a una panda de ladrones”, dice Abbas al Hamzawi, un estudiante de Arqueología de Diwaniya, en el sur.