Durán Barba: del apogeo al ninguneo
«King maker», le decían al consultor Jaime Durán Barba en sus épocas de gloria. En el macrismo tenía tantos admiradores como sus enemigos internos. En verdad, fue acumulando cada vez más detractores por sus estrategias heterodoxas, por despreciar a quienes venían de la política tradicional y por el rol central que fue ocupando en el círculo chico del presidente Mauricio Macri. Todo eso cambió con la derrota de las PASO. Si bien todavía trabaja en la campaña para octubre, todos los que tenían una factura por pasarle se despacharon. Pasó un tiempo de agosto sin hablarse con el presidente e incluso con algunos reproches públicos entre ellos. Quienes intervienen en el armado electoral dicen que sigue estando presente, pero que ya no se lo escucha como antes. Y, por supuesto, ya no sueña con subirse a los escenarios con los ganadores, como supo hacer en las elecciones pasadas.
Con Macri, se conocieron en 2004 tras una gestión de Gustavo Grasso, un funcionario de las primeras épocas del PRO. Y fue amor a primera vista: Durán Barba vio un político que no tenía aún los tics de los dirigentes con mucho kilometraje. Y Macri vio un consultor que lo ayudaba a salirse del personaje del hijo de Franco. Y eso que ambos compartían el carácter de herederos millonarios. Según cuenta el periodista Andrés Fidanza en su libro Durán Barba. El mago de la felicidad, el consultor ecuatoriano también nació en cuna de oro. Su familia tuvo una refinería de petróleo en Estados Unidos, además de ser dueños de una mina de oro y esmeraldas en San Mateo de las Esmeraldas (Durán Barba recuerda de esta época los cantos de los esclavos negros). Además, administraban extensiones de sierras ecuatorianas.
Durán Barba es el mayor de cinco hermanos. su padre quería que fuera presidente de Ecuador. Lo mandó a una escuela católica de elite, a la que Durán Barba jura que iba a predicar el anarquismo, tras haber leído a Bakunin. Eso sí, viajaban al secundario con chofer y en uno de los únicos dos Mercedes Benz que había en todo Quito en esa época. Y sí: Durán Barba tuvo su paso por la izquierda. Estudió un tiempo en la Argentina en los setenta y tuvo una novia que militaba en el PRT-ERP y que está desaparecida. Luego fundó Informe Confidencial y comenzó su conversión en el consultor de políticos de derecha que conocemos hasta hoy.
King maker
En el PRO, consiguió acumular poder como pocos consultores, desplazando a otros integrantes del equipo, como el publicista Ernesto Savaglio (quien quedó afuera luego de una conveniente filtración de un backstage de los spots de Macri). No era solamente el que recomendaba la estrategia de campaña: Durán Barba pasó a ser parte de la mesa chica del macrismo y consiguió vetar líneas de gobierno y discursos ante crisis políticas y recomendar otros. Fue quien le dijo a Macri que se afeitara el bigote ante su procesamiento por presuntas escuchas ilegales; el que lo convenció de que no se presentara para la presidencia en 2011 contra Cristina Fernández de Kirchner. Con cada victoria electoral, fue forjando su fama de infalibilidad, que supo consolidar en libros como El arte de ganar. Por supuesto, eso le fue generando un cúmulo de enemigos internos, que fueron reuniendo rencores y, ante la derrota de las PASO, encontraron el momento para salir a cobrarse deudas pendientes con el consultor ecuatoriano.
Hubo casos más públicos, como el ex jefe de la bancada del PRO, Nicolás Massot, que lo comparó con el personaje del Manosanta de Olmedo. Es decir, con un chanta. O el diputado provincial Guillermo Bardón (ambos son de la escundería de Emilio Monzó), que escribió en Twitter: «¿De qué se disfrazará Durán Barba para justificar su fracaso? ¿Dirá que la derrota se produjo porque “nos desperfilamos” al sumar a Pichetto?». Otros, como los dirigentes cercanos a María Eugenia Vidal, se cuidaron más en público, pero lo lincharon en privado.
En caída
Hay una escena que la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, se ocupó de difundir. Fue la noche de la derrota. Según dice ella, lo echó a Durán Barba del lugar. Ante Macri y Marcos Peña, dijo: «Que se vaya el teñido». Nadie se animó a desmentirla, aunque Durán Barba le dedicó algunas alusiones filosas en sus columnas en Perfil, donde habló de las dirigentes poco democráticas que no aceptan un resultado electoral y denuncian fraude. Con Carrió, no obstante, su relación nunca fue buena. La novedad fueron las versiones de una ruptura con Macri.
Según contó el periodista Santiago Fioriti en Clarín, Macri dejó de atenderle el teléfono en las primeras semanas post derrota. No hubo más llamados, ni chats ni mails entre ambos. El presidente estaba furioso con las encuestas y con el hecho de que nadie le haya avisado (y lo haya preparado) para el «palazo» electoral, como él lo definió, que recibió esa noche del 11 de agosto. Cerca de Macri, confirmaron a Página/12 que el mandatario «estuvo muy caliente con Jaime». Se supone que ese enojo habría ido mermando, aunque seguramente el consultor ya nunca vuelva a tener el mismo lugar.
En las semanas siguientes, Durán Barba le contestó al enojo presidencial con las encuestas en una columna en la que escribió: «Las encuestas son parte de la civilización y por el momento no tienen reemplazo. Cuando se cae un avión no es inteligente clausurar los aeropuertos y comprarse un caballo. Hay que colaborar para que los aviones mejoren», le asestó. «Haría el ridículo el gerente que dijera que por el fracaso de las encuestas en Argentina es mejor reemplazarlas con el consejo de videntes y políticos con los zapatos rotos de tanto caminar su país», se burló. Un Durán Barba auténtico, herido en su amor propio.
El consultor dejó el país luego de la elección fallida y recién volvió a fines de agosto, junto con su socio Santiago Nieto. Encargaron otra batería de encuestas y retomaron los focus group para la nueva etapa. Quienes lo escuchan y tienen responsabilidades en la campaña, dicen que no cambió en nada su discurso. «Está igual. Sigue activo», comentan. «Quedó golpeado y no parece poder procesar el resultado», dicen otros. Como se ve, hay distintas miradas sobre cuánta influencia perdió, que tienen que ver con la diferente mirada que tienen en Nación, provincia y Ciudad. Con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, sigue trabajando: «Mientras Peña tenga relevancia, Durán Barba va a ocupar un lugar», indicó a este diario Fidanza, autor del libro sobre el consultor, quien advierte que todavía tiene una posibilidad a futuro: el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, lo sigue escuchando.
Un dirigente, con peso en la campaña, advirtió que si bien sigue formando parte de la conversación y de las reuniones, ya no se le presta tanta atención a lo que propone. «Va a las reuniones, pero ya no se le da mucha bola», resumió. En el encuentro de la semana pasada de los jefes de campaña, Durán Barba no estuvo. Antes solía dar conferencias magistrales en esos ámbitos. También llegó a aparecer sobre el escenario en los bunkers del PRO a ponerle la firma a la victoria. Está claro que ya no lo van a dejar subir más.
(Fuente: Página12)