Diseñan un plan para contener la presión alcista de los mercados
La primera vez que Hernán Lacunza habló con Mauricio Macri -antes de asumir como ministro de Hacienda-explicó al presidente que para «estabilizar los mercados» se debía diseñar un programa que permitiera «preservar las reservas» ante los inminentes vencimientos de la deuda pública en una coyuntura de extrema debilidad política causada por la apabullante victoria de Alberto Fernández.
Macri aceptó los consejos y resolvió que Lacunza se pusiera a trabajar bajo secreto de Estado. El ministro de Hacienda compartió sus temores e inquietudes con Marcos Peña y Guido Sandleris, quienes contuvieron con sus consejos políticos y económicos al sucesor de Nicolás Dujovne.
Lacunza dividió su tarea en cinco andariveles diferentes e hizo la primera presentación a Macri y Peña en la Casa Rosada. Esos andariveles apuntaban a tratar de distinta manera a cinco protagonistas claves del sistema económico y financiero de la Argentina: 1) Las personas físicas que tienen títulos públicos; 2) Las personas jurídicas que tienen títulos públicos; 3) Tenedores de bonos bajo legislación nacional; 4) Tenedores de bonos bajo legislación extranjera; 5) El Fondo Monetario Internacional.
Los andariveles de Lacunza tienen una explicación política-electoral y financiera. Cuando propone que las personas físicas con títulos públicos cobren «sin pedal», eso significa evitar un default tácito con los votantes que apoyaron o aún apoyan a Macri.
Un cuidado explicito que el ministro de Hacienda evitó frente a las personas jurídicas que tienen títulos públicos. En este caso, no se tuvo como foco a las elecciones de octubre, sino que se prestó atención al volumen en millones de dólares que poseen estos titulares de papeles públicos: la relación es 9 a 1.
Es decir: Macri con la sugerencia de Lacunza protegió a sus votantes -que además es un monto fácil de pagar con las reservas- e impuso una plan de pagos a las personas jurídicas que permite esquivar una liquidación millonaria que impactaba de lleno en las tenencias del Banco Central.
Frente a los tenedores de bonos emitidos bajo legislación nacional, Lacunza propuso enviar un proyecto de ley al Congreso. Macri y Peña aceptaron la sugerencia, pero insistieron en aplicar «extrema cautela» frente a los interlocutores parlamentarios para evitar filtraciones que pudieran afectar a los mercados.
Lacunza abrió el juego a los legisladores radicales Mario Negri y Luis Naidenoff, jefes de los interbloques de Cambiemos en Diputados y la Cámara de Senadores. También comentó su plan con Miguel Ángel Pichetto, que además de ser senador es candidato a vicepresidente de Juntos por el Cambio.
El ministro de Hacienda explicó su programa a Negri y Naidenoff y preguntó si la iniciativa respecto a los tenedores de bonos con jurisdicción nacional podía avanzar en ambas cámaras parlamentarias. Negri y Naidenoff replicaron que era posible, pero que la negociación sería un viaje en montaña rusa con un final traccionado por los resultados de los comicios de octubre.
Cuando Macri y Peña avalaron la estrategia respecto a los títulos públicos emitidos bajo legislación nacional, Lacunza se enfocó en los bonos con legislación extranjera y la compleja situación que implicaría negociar con el FMI una postergación en los pagos del Stand By Agreement.
En estos dos casos concretos, el ministro de Hacienda no hizo referencia al concepto de default -aplicó la palabra reperfilar-, pero en su anuncio explicita que se postergan los plazos de pago. Lacunza escribió su propio discurso, habló con Macri hasta minutos antes de iniciar la conferencia de prensa, y considera que sus propuestas a los bonistas se ajustan a derecho y a las prácticas de mercado.
El plan para contener a los mercados, evitar que se licuen las reservas y preservar las posibilidades electorales de Macri se diseño en secreto durante ocho días. Lacunza guardaba sus papers bajo siete llaves y reducía al máximo sus chats y sus conversaciones telefónicas, mientras la información clave sólo era manejada por un reducido número de asesores que heredó de la gestión Dujovne.
Macri, Peña, Lacunza y Sandleris consideran que fue «un milagro» que su programa de estabilización financiera no se haya filtrado a los medios y a los brokers de la City. Ahora rezan que funcione cuando abran los mercados en Buenos Aires y New York. Está en juego 100.000 millones de dólares en deuda pública.
(Fuente: Infobae)