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Pese al bajo consumo de su carne, Japón volvió al mar a cazar ballenas

Navíos japoneses cazaron con arpón dos ballenas este lunes 1 de julio en aguas niponas, inaugurando así la reanudación de la caza comercial de ese animal, interrumpida durante más de tres décadas. La vuelta a la mar de los balleneros para cazar cetáceos para el consumo se produce tras la decisión del gobierno de abandonar la Comisión Ballenera Internacional (CBI) hace seis meses, con lo que el país quedó exento de una moratoria.

Dos ballenas Minke fueron cazadas por barcos que habían zarpado por la mañana del puerto de Kushiro (isla septentrional de Hokkaido), tras una ceremonia en la que varios representantes electos reivindicaron la legitimidad de esta tradición. Al menos una de las embarcaciones regresó por la tarde y descargó sus presas, constataron periodistas.

«Hoy es el día más hermoso. Pudimos atrapar una ballena grande. Va a estar deliciosa. Valió la pena esperar 31 años», celebró Yoshifumi Kai, presidente de una asociación de pescadores de ballenas, observando al cetáceo de 8,3 metros de largo.»Es una industria pequeña, pero estoy orgulloso de cazar ballenas. La práctica existe desde hace más de 400 años en mi ciudad», explicó, emocionado por hacerse de nuevo a la mar.

El barco factoría Nisshin Maru, buque insignia de la flota ballenera nipona, y otras embarcaciones también salieron del puerto de Shimonoseki (suroeste), presidido por una estatua enorme con forma de ballena. «Consideramos que las ballenas son recursos marinos como los peces y que pueden utilizarse siguiendo criterios científicos», explicó un responsable del ministerio de Agricultura, Bosques y Pesca. «Determinamos cuotas con el fin de no perjudicar a las especies», precisó.

Japón empezó sus «misiones de investigación» en la Antártida y en el noreste del Pacífico hace 32 y 25 años respectivamente, renunciando a una pesca puramente comercial, pero sirviéndose de una «excepción científica», tolerada por la CBI. Durante esas tres décadas, el archipiélago fue objeto de duras críticas de los ecologistas por sus formas de proceder, juzgadas crueles, mientras que existen métodos no letales para llevar a cabo experimentos científicos, según sus detractores.

Los datos de la tabla sobre la oferta y la demanda de alimentos publicados por el Ministerio de Agricultura, Silvicultura y Pesca revelan que en 1960 se llegaron a consumir en Japón 154.000 toneladas de carne de ballena en un año. En la década de 1960 esta cifra superó incluso las 200.000 toneladas anuales. En las décadas de 1960 y 1970 la carne ballena frita se servía habitualmente en los almuerzos escolares, informó el website Nippon.com.

A partir de los 70, con el desarrollo de la producción de carne de cerdo y ave, el consumo de carne de ballena comenzó a reducirse paulatinamente. Después de que la CBI estableciera una moratoria internacional sobre la caza comercial de ballenas en 1982, y desde que Japón reconociese de forma efectiva esta prohibición a comienzos de 1988 a pesar de continuar con la caza científica, el consumo fue cayendo en varios miles de toneladas.

En la actualidad es poco frecuente ver carne de ballena en supermercados y otros establecimientos comerciales de Japón, que de a poco se fue convirtiendo en un producto escaso que puede consumirse fundamentalmente en establecimientos especializados. Para algunas ciudades, la pesca de ballena representa una razón de ser, si no económica, al menos cultural y moral: «Nos daban [carne de ballena] en la cantina cuando era pequeña, pero no creo que vaya a comerla de nuevo. Creo que Japón debería tomar sus decisiones teniendo en cuenta al resto del mundo, que dice que eso no está bien», declaró dijo una joven de Tokio a la AFP.

«La caza comercial de ballenas es una práctica inherente y excepcionalmente cruel que no tiene cabida en el siglo XXI», según un a declaración de la ONG Humane Society International, respaldada entre otros por la primatóloga y etóloga Jane Goodall o los actores Stephen Fry y Ricky Gervais. «No hay forma humana de matar a estos animales que no sea de una forma lenta y agónica», añade el texto.

El profesor de la Universidad de Tokio Nobuyuki Yagi considera que la decisión adoptada por Japón era inevitable dado el partidismo exhibido en los últimos años por la comisión a favor de los grupos antiballeneros. «Dejó de ser un organismo respetable para convertirse en un lugar donde los países en contra de la caza de ballenas hacen presión para imponer sus puntos de vista», lamentó en declaraciones a la agencia oficial de noticias Kyodo.

«Japón está abandonando la caza ballenera en alta mar, no es una interrupción completa todavía, pero es un paso enorme hacia el fin», consideró Patrick Ramage, director del programa de conservación marina del Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW). Él ve en la reanudación de la caza comercial y en la interrupción de la pesca científica en la Antártida una suerte de última batalla para Japón. La industria de la caza de ballenas, que no cuenta con más de 250 pescadores, «se hundirá rápidamente», predijo.

(Fuente: Perfil)