Los indocumentados viven aterrorizados el inicio de las redadas anti inmigrantes
Hay miedo. En numerosas iglesias echaron ayer de menos a feligreses habituales. Muchos han optado por desaparecer de sus domicilios, a ver si amaina la persecución a los indocumentados.
Este domingo se supone que arrancó en diez ciudades de Estados Unidos la persecución de al menos 2.000 “ilegales” que ya cuentan con una orden final de deportación.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, aseguró que la operación estaba en curso en la Gran Manzana, en los barrios de Sunset Park (Brooklyn) y Harlem (Manhattan). Sin embargo, y dado el anuncio de la puesta en marcha que realizó el presidente Donald Trump, con lo que rompió la confidencialidad habitual de estas operaciones, no consiguieron dar con nadie en esas búsquedas.
A falta de confirmarse la plena puesta en marcha del dispositivo, Trump introdujo una vuelta de tuerca para cambiar la conversación. Dentro del mismo terreno del rechazo a la inmigración, el presidente arremetió con toda su ira racista contra cuatro congresistas de primer año, cuatro mujeres, ninguna de ellas blanca, que debutaron el pasado enero.
Sólo una de las cuatro, Ilhan Omar, que es de Somalia, no tiene su cuna en Estados Unidos. Alexandra Ocasio-Cortez nació en el Bronx, en una familia de raíces puertorriqueñas; la afroamericana Ayanna S. Pressley fue alumbrada en Cincinnati y criada en Chicago; y Rashida Tlaib, de origen palestino, dio su primer suspiro en Detroit.
En una ristra de tuits les sugirió que “se vuelvan a sus países y los arreglen”, en un tono que recordó aquel infame comentario que dedicó a los países africanos al definirlos como “agujero de mierda”.
Según Trump, “las demócratas progresistas, que originalmente vienen de países cuyos gobiernos son una completa y total catástrofe, los peores, los más corruptos e ineptos en cualquier lugar del mundo (si tienen un verdadero gobierno al final), ahora les dicen sonora y viciosamente a los ciudadanos de Estados Unidos, la más grande y más poderosa nación del mundo, cómo nuestro gobierno se ha de desempeñar”. Como remate, añadió: “¿Por qué no regresan y ayudan a reparar esos lugares infestados de criminales de los que vienen?”.
Trump aprovechó la confrontación entre las cuatro legisladoras con la jefa de filas, la veterana Nancy Pelosi, para amplificar su discurso racista. Siempre a partir de las directrices de sus referentes en la cadena Fox, como Sean Hannity o Tucker Carlson, que ha convertido a Ocasio en su objetivo preferido debido a sus críticas por el trato criminal a los inmigrantes y el encierro de los niños en jaulas.
“Señor presidente, el país del que vengo y al que todos juramos fidelidad es Estados Unidos”, replicó la joven de origen hispano. “Pero dado cómo usted destruye nuestras fronteras con sus inhumanos campos, todo en beneficio suyo y de su séquito, está totalmente en lo cierto sobre la corrupción que se extiende bajo sus pies”, remató la congresista más joven en la historia de EE.UU. Las otras tres liberales insultadas secundaron las críticas.
A pesar de los roces internos, Pelosi salió de inmediato a condenar al presidente por sus afirmaciones xenófobas. “Nuestra diversidad es nuestra fuerza y nuestra unidad es nuestro poder”, afirmó la jefa de la mayoría demócrata en el Congreso. “Cuando Trump dice a cuatro congresistas que se vuelvan a sus países, no hace más que reafirmar que su hacer América grande otra vez es en realidad hacer América blanca de nuevo”, reiteró.
El coro de críticas fue generalizado entre los progresistas. “Cuando digo que el presidente es un racista, sobre esto es de lo que estoy hablando”, recalcó el senado y candidato Bernie Sanders.
Muchos inmigrantes, escondidos por las redadas, también creen que Trump es un racista sin piedad que sólo se mueve por sus intereses políticos.
(Fuente: La Vanguardia)