El viceministro de Exteriores ruso asegura que el Kremlin asesora e interactúa continuamente con el Gobierno de Maduro
Tras años de alianza, y con Venezuela sumida en una profunda crisis económica, social y política, Rusia no ve a Caracas, y a Nicolás Maduro, como un socio necesitado. “Creo que somos iguales en esta alianza”, asegura Serguéi Riabkov, viceministro de Exteriores de Rusia.
“A la buena intención de Trump le sigue muy poca acción”
“Venezuela se ha convertido en uno de nuestros socios más importantes, no solo estratégicos sino también aliados”, insiste. Riabkov (Moscú, 59 años), un peso pesado de la política exterior rusa, visitará Caracas la semana que viene para asistir a la reunión de países no alineados. Un viaje de agenda, afirma Riabkov, pero que se ha percibido desde fuera, también, como una muestra de apoyo al Gobierno de Maduro.
“Apreciamos sinceramente cómo nuestros amigos venezolanos nos apoyan en un amplio abanico de temas, desde cómo votan con nosotros en varias resoluciones en la Asamblea general de la ONU; hasta en cómo debemos dirigir lo que espero sea una resistencia internacional más unificada a las sanciones extraterritoriales de EE UU”, apunta en una entrevista, en una de las grises salas del histórico edificio de Exteriores en Moscú.
Rusia, segundo acreedor del país latinoamericano —tras China— se ha convertido en uno de los principales apoyos de Maduro, ahora que más de 50 países —entre ellos EE UU y la mayoría de los europeos— han reconocido al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, que se autoproclamó presidente encargado el pasado enero. Rusia lleva meses acusando a Washington de maniobrar para desestabilizar el país latinoamericano.
“Interactuamos continuamente con Venezuela no solo brindando ayuda económica por la situación difícil que vive; también asesorando y compartiendo consejos”, asegura Riabkov. Moscú y Caracas tienen importantes acuerdos en el sector de los hidrocarburos y la energía; también en el de la minería. Además, Rusia, con una potente industria de defensa, ha vendido desde 2001 armas a Venezuela y mantiene con el país latinoamericano “acuerdos de cooperación técnica militar”. Pactos “transparentes, configurados en términos muy precisos” tanto dentro de la legislación rusa como de la internacional, defiende Riabkov, responsable ministerial de las relaciones con América.
Moscú envió a un centenar de militares a Venezuela para “asesorar” al Ejército venezolano, un envío que alimentó las suspicacias de la comunidad internacional. Además, varias informaciones apuntan que también empresas privadas rusas han enviado paramilitares a Venezuela, algo que el Kremlin siempre ha negado de manera rotunda. “Damos servicio al equipo que fue adquirido por Venezuela a lo largo de los años”, señala el viceministro ruso. “Ningún suministro de equipo militar ruso a Venezuela constituyó en ningún momento un cambio en el equilibrio de fuerzas en la región”, recalca.
Riabkov defiende esos acuerdos y asegura que el enfoque de Rusia es “tremendamente responsable”, y que hay disposiciones que “evitan radicalmente” que el material que suministra a Caracas “acabe en manos de personas que no están suficientemente controladas por los Gobiernos de la región”.
El viceministro de exteriores acusa a EE UU de difundir la idea de una posible intervención militar para desequilibrar el país. “Nos preocupa una melodía continua de Washington, donde se tiende a hablar de que todas las opciones están sobre la mesa y nada puede excluirse. Eso crea deliberadamente una sensación de incertidumbre, de qué es posible y qué no en términos de la participación de Estados Unidos”, dice.
Para Riabkov, la única posibilidad ahora sobre la mesa es el diálogo. “El Gobierno del presidente Maduro mostró muy buena voluntad”, asegura. “Algunas personas de la oposición mostraron menos inclinación a participar”, añade. Rusia, que participa en el proceso de diálogo noruego, lleva tiempo ofreciéndose como mediador, y a la pregunta de si han conversado con la oposición, incluido Juan Guaidó, elude contestar directamente. “No nos cerramos a mantener ningún contacto. Sin embargo, decir que mantenemos un diálogo o contactos directos sería presentar nuestra postura de manera equivocada”, dice. “Tuvimos contactos, una comunicación de ida y vuelta; con nuestros amigos del Gobierno venezolano y otros, también”, asegura. Pero define el asunto como “muy sensible y delicado”. Y eso, “requiere que no lo hagamos público y trabajemos con discreción”, afirma.
“Interactuamos continuamente con Venezuela, no solo brindando ayuda económica por la situación difícil que vive; también asesorando y compartiendo consejos”
La semana pasada, la ONU, tras una visita a Venezuela de su Alta Comisionada para los derechos humanos, Michelle Bachelet, hizo público un demoledor informe en el que hablaba de graves violaciones; también de violencia y abusos policiales. Un punto que otras organizaciones de derechos civiles y humanitarias ya han denunciado. Riabkov asegura que Rusia sigue de cerca la situación en el país latinoamericano y que ya ha emitido su análisis “en los formatos apropiados, fundamentalmente en Ginebra”. Y acusa a organizaciones, como Naciones Unidas, de falta de neutralidad. “En muchos casos estas estructuras trabajan en el terreno político”, asegura.
“La mejor manera de abordar las posibles inquietudes [sobre los derechos humanos en Venezuela] es el diálogo directo con las autoridades, con el Gobierno. Ellos deben tener derecho a responder, a hablar. Y no debe ser únicamente una calle de un solo sentido con solo críticas y sin consideración a las respuestas y acciones que emprende el Gobierno en esta área”, recalca.
En mayo, Estados Unidos aseguró que había mantenido conversaciones con piezas clave del régimen de Maduro para dejarle caer; y que este tenía planes de abandonar Venezuela pero que Moscú le frenó. Riabkov niega tajantemente “cualquier discusión de ese tipo entre Moscú y Caracas». Y acusa a Washington de “inyectar” en el discurso público “piezas de información que nada tienen que ver con la realidad”. “Vemos un constante flujo desde EE UU que malinterpreta nuestra postura, o incluso que ofrece al público internacional información errónea. Y no solo es una cuestión de evaluación errónea de donde está Rusia, qué hace, o qué quiere. Es un intento de construir una imagen de nuestro país como la del chico malo de la clase”, dice.
Con la llegada de Donald Trump, Moscú manifestó su esperanza de que las relaciones con Washington mejorarían. “Recibimos bien y siempre lo hemos hecho la declaración de Donald Trump de ir junto a Rusia. El problema es que a esta buena intención le sigue muy poca acción”. Riabkov considera que Rusia ha hecho un esfuerzo de acercamiento y lamenta que Washington no haya recogido el guante. “Pero también reconocemos que, dada la atmósfera actual en EE UU y los intentos de jugar el llamado ‘problema ruso’ o ‘injerencia rusa’, como un elemento de su agenda interna, quizá este enfoque sea demasiado ambicioso”. La alternativa, dice, sería encontrar pese a las sanciones algunos puntos en los que avanzar, como en la estabilidad y la seguridad. “También algunos problemas como Siria, Corea del Norte o Afganistán”.
OTRA CRISIS DE LOS MISILES
Venezuela es otro dosier sobre la mesa en la confrontación con EE UU, en la que en las últimas semanas ha escalado el asunto iraní. Riabkov acusa a Washington, que abandonó el acuerdo nuclear con Irán y reimpuso sanciones al país, de presionar a Teherán para “maximizar la tensión”. Y de hacerlo sin ofrecer una alternativa. Señala que lo ocurrido con el Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC), que trataba de desactivar —durante al menos un decenio— el acceso iraní a la bomba atómica, a cambio de levantar las sanciones económicas que asfixiaban al régimen y que firmaron en 2015 Rusia, China, Reino Unido, Francia y EE UU, “es uno de los momentos más dramáticos de la historia reciente”. “La mayoría de la comunidad internacional consideraba el plan como uno de los acuerdos internacionales más equilibrados y menos ambiguos”, lamenta. Esta semana, Teherán ha confirmado que ya ha enriquecido uranio por encima del 3,67%.
Venezuela es otro dosier sobre la mesa en la confrontación con EE UU, en la que en las últimas semanas ha escalado el asunto iraní. Riabkov acusa a Washington, que abandonó el acuerdo nuclear con Irán y reimpuso sanciones al país, de presionar a Teherán para “maximizar la tensión”. Y de hacerlo sin ofrecer una alternativa. Señala que lo ocurrido con el Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC), que trataba de desactivar —durante al menos un decenio— el acceso iraní a la bomba atómica, a cambio de levantar las sanciones económicas que asfixiaban al régimen y que firmaron en 2015 Rusia, China, Reino Unido, Francia y EE UU, “es uno de los momentos más dramáticos de la historia reciente”. “La mayoría de la comunidad internacional consideraba el plan como uno de los acuerdos internacionales más equilibrados y menos ambiguos”, lamenta. Esta semana, Teherán ha confirmado que ya ha enriquecido uranio por encima del 3,67%.
El viceministro de Exteriores ruso se muestra seriamente preocupado, además, sobre el futuro del tratado de desarme nuclear de misiles de alcance intermedio, (conocido como INF), que Estados Unidos suspendió en febrero, tras acusar a Rusia de incumplirlo; Moscú, a su vez, ha firmado la salida de uno de los pactos clave de la Guerra Fría. Riabkov cree que el INF “no puede sobrevivir” y alerta del escenario que queda. “En el peor de los casos puede desencadenar una crisis comparable con la [de los misiles] cubana de 1962”. Para Moscú supondría un “cambio dramático” si EE UU y sus aliados de la OTAN cambian su intención actual y despliegan misiles de alcance intermedio cerca de las fronteras de Rusia.
“Supondría un acto desestabilizador (…). Mi esperanza es que impere la razón para evitar esto”, abunda.
Moscú espera ahora que Washington se siente a negociar una prórroga de otro acuerdo nuclear, el conocido como New Start. Aunque señala que el diálogo en este sentido es difícil.
(Fuente: El País)