¿El retroceso estratégico de una potencia?
Los últimos acontecimientos en el terreno internacional muestran indicios de un cambio en el equilibrio de poder entre los países imperialistas. A pesar de que Trump constantemente amenaza verbalmente a sus rivales, EE.UU. cada vez más se refugia en su territorio y cede en su rol de “gendarme del mundo”.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, luego de tirar dos bombas atómicas sobre el territorio Japonés y causar la muerte de millones de personas, se autoerigió como guardián de la democracia y los derechos humanos en cualquier lugar de Mundo. Con ese discurso, justificó su intervención militar en cualquier parte del planeta, desde la península de Corea y Vietnam hasta Filipinas, Panamá o el Golfo Pérsico, África. Pero no tenían solo un discurso, los EE.UU. tenían, y tienen, la mayor fuerza militar del mundo, desplegada por todos los mares con 7 flotas no todas operativas. El final de la guerra fría y el sinceramiento capitalista de la URSS, con su posterior colapso en 1991, fue otro jalón para Estados Unidos hacia la superioridad económica, política y militar.
Durante más de 25 años parecía que no había discusiones al respecto, pero distintos acontecimientos recientes muestran que esta situación ha cambiado. La última reunión del G20, en Osaka, Japón, mostró una distención en la relaciones, luego una semana donde la Guerra comercial entre China y EEUU se puso muy tensas, y Trump amenazó con bombardear Irán. Esa es la constante en la relación entre los países imperialistas desde que llegó Trump a la Casa Blanca.
Cuando los imperialistas acuerdan se preparan para la guerra (lenín). Tensan sus relaciones, se enfrentan en la guerra y acuerdan la paz en relación a las necesidades económicas de las burguesías que gobiernan sus países. Cuando Trump asumió el gobierno de EEUU. Esté país tenía una balanza comercial muy desfavorable con China, un gran endeudamiento y un desempleo alto. Sus políticas proteccionistas lograron repatriar empresas, bajar el desempleo y el déficit, pero desataron una guerra comercial con el país asiático. En la actualidad el producto bruto geográfico de China casi ha alcanzado al de EE.UU.
Esto se le suma que el desarrollo del Fraking como método de extracción de petróleo ha permitido a EE.UU. lograr su autoabastecimiento. Por lo tanto, además de que ha bajado el precio del barril de crudo a nivel mundial, EE.UU. ya no depende de la provisión exclusiva de petróleo de los países árabes, de México ni de Venezuela. Por lo tanto se siente menos motivado a involucrarse en conflicto en medio oriente. Desde el inicio la administración Trump, le pidió a sus socios europeos de la OTAN que tengan más protagonismo en medio oriente y el norte de áfrica, que es de donde ellos se abastecen de energía.
Esa táctica de “refugiarse” en su territorio, los ha beneficiado pero a la vez también le hace ceder terreno a nivel internacional. ¿Qué sentido tiene mantener operativa flotas navales con un presupuesto mayor a los 150.000 millones de dólares si no necesitan intervenir para robar el petróleo otro país? Cada flota tiene casi cien naves, incluyendo un portaavión y submarinos, son miles de soldados a bordo, y lo que eso significa en gastos de combustibles, alimentos, medicinas, municiones, salarios, etc.
Además, desde la Guerra Civil en Siria y la invasión Rusa a la Península de Crimea, donde Putin ha demostrado que no está dispuesto a ceder más terreno. China e Irán , han formado un eje que doblegó al Estado Islámico (ISIS) y mantienen control sobre la región. La alianza estratégica de Rusia y China, ha conformado un bloque continental asiático que subordina a Europa, a través del suministro de gas y otras materias primas.
A su vez estados unidos tiene problemas en su “patio trasero”, como llaman a América Latina. En Venezuela, a pesar de las intentonas golpistas se mantiene Maduro, y en las últimas semanas Juan Guaido (Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela), el principal opositor, ha pedido negociar con el gobierno que hasta hace un mes no reconocía. Evo Morales se mantiene en Bolivia. En Brasil, Bolsonaro tiene dificultades para gobernar e imponer su política de ajuste, y su vicepresidente Hamilton Mourão firmó acuerdos comerciales con China. Chile, el país supuestamente más proclive al acuerdo con los yanquis, está muy relacionado comercialmente los chinos. Parguay, Uruguay y Argentina venden la soja al país asiático, por lo tanto por más que a Macri le gustaría hacer acuerdos con Inglaterra o EEUU tiene que responder a la necesidad de sus socios de la oligarquía terrateniente.
Otro tema de preocupación para los EE.UU, es que el fenómeno de las migraciones masivas no se detiene. Tienen una situación compleja en los estados de la frontera sur con México. Los países que el imperialismo estruja por sus materias primas, quedan empobrecidos y sus pueblos deciden emigrar a las metrópolis donde se concentra la riqueza. Nevada, Nuevo México y Texas, territorio que fueron arrebatados a México antes de la guerra de secesión, hoy son poblados por nuevas minorías hispanas que van ganando protagonismo interno. En Europa tienen el mismo caso con los inmigrantes africanos que cruzan el Mar Mediterráneo.
Este es un nuevo ciclo, dentro de la etapa del imperialismo y las revoluciones proletarias. Es un momento bisagra en la situación política mundial, de aparente paridad estratégica, entre dos bloques en pugna, y donde los Estados Unidos se repliegan hacia su territorio. Esta nueva situación plantea interrogantes para los movimientos antiimperialistas y la clase obrera mundial ¿Va a traer condiciones favorable a la lucha por la liberación de los pueblos? La historia muestra que todas las causas que supieron aprovechar las disputas antiimperialistas triunfaron, no así las que eligieron apoyar un imperialismo para luchar contra otro.