“El Kremlin no perdona ninguna debilidad”
A la flamante presidenta electa de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen (Bruselas, 1958), no le inquieta haber llegado al puesto por un margen muy estrecho de votos. Cree que pagó el descontento por el procedimiento de elección, aunque la mayoría quiere mirar hacia adelante. “Lo decisivo, ahora, es trabajar con energía sobre las soluciones”, afirmó la próxima jefa del Ejecutivo de la UE en una entrevista con el Grupo Europa de diarios europeos, que, junto a la La Vanguardia, lo integran el Süddeutsche Zeitung (Alemania), Le Monde (Francia), The Guardian (Gran Bretaña) y La Stampa (Italia).
Von der Leyen contestó, siempre con mucha cautela y diplomacia, a preguntas sobre el Brexit, la inmigración, la relación con Rusia o el desafío demográfico europeo. Horas antes había dejado de ser titular de Defensa de su país, pero la entrevista tuvo lugar en una sala del Bendlerblock, la sede berlinesa del ministerio, un edificio con trágica historia. En él se urdió el fallido complot para asesinar a Adolf Hitler, el 20 de julio de 1944, y allí fueron fusilados los oficiales que participaron en la conspiración. Una placa les honra con héroes.
Con sus ambiciosos objetivos contra el cambio climático, se acercó a los verdes, pero ¿qué impacto tendrán en la economía y en los ciudadanos?
El peor impacto sería si no actuáramos a tiempo contra un cambio climático cada vez más vertiginoso que la ciencia nos pone en evidencia sin dudas. El tiempo apremia y debemos actuar. Es lógico que la reducción de la contaminación atmosférica tenga un precio y eso lleva a transformar nuestro comportamiento y a bajar la producción de CO2. Nuestra industria está ya a un buen nivel mundial en el uso de tecnologías respetuosas con el clima, pero debe mejorar aún mucho más. Por eso se la debe proteger de importaciones baratas producidas a expensas del medio ambiente. En las regiones carboníferas del centro y el este de Europa debemos ayudar a la transición hacia nuevas actividades económicas y empleos limpios.
Usted anunció un nuevo comienzo en la política migratoria. ¿Cómo debe articularse?
El tema migración nos acompañará durante decenios. El progreso sólo será posible sobre la base de un concepto maduro y duradero. Debe empezar en África. Allí debemos invertir con fuerza. Lo siguiente es la lucha contra la criminalidad organizada, contra los traficantes. Es una obviedad que hay que rescatar a la gente en peligro en el mar, pero eso no quiere decir que automáticamente puedan venir a Europa. Necesitamos unas fronteras exteriores más seguras y un compromiso sobre el sistema de asilo de Dublín para que Schengen funcione y las fronteras internas puedan seguir abiertas.
¿Qué ocurre con los países que no están dispuestos a aceptar ni a un refugiado?
Pienso que hay que escuchar bien las razones. Pongo el caso de Polonia, con su argumento de que han acogido ya a 1,5 millones de ucranianos. Ucrania es un país con una guerra híbrida, desde hace años, en la que aún muere gente. No podemos ignorarlo. Se mantiene el principio de que cada Estado miembro necesita la solidaridad del resto. Necesitamos un reparto justo de la carga, quizás cada país en un aspecto diferenciado.
¿Quién no sea solidario, debe recibir menos dinero de los fondos estructurales?
No soy partidaria de amenazas aisladas para problemas parciales. Se trata de la responsabilidad general sobre un problema que nos ocupará durante años. Si cortamos el asunto migración en pequeñas rebanadas y nos hacemos reproches mutuos, eso lleva al bloqueo. La gente espera, con razón, que encontremos soluciones.
«Europa debe ser consciente de su fortaleza”
Como madre de siete hijos, ¿qué opina de la debilidad demográfica europea? ¿Será un grave problema para el futuro?
Debemos ayudar lo máximo posible a las familias jóvenes que quieren asumir la responsabilidad de tener hijos y que deben ganarse la vida. La sociedad debe alentar la conciliación entre el trabajo y la familia. También debemos aprender a gestionar mejor las sociedades que envejecen. Otro punto es la migración cualificada. La queremos. Dentro de 30 o 40 años todas las sociedades del hemisferio norte, desde Canadá a China, pasando por Europa y, sobre todo, Rusia, estarán envejecidas. El primero que aprenda a desarrollar una economía adaptada al cambio demográfico tendrá una clara ventaja. Europa es ya pionera.
«Lo ocurrido con el Brexit ha sido instructivo para todos los populistas”
¿Cuán lejos está dispuesta a ir para evitar un Brexit duro?
No queremos un Brexit duro. No sería bueno para ambas partes. Tenemos un buen acuerdo de retirada.
¿No está muerto?
No, es un buen acuerdo, bien negociado bajo las condiciones y las líneas rojas que estableció el Gobierno británico. Un Brexit sin acuerdo trae consecuencias negativas enormes para las dos partes, por no hablar de lo que significaría para Irlanda. Por eso debemos hacer todo lo posible para que haya un Brexit ordenado. Si hubiera buenos motivos para un aplazamiento, estoy abierta a escucharlos.
¿Cuán largo podría ser ese aplazamiento?
Primero tengo que escuchar los buenos motivos.
¿Sería un referéndum un buen motivo?
Eso es un asunto profundamente británico. Estoy orgullosa de que los europeos hayamos sido capaces de llevar estas negociaciones con una clara posición. Quiero preservar esa actitud predecible y amistosa. Sería equivocado ver el Brexit como sólo el final de algo. La forma en que organicemos el Brexit condicionará nuestras futuras relaciones con nuestra vecina Gran Bretaña. Es de vital interés para las dos partes que haya un buen comienzo, ordenado, de las futuras relaciones.
Los dos candidatos al cargo de primer ministro, Boris Johnson y Jeremy Hunt, han declarado muerto el acuerdo. ¿Está dispuesta a negociar sobre un nuevo acuerdo?
Esperemos la elección del nuevo primer ministro y hablemos después. No creo que sea bueno enviar mensajes sin saber cuál será la persona con la que vas a negociar y sin que hayas empezado las conversaciones.
¿Le irrita la injerencia de Donald Trump en el Brexit?
Eso es un asunto exclusivamente británico. No nos corresponde juzgar cómo plantea Gran Bretaña sus relaciones con Estados Unidos.
De vuelta a los países que no quieren dejar la UE. ¿Puede haber una democracia iliberal, como proclama el primer ministro húngaro, Viktor Orban?
Para mí, lo liberal es un principio básico de la democracia. Pero ya que hablamos del Brexit, llama la atención que todos los populistas hayan quitado de sus programas sus propuestas de salida (de la UE). Parece que lo ocurrido con el Brexit ha sido instructivo, que sigue siendo mejor pertenecer a una comunidad fuerte. Es mejor buscar soluciones comunes a los grandes desafíos. Eso nos hace más fuertes en el mundo. Bajo la presión de los populismos de derecha, Europa ha demostrado su dinamismo y su fuerza. Las elecciones europeas han mostrado que somos un continente más fuerte, más unido y más proeuropeísta.
La actual Comisión ha propuesto que el pago de ayudas esté condicionado al respeto del Estado de derecho. ¿Quiere mantener esta idea?
Esta debería ser absolutamente la última medida a la que recurrir. Necesitamos un debate objetivo. Primero, por supuesto, hay que buscar el diálogo. Después hay el paso del Tribunal de Justicia Europeo. Es una señal de la belleza de Europa que los estados miembros respeten esa institución neutral. Cuando uno busca hablar, no se plantea de entrada la peor amenaza.
¿Qué hará si Italia envía a un comisario de la Liga (el partido de Matteo Salvini)?
En principio cada Estado miembro tiene el derecho a proponer comisarios y comisarias. Y es el derecho de la presidenta plantear, con buenas razones, otros nombres. Para que haya un buen comienzo, creo importante por parte mía no poner condiciones. Como norma veo sólo que haya el mismo número de mujeres que de hombres.
Los equipos mixtos, de hombres y mujeres, son los que tienen más éxito”
¿Quiere tantos hombres como mujeres porque cree en las cuotas o porque las mujeres pueden resolver mejor los problemas europeos?
Las mujeres representan a la mitad de la población. Es obvio que se sienten en la mesa el mismo número. No son mejores que los hombres, pero son distintas. Tienen otra perspectiva sobre los problemas y las posibles soluciones. La política no es diferente de la ciencia o de la economía. Los equipos mixtos son los que tienen más éxito.
¿Le complicará la vida el bloqueo en la relación francoalemana y entre Emmanuel Macron y Angela Merkel?
No comparto este diagnóstico. Siempre he notado en Alemania un profundo afecto hacia Francia. Esto no es óbice para que en diversos puntos tengamos opiniones diferentes. La discusión sobre un camino común siempre nos ha llevado adelante en Europa. Eso vale para toda la UE. Ninguna otra estructura en el mundo es capaz debatir en su seno, de modo tan razonable, sobre los problemas y de solucionarlos juntos. Ahí se muestra la singularidad de la Unión Europea.
¿La presidenta alemana de la Comisión insistirá en la promesa de Alemania de aportar más al presupuesto de la UE?
Mi mirada se dirige a todos los países. Envenena la atmósfera si se apunta con el dedo a países concretos. Lo que me importa es respetar las normas necesarias y sobre todo preservar el interés común.
¿Es el ejército europeo un objetivo realista?
En el terreno de la cooperación militar hemos dado pasos impresionantes. Se ha formado una unión defensiva europea, con un fondo propio, que engloba a 25 países. La intención subyacente es coordinar de modo mucho más eficiente nuestras fuerzas armadas para estar preparados a actuar cuando Europa lo requiera. Hace cinco años, en Mali, Europa quería actuar, pero no pudo. Una Europa confiada en sí misma, fuerte, debe ser capaz de aportar desarrollo económico, seguridad y estabilidad en su vecindario cercano. El ejemplo de la cooperación entre alemanes y holandeses muestra cómo el ejército de los europeos crece.
¿Qué quiere hacer contra la impotencia de los europeos, como se manifiesta cuando el presidente Trump destruye el acuerdo nuclear con Irán? ¿Los europeos casi no tienen con qué reaccionar?
Siempre experimentaremos dificultades como el de este caso. Lo decisivo para Europa es presentarnos unidos. Lo vemos, por ejemplo, en los tratados comerciales. Somos una fuerza de 500 millones de europeos, la segunda economía mundial y un gigantesco mercado interior. Debemos ser conscientes de esa fortaleza. Sólo cuando estamos unidos tiene peso la voz de Europa.
¿Es necesaria también esta voz para defenderse de la injerencia rusa?
Rusia es nuestro vecino y lo seguirá siendo. Pero el Kremlin no perdona ninguna debilidad. Esa es la experiencia de los últimos años. Europa debe mostrar siempre que estamos dispuestos al diálogo, pero desde una posición de fuerza. Por lo que respecta a la influencia en las redes sociales, el mejor instrumento contra ella es desvelar las cosas y hacerlas públicas. Esa es la fuerza de los países libres con prensa libre.
¿Tienen sentido todavía las negociaciones de adhesión con Turquía?
El sentido de las negociaciones de adhesión es que los candidatos se modernicen y se adapten a la UE, y no lo contrario. En este momento no veo ningún hecho en Turquía que vaya en esta dirección. El proceso de adhesión está paralizado porque Turquía va en sentido contrario.
Al inicio de su carrera dijo una vez que soñaba con los Estados Unidos de Europa. ¿Ha cambiado ese sueño?
Se ha hecho más maduro y más realista. La Unión Europa se basa en la unidad en la diversidad. Eso es algo distinto al federalismo. Creo que ese es el camino adecuado.
(Fuente: La Vanguardia)