Dimite el ministro mexicano de Hacienda
La renuncia del secretario (ministro) de Hacienda de México, Carlos Urzúa, abre la mayor crisis en los siete meses de gobierno de Andrés Manuel López Obrador y somete a la economía del país a una mayor incertidumbre. El golpe es mayúsculo no solo porque supone la salida del responsable económico del Gobierno, sino por las formas en las que la ha hecho. Urzúa ha presentado su dimisión con una rotunda carta en la que acusa a la Administración de tomar decisiones de política pública sin sustento.
“Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”, ha asegurado en su carta de renuncia Urzúa. Un texto breve pero cargado de dardos hacia la gestión de López Obrador: “Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuando los diversos efectos que ésta pueda tener y libre de todo extremismo, sea éste de derecha o de izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco”, prosigue el texto.
El ya exsecretario de Hacienda ha apuntado, sin nombrarlo, al jefe de la Oficina de la Presidencia, el empresario Alfonso Romo, al señalar que le resultó “inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés”.
López Obrador no ha tardado en salir al paso de la renuncia, que ha aceptado. “Lo respeto. No está conforme con las decisiones que estamos tomando y nosotros tenemos el compromiso de cambiar la política económica que se venía imponiendo desde hace 36 años”, ha argumentado López Obrador, quien no ha obviado críticas veladas a Urzúa. “Como es un cambio, una transformación, a veces no se entiende que no podemos seguir con las mismas estrategias. No se puede poner vino nuevo en botellas viejas. Es cambio, transformación, no simulación, no es más de lo mismo”, ha asegurado, al tiempo que ha presentado a Arturo Herrera, quien ocupaba la subsecretaría, como nuevo secretario de Hacienda.
Herrera, cercano a Urzúa desde sus tiempos de alumno de maestría en el colegio de México, se presentó por la tarde ante los medios en una rueda de prensa, donde manifestó que durante su periodo en la secretaría no ha tenido ninguna cortapisa en la formación de mi equipo: “desconozco los detalles a los que se refería el secretario en su carta”, añadió con relación en las denuncias de Urzúa por intromisiones políticas durante su cargo. En cuanto a los objetivos macroeconómicos, subrayó la meta del 1% de superávit primario para final de año.
En los siete meses del Gobierno de López Obrador, Urzúa encaró las diferentes crisis a las que se enfrentó la nueva Administración. Primero, ante la cancelación del aeropuerto de Ciudad de México negoció el pago a los bonistas del proyecto para evitar que la incertidumbre dañara las futuras inversiones y la estabilidad económica del país. Después, maniobró en la revisión de las finanzas de Petróleos Mexicanos (Pemex) —la petrolera más endeudada del mundo— para garantizar el refinanciamiento de la deuda de la firma. A pesar de las polémicas decisiones del presidente mexicano en el manejo de los recursos, la Hacienda de Urzúa buscó equilibrar las demandas de austeridad con la realidad económica de México.
Herrera, por su parte, ha sido el encargado de la subsecretaría de Ingresos y se involucró en el diseño de los primeros Presupuestos de la Administración del primer presidente de izquierda en México. Sin embargo, en los últimos meses también ha tenido algunos choques con López Obrador respecto al financiamiento de sus proyectos. El subsecretario afirmó ante la prensa que la refinería de Dos Bocas (Tabasco) no era viable económicamente, después sugirió que la única forma de recaudar más recursos sería a través del cobro de la tenencia y el predial desde la Federación. En los dos casos, el presidente mexicano salió públicamente a desmentir sus propuestas.
Preguntado por estas polémicas durante la rueda de prensa de esta tarde, Herrera se pronunció esta vez de modo menos beligerante. “la inversión de Dos Bocas es relativamente menor en relación con la destinada a producción y exploración”. En cuanto a Pemex, anunció que la petrolera estatal “es central para la economía y finanzas públicas y la seguiremos apoyando como hemos hecho hasta ahora”.
La de Urzúa es la tercera dimisión de un miembro del Gabinete de López Obrador en poco más de medio año de Gobierno, desde que tomara posesión el 1 de diciembre. Primero fue el director del Instituto Mexicano el Seguro Social (IMSS), Germán Martínez y después la secretaria de Medio Ambiente, Josefa González Blanco. Martínez había señalado, también en su carta de dimisión, las irregularidades sobre la administración de los recursos en el Gobierno de López Obrador. Urzúa es el secretario de Hacienda que menos tiempo ha estado en el cargo desde diciembre de 1994, cuando en plena crisis económica Jaime Serra Puche renunció tras 28 días en el puesto.
Tras el anuncio de la renuncia de Urzúa el peso mexicano ha sufrido una caída del 2% frente al dólar y la Bolsa Mexicana de Valores cerró con un retroceso de 1,77%. Apenas una ligera reacción de los mercados para mostrar su nerviosismo ante los desajustes en la Administración pública. La forma de gobernar de López Obrador, cargada de simbolismo frente al pragmatismo por el que optaba Urzúa, ha hecho que la economía de la segunda potencia latinoamericana encare un incierto futuro. Uno de los que ha tratado de disipar las dudas ha sido Alfonso Romo, nexo de López Obrador con los empresarios, quien calificó la contracción del 0.2% de la economía en el primer trimestre como una “cachetadita”.
Si en los siguientes meses se mantiene el retroceso, México entraría técnicamente en un periodo de recesión, algo que Romo esta semana ha descartado: “100 a 1”, dijo en la jerga del apostador para asegurar que no ocurrirá. Las estimaciones de crecimiento no son nada halagüeñas para los vaticinios del empresario regiomontano: la OCDE ajustó en mayo su previsión, inicialmente del 2%, hasta situarla en un 1,6%, al cierre de 2019. El Banco de México, por su parte, ha recortado la expectativa de crecimiento y prevé que el PIB crezca entre un 0.8% y un 1.6%. Mientras López Obrador insiste en que llegará a la meta de un crecimiento del 4% de la economía en su sexenio, existe un análisis minucioso tanto de los organismos internacionales como de algunas instituciones financieras de que el desarrollo en México ha comenzado a estancarse.
López Obrador ha insistido en que “va a haber crecimiento” de la economía mexicana, en tanto se acabe la corrupción se apliquen las medidas de austeridad. “Tenemos que hacer valer la austeridad republicana”, ha insistido el presidente mexicano, en referencia a las decisiones tomadas y que han marcado la gestión en estos meses. Prácticamente ninguna de las 30 semanas de la Administración de Morena, que este lunes aprobó la Ley de Austeridad Republicana, han pasado sin una estridente queja por los recortes, que han tocado casi todos los sectores del Gobierno.
El quinto memorándum de López Obrador, enviado a la Administración pública a inicios de mayo se convirtió en un dolor de cabeza para la burocracia. La orden presidencial obligaba a reducir un 30% en gastos de representación, vuelos y viajes, además de desaparecer, para el 31 de mayo como fecha límite, las direcciones administrativas y despedir a los trabajadores eventuales. Llevar a la práctica el texto fue complicado por su falta de claridad.
(Fuente: El País)