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Aventuras de los Eclipse que se pueden observar desde un avión.

Una de las riquezas de Chile no está en el suelo. La limpieza, transparencia, claridad y oscuridad de su cielo exige ser declarada «patrimonio de la humanidad» y conforma parte de su sentimiento nacional. Sus más de 300 días despejados por año, sus condiciones ambientales, su escasa contaminación lumínica, la proyección de su cielo austral lo sitúa como un lugar privilegiado para contemplar el universo. Para Gabriel León, bioquímico, doctor en biología celular y molecular, dedicado a comunicar y contagiar la ciencia, es válido calificar a Chile como «la capital mundial de la astronomía».


Desde allí, un avión ascenderá a 1.200 pies sobre el nivel del mar, a una altura mayor al de los vuelos comerciales, por encima del campo de nubes, para cotejar cómo la luna interrumpe la visibilidad del sol desde la tierra. La promesa es tener una visión única, sin agentes externos que ensucien la perspectiva, sobre un cielo prístino dos únicos cuerpos interactuando: la luna y el sol. No será la única vez, pero sí con un despliegue que obedece al fervor de la comunidad.
Chile es, entonces, un cristal para indagar el cielo. Según especificó Gabriel León, «alberga en su territorio a parte importante de la infraestructura mundial para la observación del espacio y con la construcción de varios proyectos nuestro país tendrá instalada cerca del 70% de la capacidad mundial para observar el cielo». El eclipse de sol, como espectáculo gigante y democrático, permite constatar esta capacidad de ilustración y comprobar la reacción popular.


El stock de lentes para ver el eclipse está agotado desde el fin de semana. La capacidad hotelera de La Serena, sobre la región de Coquimbo en la costa de Chile, colapsó hace varios meses. Las autoridades incluso contemplaron que el suministro de datos móviles quedaría saturado por la aglomeración de gente y proveyeron una red con más capacidad para permitir la cobertura digital del evento astronómico del año (será el único eclipse total del sol que se podrá ver en el mundo en todo 2019).
La umbra, la franja de oscuridad total, cruzará la región sur del continente sudamericano de oeste a este: a las 16:38 (hora local) atravesará Atacama y Coquimbo en Chile, a las 17:40 surcará las provincias de San Juan, La Rioja, San Luis, Córdoba, Santa Fe y el norte de Buenos Aires y dividirá Uruguay antes de difuminarse en el océano Atlántico. Serán 128 segundos de oscuridad sobre zonas altamente pobladas, será un espectáculo diurno que arrojará sombra sin nubes: las condiciones meteorológicas auguran un campo visual ideal para observar el eclipse.


Esperan que a las regiones de Coquimbo y Atacama en Chile lleguen más de un millón de visitantes
El último eclipse solar en Chile sucedió en noviembre de 1994, pero en Putre, en el extremo norte del país, una localidad con menos de dos mil habitantes. Allí estuvo José Maza, astrónomo y astrofísico chileno, quien esta semana recordó que la temperatura empezó a bajar súbitamente de cinco hasta diez grados durante ese lapsus. «Todo el mundo empezó a gritar. Había viento, hacía frío y estaba oscuro. No alcanzamos a ver las estrellas, pero esa sensación que a uno se le ponen los pelos de punta, uno se sobrecoge. Parece como el fin del mundo, en serio», relató a los medios locales en una nota que recoge El Mercurio.


Esta vez la umbra se posará sobre en La Serena, una ciudad de más de 200 mil habitantes y a apenas 400 kilómetros de Santiago de Chile. El eclipse, un fenómeno astrológico que se repite cada 18 meses en algún punto del planeta, sucederá en una tarde invierno, por lo que el sol estará bajo en el horizonte a unos once grados de altura. Desde la Base Aviasur, tres aviones ascenderán al cielo de La Serena, aunque no volarán sobre la ciudad, sino que planearán sobre el océano Pacífico para capturar en primer plano la majestuosidad del evento.
El eclipse total de sol durará poco más de tres minutos, la expedición aérea demandará una hora y media de vuelo. Sólo se van a usar los asientos A y B de los aviones porque se posará de costado para apreciar su inmensidad. Estará Gabriel León, la astrónoma chilena ganadora del Premio Nacional de Ciencias Exactas, María Teresa Ruiz, el piloto militar e ingeniero aeroespacial, Klaus Von Storch, junto a personal calificado de National Geographic. Infobae también se subirá al avión para contemplar el eclipse solar desde su punto más cercano.


Para la concepción y la causa de Gabriel, el eclipse sirve para introducir la ciencia en la dinámica de la gente: «El otro día hablaba con un astrónomo profesional y le preguntaba si alguna vez había visto un eclipse total. Me dijo que no y que iba a ir a ver éste en familia. ‘Pero no para estudiarlo, sino porque es un fenómeno hermoso’, me respondió». El comunicador científico analizó cómo la ciencia cambió la relación del eclipse con el público: «Es un fenómeno que hace miles de años atrás asustaba a los humanos: era un dragón que se tragaba el sol. A partir de las investigaciones científicas, pudimos informarnos que el sol volverá a aparecer minutos después y a entender que el eclipse es un evento celeste muy bonito para ver».
El experto dijo que las comunidades científicas suelen aprovechar la divulgación de estos fenómenos para promover la ciencia en situaciones más didácticas: «En el último gran eclipse solar, en los Estados Unidos propusieron un experimento de ciencia ciudadana. Les pidieron que evaluaran el comportamiento animal durante el eclipse. Encontraron que las aves interrumpían su canto y actuaban como si se fueran a dormir».

Celebró, en ese sentido, el despertar ciudadano sobre hechos de naturaleza científica: «El eclipse nos hace fabricarnos preguntas, nos genera incertidumbre y curiosidad. ‘¿Cómo puede ser que la luna llegue a tapar al sol? ¿Qué es esa luz que emerge del sol?’. Todas esas preguntas tienen respuesta. La gente va a empezar a investigar y a ocuparse de cuestiones científicas«.

(FUENTE: INFOBAE)